Que la sociedad está cada día más concienciada con la lucha contra el cambio climático es un hecho. La gente intenta reciclar lo máximo posible, dar una segunda vida a las cosas, utilizar menos plástico, etc. Pero en casa también se puede ahorrar y contribuir a frenar el calentamiento global utilizando energías limpias, como la energía solar fotovoltaica. España es un país en el que las horas de sol son muchas más que en otras regiones, así que se deben aprovechar al máximo. ¿Quieres saber más?
Su nombre ya da alguna pista. Esta energía aprovecha la luz solar y la transforma en energía eléctrica a través de los paneles fotovoltaicos que la capta. Su uso principal es para producir electricidad en viviendas, edificios o naves que cuentan con el suministro de la red eléctrica, o también para otras instalaciones que estén aisladas de la red.
¿Y cómo recogen los paneles la energía? Es un proceso más sencillo del que te imaginas, y se basa en el efecto fotovoltaico. De esta forma, se emplea una célula fotovoltaica, que actúa de dispositivo semiconductor y es capaz de absorber las partículas lumínicas para generar la electricidad.
Pero, cuidado. No debes confundir la energía solar fotovoltaica con la térmica. Si bien su modo de obtención es bastante similar, esta energía se utiliza principalmente para la calefacción o para calentar el agua caliente sanitaria, el agua que se utiliza para el consumo humano, como el de las duchas, lavabos o fregaderos. Entonces, ¿cuál es la diferencia? La fotovoltaica genera electricidad y la térmica calor.
La luz solar es una fuente de energía inagotable, y lo más importante, no contaminante. Existen generadores para el autoconsumo, pero también enormes plantas fotovoltaicas que producen una gran cantidad de energía. Hay dos tipos de plantas fotovoltaicas que es importante saber diferenciar, las que están conectadas a la red y las que no.
Dentro de las plantas que están conectadas a la red hay dos tipos. El primero es la central fotovoltaica. En ella, toda la energía que se produce va dirigida directamente a la red eléctrica. El segundo es el generador de autoconsumo, como los que se colocan en viviendas particulares. Con este método, se consume la electricidad necesaria del hogar y el resto se vierte en la red eléctrica, por lo que cuando el generador no suministra la suficiente energía, la vivienda puede alimentarse de la red eléctrica.
Mientras, los paneles fotovoltaicos que no están conectados a la red pertenecen a viviendas o explotaciones agrícolas aisladas que están lejos de núcleos urbanos, a donde no llega la red eléctrica y utilizan la energía solar para el funcionamiento de las instalaciones. Estas necesitan dos elementos para funcionar, baterías en las que se pueda almacenar la energía que se produce, y reguladores para prevenir posibles sobrecargas de las baterías.
Si en algún momento por tu cabeza ha rondado la idea de instalar placas fotovoltaicas, en tu casa, tu comercio o proponerlo a tu comunidad de vecinos, es el momento. De esta manera contribuirás a frenar el calentamiento global y a impulsar las energías limpias.