En España hay cerca de tres millones de personas mayores que sufren soledad no deseada de algún modo, según un estudio de La Caixa. En las últimas décadas, este problema ha ido ganando relevancia, ya que está directamente relacionados con un mayor riesgo de aislamiento, una pérdida de la calidad de vida, una reducción de la salud e incluso un incremento de la mortalidad.
En ese sentido, los asistentes de voz, esos aparatos de inteligencia artificial cada vez más presentes en los hogares, pueden ser una herramienta efectiva para reducir los sentimientos causados por la soledad no deseada en la población sénior. Según una investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) la función de Alexa, Siri, y compañía ha contribuido de forma directa a la reducción de este problema social.
Los asistentes de voz facilitan realización de tareas cotidianas, proporcionan recordatorios, ofrecen entretenimiento y acceso rápido a la información, y permiten mantener la comunicación con familiares. Algunos de los participantes en el estudio definen a estos aparatos "como una amiga o una persona de compañía", y se refirieren a ellos como "un ser humano". Es decir proporcionan no solo una sensación de interacción social, sino que también pueden ofrecer un apoyo emocional perceptible.
Aunque la interacción no sea física, el simple hecho de tener una "presencia" que responde y asiste en el día a día puede generar una conexión emocional significativa que reduce la percepción de soledad, alivia la angustia y mejora la estabilidad emocional de la gente mayor. Pero, ¿son todo ventajas en los asistentes de voz? ¿No hay ningún pero?
Según la misma investigación de la UOC, aún existen barreras para una implantación más generalizada de estos aparatos, como la falta de familiaridad de los más mayores con la tecnología o la resistencia al cambio. Por ello, son fundamentales la formación y la capacitación específica de los usuarios para que puedan utilizar este tipo de dispositivos de forma efectiva y puedan incorporarlos a su vida diaria.
La desconfianza también es otro obstáculo que superar. Al fin y al cabo, para que el asistente pueda reaccionar a la palabra clave que activa la interacción, tiene que estar continuamente escuchando, lo que invade la intimidad del usuario. Hablamos de información confidencial que podemos compartir en nuestro día a día y que puede utilizarse con fines comerciales, como mostrarnos en el móvil publicidad relacionada con algo de lo que hemos dicho, tal y como ha confirmado un estudio conjunto de varias universidades norteamericanas.
También puede ser una desventaja la necesidad de personalizar los asistentes para adaptarse a las necesidades individuales, así como su deficiente capacidad para mantener conversaciones complejas. De hecho, son incapaces de reconocer el tono de preocupación o angustia con el que la gente puede dirigirse a ellos, y por tanto no reaccionan de manera adecuada.
Según un estudio publicado en JAMA Internal Medicine, cuando una persona declara su intención de suicidarse al aparato o que se encuentra deprimido, en muchas de las pruebas realizadas el gadget entiende lo que se le dice pero no dotan de información sobre líneas directas del suicidio u otros recursos apropiados.
Otro problema es que cuando un asistente busca información en Internet, no tiene la capacidad de saber qué contenido es mejor que otro o qué fuente es más fiable, lo que puede resultar peliagudo en los casos en los que busca información relacionada con la salud. Por lo tanto, cualquier información de salud que se obtenga por este canal debería ser complementada con consulta al médico o especialista.
En concusión, aún es necesario realizar más investigaciones para potenciar los beneficios de los asistentes de voz y analizar sus posibles riesgos, así como las consideraciones éticas de recurrir a este tipo de tecnologías para combatir la soledad de las personas.