Sabiduría popular: ¿qué adivina un abuelo mirando al cielo?
La costumbre de observar el cielo es tan antigua como la humanidad. Todavía hoy, los agricultores y ganaderos siguen encontrando señales con las que pronostican el tiempo
No es el método de las cabañuelas que ha popularizado el pastor jubilado Pedro Sanz
Aunque no se puede evitar una granizada o una ola de calor, sabiendo que ocurrirá deciden si adelantan la recogida o ponen bajo cubierta a los animales
Observar el cielo invita a la calma. Despejado, en noche cerrada, campo abierto o con lluvia de estrellas. Para desconectar, solo hay que mirar desde la terraza o sobre el alféizar, como Audrey Hepburn cantando 'Moon River' en una de sus interpretaciones más arrebatadoras. La costumbre es tan antigua como la humanidad, absoluta necesidad desde que el hombre dejó de ser nómada para hacerse sedentario.
Quedan ya pocos abuelos de esos que miran al cielo a todas horas en busca de pronóstico para el día después. Si al atardecer se encuentran con tonos rojizos que colorean las nubes, formando cirros y cirrostratos, además de ofrecer una vista espléndida, entrarán de nuevo en casa convencidos de que a la mañana siguiente no debería llover.
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Sus pronósticos no son los de las cabañuelas
Su método es más simple que el de las controvertidas cabañuelas del pastor jubilado Pedro Sanz. Este hombre asegura tener la previsión meteorológica para todo un año en un gurruño de papel. Su técnica es ancestral y está basada en el análisis de los cambios atmosféricos de los primeros días de agosto y el comportamiento en la naturaleza. El pastor observa minuciosamente cómo vuelan las aves, cómo actúan otros animales, cómo caen las hojas o qué características presentan el sol y la luna. Y así elabora su almanaque del tiempo. Dice que si, por ejemplo, levantas una piedra en agosto y está húmeda, en mayo habrá lluvia. Sus enseñanzas son curiosas, pero las cabañuelas carecen de valor científico.
La agricultura, la ganadería o la vida en el mar han necesitado siempre modelos que les permiten conocer de antemano qué les depara la naturaleza. La única ciencia válida es la meteorología. Su instrumental científico y tecnológico, cada vez más avanzado, ha revolucionado la capacidad para obtener datos de estaciones, sondas, boyas o satélites, y procesarlos con gran precisión, siempre sin perder de vista que el planeta es un sistema regido por las leyes del caos.
Lecciones transmitidas de padres a hijos
Las observaciones de los hombres de campo no es ciencia, sino la sabiduría de las cosas sencillas transmitidas de padres a hijos, esa que tan bien plasmó Miguel Delibes en la novela 'Los santos inocentes'. Igual que en la ficción, los personajes del mundo rural se adelantan a cualquier cambio con pronósticos muy certeros. Algunas de sus sospechas puede que se remonten a nuestros antepasados más lejanos, cuando descubrieron que podían usar el cielo y sus tonalidades o el rumbo del viento para adivinar cualquier cambio. Al constatar que en la mayoría de las ocasiones funcionaban, con el tiempo se fueron ampliando y fijando unas normas básicas de predicción.
Muchas de estas reglas se han ido traspasando en forma de esos dichos populares o refranes que aún utiliza mucha gente de campo después de un rato observando el cielo. "Borreguitos en el suelo, charquitos en el suelo", sentencian cuando al caer la tarde el cielo se llena de nubes aborregadas. Los británicos lo conocen como mackerel sky. Las hileras de nubes muestran un patrón ondulado similar a un gran rebaño de ovejas enfiladas o a las escamas de los peces. Se forman a gran altura y el agricultor que las mira verá que van tomando diferentes formas según la dirección del viento. En cualquier caso, su significado es inequívoco: es muy posible que en las próximas horas caiga lluvia.
Una lluvia a destiempo, un año de sequía, una ola de calor o una inesperada granizada arruina los cultivos. Los que acostumbran a mirar al cielo lo hacen con absoluta devoción. No está en sus manos cambiar ese vaticinio, pero al menos les pilla prevenidos. Pueden adelantar la recogida y poner bajo cobijo algún cultivo, los enseres y los animales. Anticiparse les ha permitido desarrollar su sistema particular de alertas y minimizar su impacto en la salud de los animales y en la producción de sus campos.
