Pocos insectos hay más fascinantes y hermosos que la mariposa. Y pocos misterios capturan mejor la atención de un niño que el de la metamorfosis de una oruga en una hermosa obra de arte con alas. Sin embargo, hoy su mundo mágico cada vez es más pequeño. Quedan muchas menos que décadas atrás. En 2020, se contabilizaron unos 27.600 ejemplares de mariposas en Parques Nacionales de España, lo que supone una disminución de casi el 7% con respecto a la media 2016-19.
En Europa, un informe de la organización Butterfly Conservation Europe cifra en un 30% el declive de este tipo de mariposas. Y a nivel mundial ya son más de 41.000 especies de mariposas las amenazadas, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Así que sí, hay una preocupación creciente por los polinizadores, pero a pesar de ello solo 13 especies, de las más de 5.000 que hay en España, están incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial en nuestro país. De ellas, solo tres -la ‘Niña de Sierra Nevada’, la ‘Azufrada ibérica’ y la ‘Hormiguera oscura’- se encuentran incluidas en el Catálogo Español de Especies Amenazadas.
La cifra es claramente "insuficiente" para la Asociación Española para la Protección de las Mariposas y su Medio (ZERYNTHIA), que ha reclamado al Ministerio para la Transición Ecológica que se amplíe la protección a más especies. ¿Por qué están desapareciendo las mariposas? La acción conjunta del cambio climático -al que son extremadamente sensibles- y las actividades humanas están diezmando especies en muchas zonas.
El investigador del CSIC en el Museo de Ciencias Naturales, Robert Wilson, apunta en RTVE hacia el incremento de “la agricultura intensiva, la pérdida de suelo y el uso de pesticidas y agroquímicos” que “reducen los matorrales y refugios” para los insectos. “Cuando se administran los fertilizantes por aerosoles, viajan y caen sobre la vegetación que está alrededor de los cultivos, afectando a las orugas”, explica. También la contaminación lumínica supone un problema para las mariposas nocturnas, que se ven atraídas por las luces, saliendo así de su hábitat y exponiéndose a depredadores.
En las ciudades las mariposas también se están viendo amenazadas. En 2021 se contabilizaron más 2.300 ejemplares en Madrid y más de 2.800 en Barcelona, lo que supone un claro descenso con respecto a las más de 6.000 localizadas en ambas ciudades en 2020 o las más de de 7.000, de 2019.
¿Qué se puede hacer para revertir esta tendencia? Wilson apuesta por la extensión de la Red de seguimiento de mariposas de España y Europa, así como la participación en programas de ciencia ciudadana. Por su parte, investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid están trabajando junto a unos 500 expertos y amantes de estos insectos lepidópteros en el 'Atlas y libro rojo de las mariposas de España', que se espera que esté listo para ver la luz en la segunda mitad de 2025.
El objetivo del proyecto es recabar datos suficientes para vigilar a las mariposas en nuestro país, sugerir nuevos lugares que se puedan incluir en la red de espacios protegidos y saber si los existentes son eficaces. “Habrá una ficha por cada especie con una foto representativa, la época de vuelo de los adultos, de qué se alimentan las larvas y en qué ecosistemas podemos encontrarlas, así como posibles amenazas, tendencias de las poblaciones y su estado de conservación”, detalla Sara Castro, coordinadora del estudio, en 'El País'.
Otro de sus propósitos es identificar los vacíos de información, es decir, aquellos lugares que todavía nadie ha visitado para certificar qué mariposas habitan en ellos. Por eso es importante la participación ciudadana, porque no hay un solo rincón en el que no habiten lepidópteros. Conviene no olvidar que las mariposas son bioindicadores de los ecosistemas. Cualquier cambio en ellas es un aviso de que algo similar podría estar sucediéndoles a los grupos con los que conviven.