Apps de sueño y pulseras biométricas: ¿son fiables los dispositivos que miden nuestro descanso?
El sesgo tecnológico es evidente según algunos expertos: confiamos en los datos de una aplicación aún cuando son incompletos y no miden la calidad y duración de nuestro descanso con suficiente precisión
Hace ya tiempo que los wearables, esos dispositivos que monitorizan hasta el latido de nuestro corazón, riegan nuestras muñecas y se han convertido en una ayuda más en cuestiones de salud, horas de descanso y fitness. El más conocido es el Apple Watch, ojito derecho de tekies en cuestiones de estética y funcionalidad, aunque desde luego no es el único que puedes investigar si estás pensando en gastarte los dineros. Tienes Sleep Time, Sleep Cycle, Sleep As Android y muchas más.
A ellas les entregamos nuestras creencias ciegas, nuestra confianza en los puros datos. Distancia recorrida, latidos del corazón, calorías consumidas, tiempo de descanso, fase REM, ondas theta.
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Las cuestiones relacionadas con nuestros hábitos de sueño forman parte también de las funcionalidades de estos amigos electrónicos que hacen las veces de Pepito Grillo y controlan hasta la última gota de sudor de nuestro organismo. Pero, ¿realmente son fiables? ¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de comprar uno de estos dispositivos y pulseras biométricas para medir el sueño, las fases rem, los biorritmos y todo lo relacionado con el buen descanso? ¿Por qué hay tanta gente obsesionada con dormir bien en función de lo que le diga uno de estos aparatos
Apps para monitorizar el sueño
Hace pocos días, la SES (Sociedad Española del Sueño) ha dicho esta boca es mía con el asunto de las apps y los wearables que monitorizan con precisión de cirujano nuestros hábitos de descanso y horas de sueño. No están precisamente contentos. Afirman en un estudio reciente que los datos que ofrecen estas aplicaciones y dispositivos son muy discutibles. No miden del todo bien la calidad, duración y la eficiencia de nuestro descanso nocturno. Fiarse de ellos plantea una zona de incertidumbre muy clara: gente obsesionada con la medición sus hábitos de descanso que, paradójicamente, acude a una mala fuente o entrega su confianza a un conjunto de técnicas reunidas en un solo programa (melodías programables, fases de sueño profundo) con apariencia de oráculo.
En palabras del vicepresidente de la SES, Javier Puertas, hasta la fecha, los estudios que se han hecho para testar la eficacia de estas aplicaciones no han ofrecido datos concluyentes que permitan afirmar su utilidad, y esto se debe al acelerómetro con el que se mide la señal de actividad e inactividad, siendo la inactividad la que la ‘máquina pensante’ atribuye al sueño y al descanso. Datos sesgados que aparentan y dan el pego. Herramientas capadas dentro de una carcasa vistosa pero no del todo útil.
Por ejemplo, pruebas como la polisomnografía, que se realizan en las clínicas de sueño, llegan mucho más lejos que cualquiera de estas aplicaciones que afirman y concluyen con datos, en el fondo, ilusorios cuándo y cómo dormimos, y si lo hacemos bien. ¿Placebo entonces? Parece ser que sí.
Serena es claro al respecto. Ninguna de estas apps cuenta con los instrumentos de medición que hacen falta para dar un diagnóstico sobre nuestro sueño con fiabilidad suficiente. ‘En la actualidad’, afirma este experto, ‘no existe ningún dispositivo o app validada que puedan ofrecer los datos de las pruebas que se realizan en un laboratorio’. Si queremos tratar trastornos como la apnea, la narcolepsia, el sonambulismo o el insomnio es probable que prefiramos ponernos en manos de profesionales y olvidarnos del Gran Hermano dentro de nuestro smartphone.
Apps de sueño para el futuro
No obstante, el vicepresidente de la SES se muestra más positivo con las predicciones para los años venideros. Con el desarrollo de la tecnología y la afinación de los instrumentos de medición de estas aplicaciones y wearables es posible que se acaben obteniendo datos mucho más precisos, que favorezcan la evaluación de nuestros patrones de sueño y la calidad de nuestro descanso. Nunca llegarán tan lejos como el diagnóstico profesional que puede hacer una clínica de sueño, pero, desde luego, registrarán señales que ahora mismo no se miden, como el patrón cardíaco o la temperatura de la piel. En conjunto, todos estos datos conseguirán que estas aplicaciones no se limiten a registrar una sola noche y puedan ofrecer y analizar los datos de periodos de sueño más largos.
Lo curioso es que la rotundidad de este diagnóstico no ha disuadido a los durmientes, que acuden muchas veces a las clínicas del sueño para contrastar los datos y la información sobre sus hábitos de sueño que les han dado estas apps. El mensaje, parece ser, no ha calado demasiado entre los que buscan saber cómo y cuándo duermen bien y cuándo el reino de Morfeo es discontinuo y agitado. Seguimos cayendo en un sesgo tecnológico que privilegia la falsa autoridad.
‘Si lo dice una máquina, será verdad’.