La facilidad con la que los visones se contagian de coronavirus podría ayudar a un reclamo ecologista de décadas
El SARS-CoV2 podría acelerar el cierre de numerosas granjas de explotación de visones, una histórica reclamación ecologista debido a las penosas condiciones en las que viven, y mueren, estos mamíferos
Ya ha habido cierres de granjas en Países Bajos y Dinamarca, pero en otros países productores como Polonia, Noruega o España, aún no se ha dado el paso
El coronavirus SARS-CoV2 tiene nuevos inquilinos favoritos: los visones. Estos pequeños mamíferos, utilizados sobre todo en la industria peletera, se están viendo gravemente afectados por la incidencia del virus y ha provocado el cierre de numerosas granjas en Holanda, Dinamarca y una en España, localizada en Teruel. En Uppers hemos preguntado a Elisa Pérez-Ramírez, Dra. en Veterinaria en el Centro de Investigación en Sanidad Animal qué efectos puede tener esto en los humanos y, sobre todo, en la propia población de visones. ¿Será el virus quien prohíba, por fin, la cría y explotación de visones para la industria peletera?
Datos que no dejan de aumentar
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En primer lugar, los hechos: el gobierno de Países Bajos decidió adelantar a 2021 el cierre previsto en 2024 de este tipo de granjas, después de haber tenido 41 brotes de coronavirus en las explotaciones peleteras y de haber tenido que sacrificar a más de 600.000 de estos mustélidos. En Polonia, donde se sacrifican unos 80.000 visones anualmente, el Parlamento también ha determinado el cierre de la industria peletera, con un 70% de votos a favor.
En Dinamarca, el mayor productor de pieles de visón del mundo, con una industria que ronda los 800 millones anuales, acaban de anunciar que sacrificarán a toda su cabaña de visones debido al hallazgo de una cepa del SARS-CoV-2 que ha mutado, podría contagiarse más fácilmente a humanos y poner en riesgo las futuras vacunas. De hecho, según las primeras investigaciones, ya habría contagiado a 12 personas.
Mientras que en España hubo que sacrificar a 92.000 visones en una granja de Teruel. Aún existen otras 38 en activo, sobre todo en Galicia. Pero, de momento, sin rastro de intenciones de cierre definitivo.
Una velocidad de contagio explosiva
Para la doctora Pérez-Ramírez, uno de los principales problemas es que, cuando entra el virus en una granja de visones, en dos o tres semanas pueden estar todos infectados. "El virus ha encontrado una maravilla ahí, con muchos animales disponibles para ser infectados", nos cuenta.
A la alta densidad de las granjas se suma que estos pequeños mamíferos excretan una gran cantidad de virus en sus fluidos orales, heces y orina, por lo que, al estar tan juntos unos de otros, se contagian fácilmente. "En Teruel no se detectó nada, pero a las tres semanas el 87% de los visones estaban infectados, y tuvieron que sacrificarlos a todos".
Además, al igual que ocurre en los humanos con la infección por aerosoles, en los visones también se ha demostrado que los contagiados pueden infectar a otros sanos aunque estén en jaulas separadas por varios centímetros. Así, cuando el virus entra en la granja, es prácticamente imposible pararlo.
Reservorio y riesgo para humanos
El problema para el futuro de los visones y las granjas es que este tipo de animales se convierta en un reservorio del SARS-CoV2, es decir, una especie de Arca de Noé para el virus donde pueda sobrevivir cuando, en unos años en el mejor de los casos, los humanos ya no se vean afectados por él gracias a las vacunas.
"El riesgo de un reservorio es muy alto y si somos optimistas y pensamos que el virus se controlará entre personas no podemos permitir que quede entre los visones", explica la experta. Además, no sería la primera vez que ocurriera un contagio bidireccional humano-visón-humano. Esto ya ha ocurrido, por lo que no es un asunto baladí. "En Holanda hay una publicación que está a punto de salir, hecha por virólogos que han demostrado que ha habido casos de transmisión de visones a humanos. Ese virus que está en grandes cantidades en las granjas puede infectar a otro trabajador sano. Por el momento es la única prueba de que ha vuelto de animales a humanos", nos cuenta.
Y aquí entra en juego lo que los veterinarios llaman "Un mundo, una salud" o, dicho con otras palabras, cómo todo lo que influye en el reino animal también afecta a los humanos y viceversa. "Esta enfermedad no la podemos controlar si no controlamos los dos lados de la moneda. Es una zoonosis y se ha comprobado que afecta a ambas partes. Por eso es imprescindible que haya colaboración entre humanos para acabar con ella también en el mundo animal"
Con todos estos datos encima de la mesa, podría pensarse que el final de la industria peletera con visones está cerca debido a la incidencia del coronavirus en las explotaciones. Queda por resolver lo más importante: cómo se regulará y, sobre todo, qué pasará con los miles de visones en granjas 'sanas' si finalmente terminan cerrando. "El visón que se cría en las granjas es el americano y eso es otro de los puntos negativos de las granjas. Supone un riesgo para ellas porque hay escapes y se convierten en especie exótica invasora que dificulta que se desarrolle el visón europeo u afecta a su entorno natural comiendo huevos de ave o pollos", concluye Pérez-Ramírez.