Oda a las aceras: así es la ciudad de los 15 minutos que los expertos en urbanismo y felicidad quieren para ti
Los gobiernos locales deben cuidar y potenciar la red de aceras de sus comunidades porque estás contribuyen al bienestar
Mientras el cambio climático se manifiesta de manera cada vez más evidente, el cambio urbanístico es aún una objetivo por alcanzar
Una capital española que se acerca al objetivo de convertirse en 'ciudad de de 15 minutos', según últimos estudios
Pocos placeres como aquel de perderse en la ciudad. ¿Llegar a tiempo? Sin ánimo de ofender a los 'flâneurs', tampoco está tan mal. ¿Y hacerlo de una manera no contaminante y beneficiosa para la salud? Mejor. Sí, hablamos de caminar, uno de los ejercicios más sencillos, completos y beneficiosos tanto para tu salud física como mental. ¿Y qué sería de caminar en la ciudad si no existieran las aceras? Desde aquí rompemos una lanza por ellas y proponemos cambiar la analogía común: las calles no son las arterias de la ciudad ( son como mucho su sistema nervioso), sino las aceras, que llevan la verdadera sangre oxigenada a todos sus rincones.
Estudiando las aceras
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Ya te habíamos hablado del concepto 'Ciudad de los 15 minutos': urbes pensadas para que las personas podemos cumplir con nuestras necesidades básicas andando y en ese lapso de tiempo. Pues ahora, un estudio de los grupos Complex Systems (CoSIN3) e Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) viene desarrollando un marco flexible para probar la solidez de las redes de aceras de la ciudad frente a las diversas limitaciones de movilidad de los residentes, aplicado a una ciudad concreta: Barcelona. pendientes.
En el estudio, cuyos resultados han sido publicados en abierto en la revista científica Computers, Environment and Urban Systems, los autores han trabajado sobre una representación digital del sistema de aceras de Barcelona, con información como el ancho de las aceras, la pendiente y el nivel de riesgo basado en datos de accidentes de tráfico. El método utilizado permite ver cómo varía la conectividad de la red en función de las necesidades de movilidad de las personas. "Una persona en silla de ruedas, por ejemplo, precisa de, al menos, dos metros de ancho y de pendientes que no superen los dos grados", especifica Daniel Rhoads, investigador de la UOC. "Centrando el análisis en cualquier punto de la ciudad, puede averiguarse a cuántos servicios básicos puede acceder una persona en un rango de quince minutos andando, bajo cualquier combinación de condiciones", añade el experto.
La ciudad de los quince minutos andando
"Es una propuesta bastante reciente del urbanista Carlos Moreno, un colombiano afincado en París, donde está alejando los coches del centro de la ciudad", comenta Daniel Rhoads. A grandes rasgos, el experto explica que este nuevo modelo urbano persigue que puedan realizarse andando, en un tiempo razonable, todas aquellas necesidades del día a día: ir a un supermercado, un médico, una escuela, un parque, una biblioteca o bien a una parada de transporte público. "Implica que todos estos servicios deben estar distribuidos en el conjunto del territorio de una ciudad, pero primero hay que definir qué servicios entran en la categoría de básicos y cuáles son sus ubicaciones óptimas para llegar al mayor número de personas", indica el investigador. "Reconstruir las ciudades no es fácil", añade.
Las super islas: un acierto
"Con su política de las superislas, Barcelona está avanzando hacia este modelo. A escala global, debido a su tamaño razonable, a su robusto sistema de transporte público y a la distribución de la población a lo largo de todo el entramado urbano, que alterna edificios residenciales y negocios, ya puede considerarse una ciudad bastante caminable", afirma Rhoads desde Estados Unidos, país donde vive. "Aquí las ciudades son mucho más horizontales, las distancias son enormes y todo está pensado para el coche", se lamenta el experto.
La finalidad última de la ciudad de los quince minutos es mejorar la calidad de vida de sus habitantes. "Caminar es una forma saludable de hacer ejercicio y, al reducir los desplazamientos en vehículo con motor de combustión, mejora la calidad del aire, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y se minimiza el riesgo de accidentes de tráfico", concluye Rhoads.