WhatsApp, Twitter, Instagram, TikTok, Facebook, YouTube… Hay una infinidad de aplicaciones en nuestros teléfonos móviles, más aún si exploramos en los de nuestros hijos, donde podemos encontrarnos de todo. Tanta información que a veces parece que les es imposible elevar la vista de su smartphone hasta cuando están en medio de una conversación in situ. Por eso, no es de extrañar que en más de una ocasión haya habido algún que otro rifirrafe en casa por el uso del móvil. Pero, ¿está verdaderamente nuestro hijo enganchado? ¿Cómo puedo detectar si se ha vuelto adicto a su móvil?
En un momento donde la pandemia por la covid-19 lo acapara todo, una investigación de la Universidad de Hong Kong define la adicción al los móviles como la "nueva epidemia silenciosa del siglo XXI", una adicción que tiene nombre: nomofobia, el miedo continuo a estar sin el smartphone, tenerlo apagado o no tener acceso a Internet o cobertura. Ese mismo estudio recoge una cifra: 435 millones de personas en el mundo presentan una adicción a su teléfono móvil.
Muchos adultos sufren esta adicción, solo hay que salir a la calle para ver como la mayoría no se despega de ellos, pero hay que tener especial cuidado con los pequeños de casa, ya que según el blog de el Prado Psicólogos, la nomofobia suele presentarse sobre los 11 o 12 años, cuando los niños reciben su primer smartphone. Por eso, desde dentro del núcleo familiar se debe ayudar a usar esos aparatos tan cotidianos con responsabilidad, "enseñar a nuestros hijos a tener control sobre su móvil y la tecnología es probablemente la mejor competencia futura que les podemos transmitir", señala Agustín Peralt, experto en gestión del tiempo y productividad.
Según datos de la ONG Protégeles, el 21'3% de los jóvenes está en riesgo de convertirse en adicto no solo al móvil, a las nuevas tecnologías en general, mientras que en España el 1'5% de los jóvenes ya son adictos. "Pueden pasar más horas con el móvil que en el colegio", afirma Peralt, que reconoce que las conversaciones por la utilización de esos aparatos puede provocar graves discusiones en el entorno familiar.
Las dificultades para establecer relaciones sociales, la falta de autoestima o las inseguridades pueden ser algunas de las causas que provoquen esa adicción, pero hay que estar atento a los síntomas que nuestro hijo puede mostrar. Por supuesto, el uso continuado de su móvil es el más claro, pero más evidente se hace cuando tiende a olvidarse de sus obligaciones o se sumerge en la pantalla y es como si no existiese nada más.
También es normal que, pese a no usar el móvil, lo mantenga vigilado y lo revise continuamente para ver si ha entrado alguna notificación. Por su parte, suelen mostrar una gran frustración cuando no están junto a su smartphone e incluso sienten miedo o angustia cuando se quedan sin batería o sin cobertura, aunque solo sea por un instante. Además, es posible que sean conscientes del problema pero que aún así, les sea totalmente imposible rebajar el tiempo de uso del móvil.
Lo que en principio puede parecer un simple enganche a la pantalla, realmente puede traer consecuencias sobre el comportamiento de tu hijo. El más evidente suele ser el aislamiento social al estar más tiempo conectados con el móvil que interactuando con otras personas, lo que puede llevar a ciertos momentos de irritabilidad o tensión cuando se les interrumpe o no están junto al smartphone.
Por ello, la nomofobia puede acabar estableciendo problemas de comunicación, especialmente en la adolescencia, pues es una competencia que se mantiene en desarrollo durante esa etapa. Además, el exceso de móvil puede traer consigo dificultades para dormir por la continua exposición a la luz de la pantalla, o problemas de atención por estar siempre pendiente de si se recibe alguna notificación. Sin olvidarnos del físico, del daño que puede provocar en los ojos, los dedos, los músculos o los huesos por estar siempre mirando la pantalla.
¿Cómo podríamos ayudarles? Lo primero, hay que plantear que el móvil no sea motivo de premio o castigo, sino que haya un pacto entre ambos para su uso, ofreciéndoles pautas para hacerlo de forma responsable, como utilizar aplicaciones de administración del tiempo para que no se use más de la cuenta o establecer hábitos de no usarlo mientras se come, se mantiene una conversación o al irse a dormir.
Además, deben ser conscientes de que el móvil no tiene que ser inmediato, si un mensaje puede esperar, no pasa nada por contestarlo más tarde. Y cómo no, como padres, no hay mejor ejemplo que ser un buen espejo, si haces un uso responsable del móvil, es más probable que tu hijo también lo haga.