Lo has visto en los informativos decenas de veces en los últimos años: huracanes cada vez más potentes y devastadores, glaciares que se derriten, olas de calor más duraderas y mortíferas... Sí, son los efectos del calentamiento global, ese del que algunos políticos aún reniegan, y ya se están empezando a notar en todas las partes del planeta. También en España y, posiblemente, también en tu localidad, aunque aún no te hayas percatado.
Una encuesta de 40db para Uppers concluía que para el 63,7% de las personas mayores de 45 años el cambio climático es uno de los principales problemas de nuestros tiempos. Sin embargo, han tenido que ser nuestros nietos quienes se han levantado contra la inoperancia política en este ámbito y, por ello, han convocado la Huelga Mundial del Clima, que se celebra el 27 de septiembre.
Estas son algunas de las consecuencias que el cambio climático ya está provocando a tu alrededor. ¿De verdad creías que eso era cosa que no pasaba en España?
Según los datos de la Agencia Estatal de Meterología (AEMET), "el verano es la estación más afectada por el cambio climático, ya que se ha vuelto cada vez más largo y más cálido". De media, el verano ha ganado cinco semanas respecto a los veranos de 1980; es decir, empieza mucho antes y acaba mucho más tarde. La temporada estival ha ganado unos nueve días por década, con lo que ello supone: más calor, menos precipitaciones, más contaminación atmosférica...
No hace falta ningún estudio sesudo para demostrar lo que es una realidad que vivimos todos los días: ya no llueve como antes. ¿Cuándo ha sido la última vez que ha llovido de manera tranquila y continuada? Posiblemente ni te acuerdes. España estaba sufriendo una grave sequía en 2016 y 2017 hasta que comenzaron las precipitaciones en la primavera de 2018 y nos salvaron por el momento.
Si te hacen falta datos, aquí van unos cuantos: siete de las diez cuencas hidrográficas con mayor estrés hídrico (sequía crónica) de toda Europa se encuentran en España; en 2016 y 2017, la sequía se llevó el
40% de la cosecha española de cereal y un informe del Ministerio de Medio Ambiente dice que
el 80% de España corre el riesgo de convertirse en desierto a lo largo de este siglo. El 80%.
Lo hemos podido comprobar este año. El incendio declarado en Gran Canaria arrasó más de 9000 hectáreas y obligó a desalojar a más de 10.000 personas; en Torre de l'Espanyol, otro quemó más de 6500 ha y, en total, se han quemado, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 77.897,78 ha. a fecha del 15 de septiembre. Pero lo peor no es la cantidad.
Los expertos en incendios forestales llevan tiempo alertando de un nuevo tipo de incendio: los incendios de sexta generación. Estos son aquellos que nacen y crecen a una velocidad tan rápida que rápidamente quedan fuera de toda capacidad de extinción, con un comportamiento virulento que pone en jaque y grave riesgo tanto a poblaciones como al personal que trata de apagarlo.
Lo hemos visto en España, pero sobre todo en países europeos como Portugal y Grecia, y americanos como Canadá, el estado de California en Estados Unidos y, últimamente, también en la Amazonia de Brasil e Indonesia. Además, las sequías intensifican los efectos de los incendios, creando una rueda de destrucción perfecta.
Es una tendencia que las lluvias serán cada vez más torrenciales, más severas y, por tanto, más devastadoras. Lo acabamos de ver en la gota fría que acaba de afectar a Murcia, Alicante y Almería y que ha dejado numerosos daños personales y materiales.
Este tipo de fenómenos serán cada vez más frecuentes debido al calentamiento del Mar Mediterráneo y la interacción que produce con las bolsas de aire frío que pululan por la atmósfera. En este sentido, todo el corredor mediterráneo sufrirá los efectos de las gotas frías de una manera más grave de lo que se venía sucediendo hasta ahora.
Tampoco sería de extrañar, que en un futuro próximo, y debido al calentamiento del Océano Atlántico, pudieran llegar potentes huracanes hasta nuestras latitudes.
