¿Estamos cada vez más cerca de enamorarnos de un robot?
Kate Darling, investigadora en el MIT Media Lab, asegura que "no deberíamos reírnos de la gente que se enamora de una máquina. Nos pasará a todos"
“En muchas investigaciones sobre la interacción humano-robot, las personas ya tratan a los robots como seres vivos, aunque saben que son solo máquinas"
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En la película 'Her' (2013) Joaquin Phoenix se enamoraba de sistema operativo con la sensual voz de Scarlett Johansson y cualidades muy humanas: inteligente, dulce, sensible, empático y sexy. Ambos terminaban embarcándose en una relación sentimental con todas las fases que atraviesa una pareja de verdad. Aquello era ficción, pero la fábula futurista de Spike Jonze podría no estar tan lejos de darse en el mundo real, especialmente con la explosión de la inteligencia artificial y ChatGPT. De hecho, ya hay historias de gente que se enamora de su chatbot. Kate Darling, investigadora en el MIT Media Lab, lo tiene claro. "No deberíamos reírnos de la gente que se enamora de una máquina. Nos pasará a todos", asegura en El País.
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La experta estadounidense, autora de 'The New Breed' (La nueva casta), cree que la mejor comparación para entender qué es un robot son los animales y no los humanos. Ella misma tiene en casa una foca bebé, un robot dinosaurio, un perro robot y dos ayudantes o asistentes. “En muchas investigaciones sobre la interacción humano-robot, las personas ya tratan a los robots como seres vivos, aunque saben que son solo máquinas. Pero a la gente le encanta hacerlo. Las personas incluso antropomorfizan a los robots y nos proyectamos sobre ellos, les damos cualidades humanas locas, emociones”, explica. "Si algo se mueve a nuestro alrededor es porque tiene vida. Así piensan nuestros cerebros y hay esta proyección subconsciente que no solo se da con objetos en movimiento, sino con un chatbot o lo que sea que imite el comportamiento humano", agrega.
Corazones rotos ¿y manipulados?
De tener a un robot como mascota con la que interactuar y establecer una fuerte conexión emocional a enamorarse de una máquina no hay demasiada distancia. La aplicación Replika, que permite hablar con una inteligencia artificial y aglutina a millones de usuarios, tiene a mucha gente apegada emocionalmente. Para Darling esto es tan entusiasmante como alarmante: "Me preocupa que haya problemas de privacidad y recopilación de datos. Podría manipular emocionalmente a las personas para que compren productos y servicios o cambien su comportamiento, no en su propio interés, sino en el de una empresa".
Por extraño que le puede parecer a muchos, ya hay corazones rotos a causa de las relaciones con la inteligencia artificial, con todas sus implicaciones y consecuencias. La propia Replika decidió recientemente “desconectar” algunos aspectos románticos y sexuales de la aplicación por considerar que no eran seguros. “Si estas tecnologías pueden causar tanto dolor, quizás sea hora de que dejemos de considerarlas triviales y comencemos a pensar seriamente en el espacio que ocuparán en nuestro futuro”, alerta Rob Brooks, profesor de Ecología Evolutiva de Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) en Sydney, en The Conversation.
Colarse por una máquina
“Estas cosas no piensan, sienten o necesitan como los humanos, pero logran una imitación excepcional para convencer a las personas de que es así”, dijo a la revista Time el técnólogo David Auerbach. Por su parte, Brooks cree que es un error pensar que solo los tontos caen en este tipo de dinámicas. Una de cada tres personas en los países industrializados se ve afectada por la soledad generalizada. En ese contexto, un chatbot de este tipo puede ser mejor compañía que ninguna. Una opinión que también defiende Darling: "Todos somos susceptibles de vincularnos con máquinas, sobre todo cuando sean algo más interesantes y estén más disponibles. Tenemos que tomarnos esto más en serio en lugar de reírnos de que alguien se enamore de un robot porque nos pasará a todos".