A lo largo de la historia, las drogas han sido una presencia constante en los campos de batalla de todo el mundo, siendo utilizadas por los soldados debido a una gran variedad de razones que van desde la mejora del rendimiento hasta el tratamiento del dolor y el estrés. Además, no se trata de una tendencia actual, sino que a continuación vamos a repasar el uso histórico de las drogas en las guerras, destacando cómo diferentes culturas y períodos de tiempo han adoptado diversas sustancias para afrontar los rigores del combate.
Los guerreros vikingos, conocidos como Berserkers, podrían haber utilizado sustancias psicoactivas como el hongo amanita muscaria y el beleño negro -que en la edad media se conocía como “la hierba de las brujas” - para inducir un estado de trance y ferocidad en batalla. Estas sustancias podrían haber jugado un papel tanto en la mejora del rendimiento físico como en la realización de rituales religiosos y culturales.
Durante la Primera Guerra Mundial, hubo un notable aumento en el uso de drogas entre los soldados. Sustancias como el alcohol, la morfina y la cocaína se usaban tanto para fines médicos como para mejorar el rendimiento en el campo de batalla. La cocaína, en particular, no estaba controlada en ese momento y se distribuía libremente entre las tropas para eliminar el sueño y actuar como estimulante en batalla.
En la Segunda Guerra Mundial, las metanfetaminas, como el Pervitin, se usaron ampliamente, especialmente por el ejército alemán, para mantener a los soldados alerta y reducir la fatiga en ataques relámpago e incansables con los tanques, que podían llegar a durar días. Por su parte, Gran Bretaña distribuyó millones de tabletas de anfetamina a lo largo de la guerra
En el conflicto Israelí-Palestino, y en general en los conflictos modernos, se ha observado un cambio hacia el uso de medicamentos para el manejo del estrés y el trauma psicológico en lugar de estimulantes para el combate. Los soldados en estos conflictos contemporáneos pueden utilizar antidepresivos y ansiolíticos, lo que refleja un enfoque más centrado en la salud mental y el bienestar a largo plazo de las personas que toman parte en estos conflictos.
Además, según el diario israelí Haaretz, el bando palestino utiliza una droga para estimularse y aumentar su nivel de violencia. Hablamos del captagón, conocida también como la 'cocaína de los pobres' o 'la droga del ISIS'. Se trata de una droga sintética creada en los 60 como fármaco para el tratamiento de la hiperactividad y la narcolepsia, y está dentro de la familia de las anfetaminas.
En el siglo XXI, el uso de anabolizantes, como los esteroides, ha aumentado, especialmente entre las fuerzas especiales. Aunque ilegales en muchos ejércitos, como el de los Estados Unidos, estos fármacos se utilizan para aumentar la masa muscular, mejorar la resistencia física y acelerar la recuperación de lesiones. Sin embargo, el abuso de esteroides puede provocar graves problemas de salud, incluyendo ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y fallos renales, por lo que su consumo no está generalizado.
El cannabis y los opiáceos también han sido utilizados históricamente por los soldados. Durante la Guerra de Vietnam, por ejemplo, el uso de cannabis era frecuente entre los soldados estadounidenses. En la Guerra Civil Americana, los opiáceos eran los analgésicos más efectivos disponibles y se usaban ampliamente para tratar diversas dolencias y lesiones. El uso extensivo de opiáceos durante este periodo llevó a lo que se conoció como "la enfermedad del soldado" debido a la adicción a este tipo de drogas, particularmente difíciles de dejar.
El uso de drogas en el ejército plantea importantes dilemas éticos y de salud. Por un lado, pueden mejorar temporalmente el rendimiento o ayudar a manejar el dolor y el estrés. Por otro, pueden tener efectos adversos a largo plazo en la salud mental y física de los soldados, además de plantear cuestiones éticas sobre la autonomía y el consentimiento.