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Yuval Noah Harari admite que la suya es una visión pesimista sobre el futuro que nos deparan la inteligencia artificial (IA) y las redes sociales, pero se justifica recordando que ya hay muchas empresas muy ricas inundándonos con historias positivas al respecto. Alguien tiene que poner el foco en la parte oscura. Y mejor si es alguien con la autoridad del autor de 'Sapiens', uno de los mayores fenómenos editoriales del siglo XXI.
De aquel controvertido ensayo y sus posteriores secuelas el historiador y filósofo israelí vendió más de 45 millones de copias a nivel global, lo que le convirtió en uno de los intelectuales más influyentes del mundo. Uno que levanta una expectación inusitada con cada nueva obra que publica. Y la más reciente es 'Nexus' (Debate), en la que, tal y como anuncia su subtítulo, traza “una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA”.
Precisamente la IA es el tema fundamental de una obra que ha presentado telemáticamente a los medios hispanohablantes en una rueda de prensa virtual internacional en la que había más de 100 periodistas conectados. Como si fuera una estrella de rock. Pero con reflexiones de más enjundia. Y, cómo no, en modo de llamada de atención. Porque para Hariri está en juego no ya la democracia, sino la supervivencia de toda la civilización. Estas son algunas de las más destacadas.
"La IA es distinta de cualquier otra tecnología que hayamos inventado antes. Es un agente independiente. La bomba atómica o las armas nucleares eran herramientas que estaban en manos de los humanos, pero la IA puede tomar decisiones por sí misma. Y también puede crear nuevas ideas. Eso la diferencia de cualquier revolución o crisis previa".
"La información no es verdad, no es conocimiento. La mayor parte es basura. La verdad es cara. Escribir un informe auténtico requiere esfuerzo, tiempo, dinero... La verdad cuesta, mientras que la ficción es barata. Puede ser tan sencilla como uno quiera. Si queremos que la verdad prevalezca tenemos que invertir en ella creando instituciones, periódicos, instituciones académicas. Esa es la responsabilidad de las sociedades".
"Hay quien dice que la IA escribe textos que no son muy buenos, que crea música que no es muy buena, que comete errores... pero estamos solo en el primer paso. No hemos visto nada todavía. La IA de hoy todavía es una ameba. En su momento necesitamos millones de años para que las amebas evolucionaran en seres humanos. ChatGPT, la ameba IA, no va a necesitar millones de años en evolucionar hacia el dinosaurio IA, lo va a conseguir en 10 o 20 años. ¿Y cómo sería el T-Rex de la IA? ¿Qué podría hacer?"
"Todas las historias, toda la música, todos los poemas, todas las imágenes eran producto de la mente humana. Ahora, cada vez más de estos artefactos culturales será el producto de una inteligencia ajena. ¿Qué hará esto a la sociedad humana? ¿A la psicología humana? Nadie lo sabe, y esa es la gran pregunta”.
"Existe un potencial totalitario en la IA, a diferencia de cualquier otra cosa que hayamos visto hasta ahora en la historia. Incluso Hitler y Stalin tenían límites a la hora de controlar a sus súbditos porque no podían seguir a todo el mundo todo el tiempo. La IA podría hacer posible la creación de regímenes de vigilancia total que aniquilarían la privacidad".
"Estoy de acuerdo en que las empresas de las redes sociales deben ir cuidado con la censura, pero el problema no son los contenidos producidos por los seres humanos, sino las decisiones editoriales de los algoritmos. Estos se han dado cuenta de que el odio, el miedo y la rabia mantienen la atención de las personas y diseminan teorías de la conspiración y 'fake news'. Es un gran problema. Por eso los gigantes de estas tecnologías deberían ser responsables de las decisiones de sus algoritmos y de lo que hacen".
"Sin duda, la IA tiene un potencial enorme. Yo no creo que en Silicon Valley sean todos malvados. La IA puede darnos la mejor atención sanitaria de la historia, por ejemplo. No queremos detener su evolución, lo que estamos diciendo es que hay que invertir más en seguridad. Si las empresas invirtieran el 20% de su presupuesto en garantizar que la tecnología sea segura, sería un paso muy significativo que podría protegernos de al menos parte de ese lado más pernicioso".