El móvil se ha convertido en un elemento indispensable de nuestras vidas. Gracias a los avances informáticos y tecnológicos que se han conseguido en las últimas décadas, estos dispositivos, que en un principio tan solo servían para hacer y recibir llamadas, han ampliado enormemente sus prestaciones, y actualmente ofrecen un amplio abanico de funcionalidades que los sitúan más cerca de los ordenadores que de los teléfonos tradicionales.
Desde chatear con nuestros familiares y amigos hasta navegar por internet, hacer fotografías o realizar transferencias y otras operaciones bancarias: las posibilidades que nos ofrecen los smartphones son infinitas. Por eso, no es de extrañar que cada vez los utilicemos más.
Según los datos del último informe del Estado Móvil 2022, publicado por la compañía de análisis App Annie a principios de este año, en 2021 pasamos una media de 4,8 horas al día utilizando nuestros móviles, lo que implica que pasamos un tercio de las horas que pasamos despiertos mirando nuestro teléfono móvil.
Esta cifra, si bien podría resultar anecdótica, en algunos casos puede estar relacionada con un serio problema de adicción y dependencia. A medida que los teléfonos móviles han ido ganando espacio en nuestras vidas, han surgido cada vez más personas adictas a los smartphones que son incapaces de alejarse de sus dispositivos. Conocido como nomofobia, término que procede del inglés ‘no-mobile-phone-phobia’, este trastorno implica un miedo irracional a no tener el teléfono móvil y puede provocar nerviosismo, ansiedad y angustia en sus pacientes cuando no pueden usar sus dispositivos, ya sea porque se los han olvidado o porque están en algún lugar sin conexión, cobertura o batería.
Las causas detrás de este nomofobia están relacionadas con una baja autoestima y con el miedo a sentirse solos o aislados. La mayoría de pacientes que padecen nomofobia son personas con dificultades o problemas para relacionarse con los demás que encuentran la aprobación que ansían en las redes sociales. Generalmente, sus pacientes son jóvenes, con una edad comprendida entre los 18 y los 25 años, ya que son quienes suelen utilizar más sus teléfonos móviles, aunque cualquier persona, independientemente de su edad, puede acabar padeciendo este trastorno.
Los síntomas que pueden revelar si padecemos nomofobia son variados. Desde el Instituto Europeo, han enumerado algunas de las señales de alerta que pueden ayudarnos a comprobar si somos adictos o no a nuestro teléfono:
Además de estos síntomas, que tu estado de ánimo se vea alterado en función de la batería que le queda a tu smartphone también puede ser una señal de que puedes sufrir una adicción. Si crees que puedes ser víctima de la nomofobia, es recomendable que intentes limitar tu uso del teléfono móvil, para lo cual se aconseja colocar el teléfono en silencio, eliminar las notificaciones de las aplicaciones y borrar aquellas que absorban grandes cantidades de tiempo. En caso de que crees que no eres capaz de superar tu adicción, es recomendable que pidas ayuda, tanto a tu entorno como a un profesional especializado que pueda ayudarte a desintoxicarte.