Sin terminar julio gran parte de la población ya se encuentra cansada, no es para menos, de salir de una ola de calor para meterse en una nueva a los pocos días. Las altas temperaturas continuas tienen consecuencias en nuestro estado de ánimo, nuestra salud y también en el medioambiente. Cuando hablamos de esto último nos paramos a pensar en la posibilidad de incendios y la gravedad que representa, lo hemos visto en los últimos días. Sin embargo, las altas temperaturas también afectan, aunque de otra manera, al mar, y es lo que está ocurriendo en el Mediterráneo.
Lo habrás visto en los informativos de estos días, el mar Mediterráneo se encuentra a temperaturas de unos 30 grados, unos 5 grados por encima de los valores normales que debería tener en esta época del año desde las costas españolas hasta las griegas. De alcanzarse temperaturas tan altas en las aguas del Mediterráneo suelen darse en agosto, pero julio no ha terminado y ya se han registrado, por lo que los meteorólogos vaticinan que en agosto el Mediterráneo alcance niveles de hasta 32 grados.
Las olas de calor sufridas desde mayo han hecho que el mar haya ido calentándose poco a poco hasta ahora, a una velocidad más lenta del cambio de temperatura que sufre el aire, pero que nos ha llevado a esta situación, lo que conlleva que su enfriamiento también sea mucho más lento. Se trata de una situación de riesgo en muchos aspectos, ya que esta anomalía térmica en el mar provoca un impacto posterior.
El meteorólogo Mario Picazo exponía hace unos días en sus redes sociales que las altas temperaturas del mar Mediterráneo lo convierten en una fábrica de vapor de agua que crea una sensación de calor y bochorno durante el verano, pero también lluvias torrenciales al final de la época estival y durante el otoño. ¿Las consecuencias? Inundaciones y un gran impacto negativo en las especies marinas.
“Cierto que un mar cálido solo no fabrica tormentas severas, pero sí la dinámica atmosférica de frecuentes DANAS e incursiones de aire frío que vivimos con mayor frecuencia desde la pasada década y no necesariamente solo en otoño”, señalaba el meteorólogo. Estudios recientes apuntan a como en los últimos años las DANAS aparecen cada vez con mayor frecuencia en España y el resto de Europa.
El aumento de la temperatura del Mediterráneo también tiene otros efectos, haciendo que las noches sean cada vez más cálidas. El ecosistema marino se ve gravemente afectado, por ejemplo, con la aparición de algas que hacen cada vez más evidente el cambio climático. Sin olvidarnos que, de presentarse una gota fría, se pueden ocasionar tormentas importantes con graves consecuencias, como inundaciones.
El Mediterráneo se está calentando a un ritmo más rápido que otras zonas del planeta, se estima que en torno a un 20% más que la media mundial, lo que favorece esa creación de tormentas o el desplazamiento de las especias a otras zonas y atrayendo a nuevas e invasoras que, hasta entonces, no tenían presencia en este mar. Uno de los ejemplos es la presencia cada vez mayor de poblaciones de medusas en muchas zonas de la costa.
Un cambio que provoca noches cada vez más tropicales y un mar cálido que potencia poco a poco que en un futuro, quizá no muy lejano, puedan desarrollarse en el Mediterráneo ciclones tropicales, alertan los expertos.