De Francia podemos decir muchas cosas. Podemos decir, por ejemplo, que es la cuna de la ciudad del amor y uno de los países con mejor gastronomía del mundo, o que es carne de todo tipo de bromas, chistes y memes para los usuarios españoles de Twitter. Pero, además de todas estas cosas, Francia tiene el honor de ser el mayor exportador neto de electricidad del mundo. Y no solo eso: es también uno de los países con la energía más limpia del Viejo Continente.
Según un informe elaborado por la Asociación Nuclear Mundial, a lo largo de la última década Francia ha exportado más de 70 TWh (kilovatios hora) anuales, siendo Italia, España, Alemania, Reino Unido, Luxemburgo y Suiza sus principales mercados.
Esta fortaleza energética, que le ha permitido embolsarse cada año más de 3.000 millones de dólares, es fruto de una decisión tomada en la década de 1970, tras la primera crisis del petróleo. En 1974, el Gobierno francés apostó por expandir la capacidad nuclear del país para minimizar las importaciones y conseguir una mayor seguridad e independencia energética (de aquella, el país tenía muy pocos recursos energéticos autóctonos). Era lo que se conoce como Plan Messmer y su objetivo final era que el país consiguiera toda su electricidad a partir de la energía nuclear.
Como resultado de este ambicioso proyecto, actualmente más del 60% de la energía del país proviene de este tipo de energía, siendo el porcentaje más alto del mundo. Francia, además, es el país con mayor número de centrales nucleares de toda la Unión Europea, y puede presumir no solo de tener uno de los costes de electricidad más bajos de todo el continente, sino de ser uno de los países europeos que menos contamina al producir electricidad, solo por detrás de Suecia, Noruega e Islandia.
Tal y como refleja Electricymap, una herramienta que nos permite visualizar en tiempo real cómo se produce y de dónde proviene la electricidad de cada país, así como la exportación transfronteriza y la intensidad del carbono exportado, el 95% de la producción de electricidad de Francia es baja en emisiones de CO2 a la atmósfera.
El país galo, según la herramienta, produce más de 50 GW, con una intensidad de carbono de 47 gCO₂eq/kWh. En comparación, Austria, otro de los referentes europeos en materia de energías verdes, produce poco menos de 10 GW con una intensidad de emisiones de 83 gCO₂eq/kWh, unas cifras semejantes a las de Suiza, que tampoco produce más de 10 GW y tiene una intensidad de carbono de 86 gCO₂eq/kWh.
Si nos fijamos en España, las diferencias se disparan aún más. En nuestro país, se producen menos de 30 GW, pero la intensidad del carbono es de 146 gCO₂eq/kWh. Además, solo el 77% de la electricidad que se produce es baja en emisiones, mucho menos que en el país vecino.
Las grandes diferencias entre Francia y el resto de países europeos viene de su uso en energía nuclear. Y es que, si nos fijamos en el mapa, tanto España, como Suiza y Austria tienen más fuentes de energías renovables que el país galo. En concreto, el 60% de la energía que se produce en nuestro país proviene de este tipo de fuentes, mientras que en Suiza el porcentaje se sitúa en torno al 50% y, en Austria, se dispara hasta el 93%. En cambio, en Francia solo el 24% de la electricidad procede de las renovables, siendo la energía hidráulica su máximo exponente.
El uso de la energía nuclear en la lucha contra el cambio climático ha sido objeto de debate en los últimos meses. Mientras que hay quien defiende que es clave para luchar contra el calentamiento global (por ejemplo, hace tan solo unos meses varios países de la UE, entre los que se encontraba Francia, enviaron una carta a la Comisión Europea defendiendo su rol en este enorme reto, y Bill Gates y Warren Buffet planean construir un reactor de próxima generación para disminuir la huella de carbono), otros muchos apuntan a que este tipo de energía no es más que un obstáculo.
Es el caso de Greenpeace, que critica que la energía nuclear no solo no es neutra en emisiones, sino que, además, consume grandes cantidades de agua. De cara al futuro, es difícil predecir cuál será el papel de este tipo de energía en la lucha contra el calentamiento global. Sin embargo, de momento sí sabemos una cosa: Francia quiere reducir su uso de energía nuclear hasta el 50%, y aspira a conseguirlo en 2035. Veremos si cumple.