Antes de que el informativo anuncie chubascos, las mosas revolotean pesadas
En los hogares de nuestros pueblos no faltan televisores y la gente escucha con máxima atención el espacio de los informativos dedicado al tiempo, pero lo hace como cotejo de lo que ellos ven venir. Cuando el meteorólogo de la televisión anuncia lluvias inminentes y abundantes en su mapa meteorológico, las moscas llevan ya días importunando en el interior de sus casas y revoloteando de forma insistente, incluso cuando el sol luce espléndido y no hay rastro de nubes. También las hormigas habrán construido montículos en torno al agujero de entrada a su hormiguero.
Su sabiduría popular contiene muchas más lecciones. Si las golondrinas vuelan bajo, el día será desapacible. Soleado, si lo hacen a gran altura. También los mosquitos evitan las capas altas de la atmósfera cuando se aproxima el mal tiempo, puesto que el viento podría abatirlos. Algunas son controvertidas. ¿Quién no ha escuchado a un abuelo vaticinar lluvia a partir de su dolor de rodillas? Los médicos rurales aún siguen encontrándose con este tipo de predicciones en su consulta. Y lo curioso es que los pacientes no suelen fallar. Ocurre cuando baja la presión atmosférica, antes de las lluvias y tormentas.
La gente tiende a creer lo que escuchó durante generaciones
No tiene demasiada seriedad científica, pero las investigaciones tampoco son concluyentes. Un estudio en la Universidad de Harvard con más de 1,5 millones de pacientes mayores encontró que en época de lluvia no aumentan las visitas al médico por este tipo de dolor. Ni siquiera en personas con artritis pudo establecerse una conexión. Sin embargo, su autor principal, el profesor Anupam Jena, reconoció que estos resultados no se descarta esta posibilidad. Por una parte, porque muchos pacientes gestionan el dolor mediante autocuidados. Por otra, hay que tener en cuenta el sesgo. "Si durante generaciones la gente ha dicho que se siente dolor en las articulaciones cuando llueve, uno tiende a creerlo", indicó.
La gente de campo asume que algunos de sus refranes o creencias han perdido vigencia, sobre todo a causa del cambio climático. Es el caso del viejo dicho Por San Blas la cigüeña verás. Hace años, cuando llegaba el frío a la península, estas aves se desplazaban hacia el sur y se concentraban en el estrecho de Gibraltar para cruzar África. En la actualidad, los inviernos no son tan crudos y la mayoría se queda en España. Es algo evidente en muchos campanarios rurales. El último censo de la cigüeña blanca invernante en nuestro país, elaborado por Seo/BirdLife, cifra en 36.217 los ejemplares que permanecen en nuestro territorio.
Cielo estrellado, pronto nublado
No por ello el refranero agrícola deja de ser sabio. Con nubes en el cielo, no hiela en el suelo, se oye en las plazas de los pueblos. Cielo estrellado, pronto nublado o Cerco de luna, a los tres días agua segura, informa el abuelo antes de echar la llave antes de ir a dormir. Tiene demasiados años para saber que cuando la luna aparece con un halo, la lluvia llegará en 24 horas si es invierno y 36 si es en primavera o verano.
Una vida en la tierra le ha enseñado todo eso y más, como que un buen aguacero en la primera semana de septiembre traerá un año de lluvias o que viento solano, agua en la mano. ¿Y lo de año de nieves, año de bienes? La experiencia le dice que, efectivamente, la nevada temprana presagia una excelente cosecha y que, si el cielo parece que arde en llamas al atardecer o al amanecer por la intensidad de sus colores rojos, anaranjados y amarillos, es bien seguro que se aproxima un frente
Estos abuelos sabios que lo saben todo con solo mirar al cielo ya no cultivan tierras ni tienen ganado que atender, pero conservan intacta su particular enciclopedia y si echan mano del paraguas más nos vale a los demás hacer lo propio.