Durante la última borrasca -y se avecina otra este fin de semana- los vientos alcanzaron los 160 k/h en algunas provincias españolas. Para hacernos una idea, si una rama de árbol se desprende podría impactarnos a la velocidad media de una Moto GP. Y no se trata solo de las ramas arrancadas. Un árbol de grandes dimensiones, como los que encontramos en los parques urbanos, pero también en algunas calles, puede llegar a pesar más de dos toneladas. A diferencia de los árboles de entornos rurales, los árboles en entornos urbanos están 'poco acostumbrados' a los grandes vientos. "En el campo -dice Antonio, vecino de Madrid con segunda residencia en la sierra de Gredos- echan raíces más fuertes y más largas, para protegerse de los vientos de la montaña, en Madrid no duran ni un temporal".
Y no solo en Madrid. En Barcelona la caída de un árbol sobre una escuela causó nueve heridos, incluidos cuatro niños; y en Ávila, un árbol de 20 metros de altura fue arrancado de cuajo por el viento cayendo sobre una zona peatonal, sin causar víctimas. Menos suerte tuvo una joven madrileña, de apenas 23 años, que murió este jueves a consecuencia de la caída de un árbol en pleno centro de Chamberí. El árbol causó además múltiples heridos. Solo entre las seis de la mañana y las 10.30, de ese día, los bomberos habían realizado 61 intervenciones por daños en arbolado.
Hay varios protocolos establecidos para evitar que esto ocurra y muchos ayuntamientos los ponen en práctica con regularidad, aunque por lo visto hace falta redoblar esfuerzos. Sobre todo en tiempos en que el cambio climático está produciendo desórdenes inusuales y en algunos casos imprevisibles. Por ejemplo es importante antes de plantar un árbol, comprobar que el hoyo tenga la profundidad adecuada y el terreno tenga el sustrato ideal para permitir que las raíces crezcan y den sostenibilidad al árbol. En entornos urbanos, en calles estrechas o con viviendas aledañas, los árboles no deberían superar los tres metros. Según el portal Digebis, especializado en jardinería y paisajismo, también hay que "comprobar que el agua drene para evitar la putrefacción de las raíces y asegurar que el sustrato es de calidad (90% tierra) y sin piedras y restos de obra".
Según los expertos muchos árboles caen porque en entornos asfaltados las raíces quedan aplastadas o llegan a secarse si no se adapta un riego de profundidad. Por su parte, el director de la Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, Juan Andrés Oria de Rueda, "hay variedades de árboles más propensas que otras a caerse cuando se plantan en zonas urbanas y que se podría prevenir la caída de árboles potencialmente peligrosos", según recoge Efe.
Desde podasbarcelona.com, sugieren por su parte, eliminar regularmente ramas muertas, rotas o enfermas ya que estas son las que tienen más posibilidades de desprenderse en un episodio de viento fuerte. También recomiendan cortar rebrotes que nacen de la base del árbol o del suelo porque estos podrían minar el vigor del árbol. Así mismo, identificar y cortar ramas que se entrecruzan o se rozan: al moverse con el viento, estas ramas tienen más peligro de quebrarse y caer. Y , por supuesto, hace falta retirar ramas que pueden tocar cables eléctricos o edificios y talar las que dificultan el paso de personas o vehículos.
Respecto a las precauciones necesarias por parte de las propias personas, no está demás recordar que, independientemente, claro, de los accidentes inesperados que son desgracias en muchos casos inevitables, se trata de aplicar el sentido común: con alerta de borrasca no permanecer cerca de árboles de gran tamaño. Procurar, en la medida de los posible mantenerse en casa, no acudir a parques, menos con niños pequeños, no permanecer en terrazas ni es plazas arboladas. Y evitar dejar coches a la sombra de árboles grandes también parece una precaución evidente.