Con el aumento de las temperaturas también llega la extinción de especies que estaban habituadas a vivir en un determinado rango de frío o de calor. Además, como efecto colateral y también por culpa de la mano del hombre y sus productos químicos, se está produciendo la pérdida de un gran número de abejas, indispensables para fecundar las plantas que después darán los frutos que nos comamos.
Además, especies como el oso pardo podrían enfrentarse a la completa extinción, al desaparecer las condiciones climáticas favorables para su supervivencia. También el alcornoque, materia prima de la industria del corcho y factor fundamental en la conservación del suelo, podría desaparecer del suroeste de España hacia mediados de siglo, según Greenpeace.
La posidonia, el organismo vivo más longevo del mundo, está en peligro por diversas causas, entre ellas el cambio climático, y con ella, un gran ecosistema marino. Los arrecifes del coral mediterráneo están siendo gravemente afectados por mortandades masivas durante los últimos 15 años. Las aves están modificando sus procesos migratorios tradicionales y proliferan especies como la medusa o el mosquito tigre frente a otras que decrecen, como los caracoles marinos.
Aunque en España no hemos tenido grandes glaciares, los pocos que teníamos se están derritiendo. Según un informe de Greenpeace, "hemos perdido más del 80% de los glaciares pirenaicos y para 2050 podrían desaparecer irreversiblemente. Glaciares como el de Maladeta, Aneto o Monte Perdido (Pirineos) están hoy en estado terminal. De los 52 glaciares que había en 1850 han desaparecido ya 33, la mayoría de ellos después de 1980 y las 3.300 hectáreas de lenguas de hielo que existían a principios del siglo XX en el Pirineo se han reducido a 390".
Que el cambio climático está alterando el comportamiento de los océanos y de las zonas congeladas del planeta es un hecho que acaba de ser corroborado, una vez más, por un nuevo informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). En él se explica que, de no actuar ya, en 2100 el nivel del mar que nos rodea podría haber subido un metro.
Esto, a efectos prácticos, supondría que ciudades como Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Algeciras, Alicante, o Águilas (Murcia) podrían sufrir grandes inundaciones que pondrían en riesgo la vida de millones de personas. Los ecosistemas como el Parque Nacional de Doñana o La Albufera de Valencia también desaparecerían debajo del agua.
El desierto avanza imparable por el sur de España. Según David Vieites, Biólogo y director del departamento de Cambio Global Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), "se puede decir que más del 20% del territorio de la península Ibérica ya es un desierto".
"Con el cambio climático, el sur de España se parecerá cada vez más a Marruecos, mientras que hacia el norte se producirá un proceso de mediterranización. Las olas de calor serán cada vez más frecuentes. De hecho ya se han duplicado desde que tenemos datos. Y en la práctica se está generando un estrés hídrico que mata bosques enteros, incluso de árboles tan recios como las encinas, muchas ya tienen hojas rojas, síntoma de su agotamiento y futura muerte", indica.
La contaminación es un efecto del cambio climático, sino más bien una de las causas; sin embargo, en las ciudades y grandes centros productores de partículas contaminantes, la contaminación es aún mayor debido al cambio climático.
Según un informe del Ministerio de Sanidad, "las concentraciones de contaminantes atmosféricos dependen además de por sus niveles de producción y emisión, por su modelo de dispersión y transporte y, el cambio climático puede afectar a cualquiera de estos procesos". Por eso, cada vez son más frecuentes las 'boinas' de contaminación sobre ciudades como Madrid o Barcelona, y la necesaria implantación de protocolos anticontaminación para salvaguardar la salud de sus habitantes.
Cuanta más estabilidad atmosférica causada por el cambio climático, más tiempo para que la contaminación no se disipe y se quede en el ambiente. Ya estamos sufriendo estos efectos en forma de más enfermedades, más alergias y más duración de episodios de gripe.
Según el Ministerio de Sanidad, "la contaminación atmosférica incide en la aparición y agravamiento de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cánceres. En los adultos, el asma, la EPOC y el cáncer de pulmón son tres enfermedades respiratorias epidemiológicamente importantes, relacionadas directamente con la contaminación atmosférica.