Qué es el proyecto Midcat, el gasoducto que España sigue sin construir en plena crisis del gas
La dependencia energética de Europa respecto a Rusia reactiva el frustrado proyecto Midcast tras años detenido
Un gran conducto suministraría el gas procedente de Argelia y almacenado en España al resto de países europeos
El Gobierno condiciona recuperar el Midcat a su viabilidad futura y a la financiación de la UE
Los efectos de la invasión rusa de Ucrania se están dejando notar en toda Europa y gran parte del planeta. Especialmente delicada es la histórica dependencia energética que tiene la Unión Europea, que importa de Rusia el 40% del gas que consume. En este contexto, España, que no se ve afectada tanto por esta dependencia, podría jugar un rol decisivo a la hora de encontrar alternativas para el continente en la crisis del gas gracias al denominado proyecto Midcat, un intento de crear un hub de gas europeo en nuestro país que lleva varios años paralizado.
¿Qué es el proyecto Midcat? En su origen, a principios de los 2000, se trataba de una iniciativa muy ambiciosa. Un conducto de enormes dimensiones que llevase el gas procedente de Argelia y almacenado en España al resto de países europeos, especialmente a Francia, atravesando los Pirineos. Se preveía una inversión de 3.000 millones de euros para transportar 7.500 millones de metros cúbicos de gas natural cada año en ambas direcciones.
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Siete plantas regasificadoras en la Península Ibérica
Hay que tener en cuenta que la Península Ibérica cuenta con una estructura gasista estratégica que equivale a un tercio de la capacidad de regasificación de toda la Unión Europea. España cuenta con seis plantas dedicadas a reconvertir el gas, que se transporta en estado líquido y en buques metaneros a 160 grados bajo cero. A esas seis plantas se le suma la de Portugal, lo que asegura su suministro. Hay que tener en cuenta que Francia solo tiene tres plantas, mientras que Alemania, que ha suspendido la aprobación del Nord Stream 2 con Rusia, no dispone de ninguna.
Desde su inicio el proyecto ha recibido 442 millones de euros, pero desde 2018 se encuentra paralizado por una serie de problemas económicos y reguladores. El principal es la falta de rentabilidad, debido a que su construcción podría demorarse alrededor de diez años. En 2019 tanto el regulador francés como el español decidieron no continuar con el proyecto al considerar que no cumplía con las necesidades del mercado. La Agencia de Cooperación de Reguladores de la Energía (ACER) también se opuso al gaseoducto al determinar que sus beneficios no podían considerarse "creíbles" en los términos indicados.
Solo un año después la propia Unión Europea lo retiró oficialmente de sus proyectos. Además, en la línea marcada contra el cambio climático, este tipo de infraestructuras no cuentan con el respaldo de fondos europeos, desplazadas en favor de otras como las renovables. Llegó un punto en el que el único interesado en la obra era la empresa constructora, Enagás.
Discrepancias sobre la conveniencia de resucitar el proyecto
Sin embargo, hace sólo unas semanas y antes de que estallara el conflicto en Ucrania, la OTAN ya planteó la recuperación del proyecto ante la perspectiva de un conflicto con Putin y la ruptura de proyectos como el Nord Stream 2. Otros países europeos ya han empezado a ver con otros ojos el gaseoducto por el Mediterráneo. Incluso la idea de que el MidCat sea declarado Proyecto de Interés Común Europeo (PIC) vuelve a estar sobre la mesa, lo que abriría la puerta a los fondos europeos, según apunta 'La información'.
En el seno del Gobierno español se han manifestado discrepancias sobre la conveniencia de retomar el proyecto. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, se ha convertido en el interlocutor del Ejecutivo para este asunto dentro del círculo comunitario, en la creencia que el movimiento serviría para reforzar el peso de España dentro del ecosistema comunitario y su papel en el futuro energético de la Unión Europea. Sin embargo, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, se ha opuesto públicamente a la idea de resucitar el Midcat.
Ribera, contraria a aquellos proyectos que puedan romper la orientación verde de su política energética, ha cuestionado la utilidad de la infraestructura a largo plazo. "Una infraestructura de estas características no es probablemente la solución que permita facilitar el acceso al gas en Centroeuropa mañana ni para pasado mañana ni los próximos meses", ha advertido.
Por su parte, la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, ha condicionado la posibilidad de retomar el proyecto a su viabilidad futura más allá de la coyuntura actual y a que la la financiación llegue de Europa. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha ido más allá al apuntar que la clave no es el gasoducto, sino construir interconexiones que sirvan de conducto al hidrógeno verde que debería sustituir al gas en un futuro más o menos lejano.