Las primeras veces
En breve, con la desescalada y luego la "nueva normalidad", nos tocará hacer cosas por primera vez, aunque muchas ya las hubiésemos hecho. Las haremos por primera vez de nuevo
"¿Tú recuerdas la cuarta vez que nos acostamos?", le preguntó hace tres meses una amiga a su marido. Eran otros tiempos, podías quedar con gente para hablar y hacer preguntas así, en mitad de una conversación entre colegas sobre las primeras veces en general, y sí, con el paso del tiempo, al final son las que mejor recordamos. Hubo un silencio en el grupo. Estábamos en un bar. "Más vino tinto, ¿no?", propuse, por venía bien cambiar el campo semántico. "¿Estás de coña? Nadie puede recordar la cuarta vez de nada", respondió el marido. Casi todos asentimos para dentro. Pero su mujer, con la que había empezado a salir a los 19 años, dijo que podía recordar perfectamente la cuarta, "en un probador de Mango, y la quinta, en el piso de mi amiga Ana al salir de la discoteca Liberty, en Santiago, mamadísimos. Todo en el mismo día, por cierto".
Me acordé de esta conversación porque mes y medio después, de golpe, nuestras vidas se pusieron a cero. No fuimos conscientes en el momento, pero acabábamos de hacer muchísimas cosas por última vez. Ahora nos preparamos para una especie de "volver a empezar" desconocido, casi equivalente al "desenchufa y enchufa" con el que se arreglan los electrodomésticos. En breve, con la desescalada Unos tendrán la sensación de que todo lo anterior se borró, otros que se almacenó, otros que simplemente pertenece a la vida número uno, y ahora estamos en la vida número dos. Seguimos siendo nosotros en el mundo de siempre, aunque ya muy distinto. En adelante las vivencias, parecidas a las viejas, seguirán otra lógica. Haremos cosas que ya hacíamos antes, pero, de algún modo, nos parecerá que las hacemos por primera vez.
MÁS
Hacer las cosas por primera vez, aunque salgan mal, siempre suscita cierto asombro, y en el preciso momento que pasan empiezan a volverse inolvidables. Si bien con el tiempo su recuerdo se va reinventando. Le retiras un trozo, le pones otro. Para algunos, la evocación de la primera vez se vuelve mítica, bella, y para otros, en cambio, ridícula, casi horrible. Pero no la olvidas. Puedes no recordar la cuarta, la quinta, la séptima vez, pero no la primera. Fuera de eso, de que la primera vez es la primera vez, y de que no te olvidas, la primera vez no significa mucho más. Milena Busquets escribía hace unos años que las primeras veces están sobrevaloradas. Ella recordaba "borrosamente el primer beso, el primer polvo, el primer amor, la primera vez que pisé Venecia". Las primeras veces, aseguraba, no se ve nada, no hay vértigo, no hay salvación. En cambio, las segundas veces ya son otra cosa.
Las primeras veces, a las que ella decía llegar casi siempre demasiado pronto, quizá ahora nos lleguen en hora. Vamos a recordar durante mucho tiempo la primera vez que volvimos a vFotoer a una madre, a un hermano, a un rollo, la primera vez que nos cortamos otra vez el pelo, que salimos a correr, que nos probarnos una camiseta, que manoseamos cinco o seis libros antes de elegir el que nos llevamos, la primera vez que nos emborrachamos con amigos en casa de uno de ellos, nos pusimos las gafas de sol, nos comimos a lengüetazos un helado de cucurucho de nueces de macadamia. No serán grandes momentos, pero serán las primeras veces, y las recordaremos mucho mejor que las cuartas.