El biogás es una fuente de energía renovable que hace posible la economía circular, alarga al máximo el ciclo de vida de los productos y crea un valor añadido. Desde Uppers vamos a explicar qué es biogás y para qué sirve además de cuáles son los procesos que hay que llevar a cabo para su obtención. Actualmente, la energía solar y la energía eólica están más asentadas sobre todo en nuestro país. Al biogás le queda todavía bastante recorrido, pero se puede convertir en una solución más para frenar el cambio climático.
Desde la Asociación Española de Biogás (AEBIG) subrayan que este modelo energético es una solución medioambiental, que va mucho más allá de la generación de energía. Según declaró la AEBIG en la revista Futurenviro, 2022 es “un año ilusionante donde se esperan muchos anuncios de nuevos proyectos y la construcción de otros tantos”. Por tanto, detalla que “El entorno es favorable”.
Sin embargo, “necesitamos que la Administración apoye de verdad al sector y se consolide el marco normativo del biogás”. Por otra parte, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía de España, insiste en que el biogás es “la única energía renovable que puede usarse para cualquiera de las grandes aplicaciones energéticas: eléctrica, térmica o como carburante”. Con todo ello, se entiende la importancia de esta fuente de energía.
El biogás procede de la transformación de los residuos orgánicos en energía en forma de gas. Tales residuos orgánicos son la basura doméstica, los residuos ganaderos, los agroindustriales o los lodos de las depuradoras de agua. Es decir, de las mondas de las patatas, de la broza de limpiar el jardín, de la poda de los árboles, de la limpieza de los bosques, de la cacas de las vacas, de los purines de los cerdos… se obtiene un gas capaz de generar energía.
Ese gas renovable se compone principalmente de metano y de dióxido de carbono. Para obtenerlo se necesita que se produzca la degradación o descomposición de los residuos orgánicos de forma anaerobia, es decir sin oxígeno. La clave está en aprovechar los gases.
Para obtener biogás se construye una planta o espacio en el que se almacenan los residuos orgánicos sin oxígeno de modo que las bacterias de forma natural puedan hacer su trabajo. Se trata de centros a pequeña o gran escala con plantas de biogás específicas o complejos industriales dedicados a la gestión de residuos. Cualquiera que sea el tamaño de la infraestructura cuenta con cuatro espacios, cada uno con una función básica:
Lo normal es utilizar el biogás para producir energía eléctrica o térmica. Otra opción es refinarlo con el objetivo de reducir el porcentaje de dióxido de carbono para después inyectarlo a la red convencional de gas natural. En este caso pasa a denominarse biometano o metano de origen renovable, que también se emplea como biocombustible para vehículos cuyo motor se ha preparado para ello.
Las posibilidades que ofrecen las infraestructuras de este tipo son muchas. Por ejemplo, con la instalación de un pequeño biodigestor, un agricultor transforma sus propios residuos en energía con la que se autoabastece.
Los expertos apuntan que en términos económicos la rentabilidad de una planta de biogás es menor que la de las instalaciones fotovoltaicas o eólicas. Concretamente, porque la dedicación es mucho mayor en cuanto a la explotación. Es decir, hay que alimentar la planta, obtener la materia prima y manipularla, a diferencia de las anteriores que entran en funcionamiento “solas” con la luz del sol y el viento. Por otra parte, el metano y el dióxido de carbono, que se genera y que son los componentes principales del biogás, son gases contaminantes que influyen en el cambio climático.
En la web de AEBIG, su presidente, Francisco Repullo, destaca que el verdadero valor del biogás “está en su aportación a la descarbonización de la energía y de la sociedad”. Es una solución medioambiental, no solo una fuente energética. Repullo explica que “la utilización de la energía que genera sirve para dos cosas: sustituir el consumo de combustibles fósiles y ayudar a la recuperación de la inversión”. Sin embargo, “centrarse en la producción de energía no es un objetivo en sí mismo”, subraya Repullo.
Desde la asociación propone su presidente que, en las pequeñas instalaciones, “lo ideal será autoconsumir la energía generada”. En cambio, en plantas de mayor tamaño, la finalidad debe ser “usar las redes eléctricas o gasistas para su aprovechamiento”, detalla. Además, hay que valorar las sinergias de este tipo de infraestructuras, ya sea el empleo del digestato para la fabricación de biofertilizantes o la importante oportunidad para el medio rural en cuanto a la generación de empleo.