Carles Lalueza-Fox, experto en paleogenética, sobre ricos y pobres: "Llevamos la desigualdad grabada en nuestro ADN"
Los avances genómicos aplicados a la paleontología están permitiendo a este biólogo catalán llegar a la raíz de la brecha entre ricos y pobres
Sus estudios, recopilados en su nuevo libro 'Desigualdad', le llevan a confirmar que esta distancia ha ido modificando nuestros genes
"Nos emparejamos siguiendo nuestro mismo patrón socioeconómico y esto acaba convirtiéndose en una forma acentuar la distancia entre la gente pudiente y los menos favorecidos"
El 99% de la población mundial posee menos riqueza que el 1% más pudiente de la población . En los últimos años el mundo ha hecho avances significativos y más de 1.000 millones de personas han salido de la pobreza extrema, pero la realidad sigue siendo escandalosa y la desigualdad socava el progreso de la humanidad. ¿Cómo hemos llegado a esto? Carles Lalueza-Fox (1965), biólogo, investigador del Instituto de Biología Evolutiva y director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, descubrió hace tiempo alguna pista en las excavaciones paleontológicas y a partir de ahí empezó a tirar del ADN humano. En sus huellas podría estar grabado el origen de la desigualdad.
Su último libro lleva precisamente ese título, 'Desigualdad. Una historia genética', y en sus páginas ofrece un singular análisis de la evolución de la pobreza que ayuda a comprender la situación actual y, quién sabe, a vislumbrar un futuro mejor. Comparte con Uppers cómo encontró esas primeras evidencias y de qué modo conjuga ramas tan apasionantes como la biología, la historia y la paleontología.
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Su inquietud por el contraste entre ricos y pobres le trasladó a ese periodo prehistórico en el que en Europa coexistieron Homo sapiens y neandertales durante más de 10.000 años. "Ambos grupos llegaron a cruzarse y puede intuirse que hubo cooperación, pero también dejaron signos evidentes de violencia, como refleja una de las huellas más antiguas, perteneciente al cráneo de un individuo que sufrió muerte violenta. Esa naturaleza competitiva y a la vez cooperativa continuó en el tiempo. Las nuevas tecnologías han sido decisivas para tener certeza de todo ello y cotejar cómo ha ido dejando rastro en nuestro ADN", explica.
El destino está en el linaje
"Descendemos de desigualdades extremas en el pasado y tenemos también los genes de gente que practicó esta desigualdad, pero estamos en disposición de conocerlo y de saber de qué modo lo transformamos mediante mecanismos sociales", avanza.
Sus ideas enlazan con las investigaciones de Gregory Clark, un historiador estadounidense de origen escocés que defiende una base genética en el capitalismo inglés que nos remonta a las clases medias y altas enriquecidas a partir del siglo XIII. Fijándonos en los apellidos, desde hace al menos veinte generaciones los que ocupan un estatus socioeconómico alto comparten árbol genealógico. "Funciona la transmisión de la riqueza a nivel biológico, a través de las generaciones, de padres a hijos. Esa herencia es exclusiva del ser humano. No se da en ninguna otra especie".
En el listado de alumnos de Eton College (Windsor), aparecen los mismos apellidos de los conquistadores normandos de hace mil años. En Dinamarca, quienes llevan los apellidos de los nobles de hace dos o tres siglos tienen salarios superiores. En Estados Unidos, la población afroamericana tiene en promedio un 24% de genes europeos que provienen de una historia de dominación social relacionada con el esclavismo.
Buscamos el emparejamiento selectivo
No hace falta poner la vista en la crisis humanitaria del Cuerno de África para observar que la desigualdad sigue operando incluso en sociedades avanzadas. Y esto en parte se sigue perpetuando, según Lalueza-Fox, por la tendencia del ser humano a emparejarse con quien responde a unos mismos parámetros culturales, económicos o educacionales. Este emparejamiento selectivo es uno de los mecanismos por los que persiste la desigualdad.
Ha habido momentos históricos en los que la brecha entre ricos y pobres se ha amplificado aún más. El caso más reciente ha sido, en su opinión, la pandemia. Un selecto club de multimillonarios ha visto cómo sus fortunas crecían un 14% mientras que millones de personas se han visto abocadas a una pobreza grave. El biólogo expone también la formación de las castas en la India, hace unos 3.000 años". Este sistema jerarquizado en función de la pureza o no pureza define el ADN social de sus habitantes. Oficialmente fue abolido tras la independencia, en 1947, pero sigue marcando la realidad en todos los contextos de la vida, desde la cuna hasta la vida adulta.
Ya en el Neolítico se dieron uniones de consanguinidad entre tribus que se creían superiores, pues con sus cruces trataban de fijar los caracteres deseados, aunque realmente se daba una mayor mortalidad y mayor índice de enfermedades en la descendencia de los cruces consanguíneos. En el siglo XX los científicos dieron a conocer el alcance de estas relaciones.
Los movimientos migratorios fueron decisivos
Todos estos testimonios históricos le han permitido certifica que la desigualdad no es solo uno concepto económico y social, sino que se ha ido grabando en nuestro ADN. "La recuperación de ADN antiguo, desde los neandertales o humanos prehistóricos, está aportando una información muy valiosa de las poblaciones humanas, sus patrones de migración y otros aspectos que ayudan a entender el momento actual.
Cada huella recuperada permite reconstruir una historia. Es el caso de una pareja hallada en el yacimiento de Castillejo del Bonete (Ciudad Real) junto a los utensilios que utilizaron en vida, con diferentes ancestros genéticos. Un análisis de ADN reveló que la mujer descendía de pobladores ibéricos que estuvieron durante siglos en el lugar, mientras que el hombre procedía de los pastores de las estepas de Europa del Este, que al llegar cambiaron por completo la población. "Supuso el reemplazo de casi el 100% de los hombres y la desaparición de los linajes paternos que había en el Neolítico en nuestra península", señala.
Es el momento de actuar
Llevamos marcado en nuestro ADN la desigualdad de nuestros antepasados. Descendemos de personas que estuvieron en el lado bueno de esa desigualdad. Es decir, que practicaron la desigualdad. Ahora nos toca decidir cómo queremos enfrentarlo. Es verdad que la sociedad ha mejorado y ha salido más gente de la pobreza, con una clase media que hace unas décadas ni siquiera existía en algunas regiones del planeta, como China. El problema es que las cifras ahora se han vuelto extremas, tal y como delatan las grandes fortunas.
Lalueza-Fox concluye su libro con una reflexión optimista: "Mientras la desigualdad sigue penetrando en nuestros genomas, tenemos más información que nunca sobre su magnitud y sus consecuencias, y disponemos de toda una serie de mecanismos sociales sin precedentes para luchar contra ella". Y advierte que es el momento de actuar, de superar el lastre del pasado.