Año 2024. La nave Orión se posa sobre el Polo Sur de la Luna. Por su escalinata bajan un hombre y una mujer. La Humanidad vuelve a pisar nuestro satélite, huérfano de huellas desde 1972. Esta vez, a diferencia de entonces, para quedarse. Repasamos cómo está la carrera por volver a la Luna ahora que la NASA ha confirmado que hay agua en su superficie y cómo se hará para repetir la hazaña que Armstrong y Aldrin lograran por primera vez en 1969. Los tiempos han cambiado, pero la Luna sigue siendo la Luna.
La diosa helena de los lugares vírgenes ha sido la escogida para suceder a Apollo y dar nombre al programa que la NASA y el resto de agencias espaciales, entre ellas la europea (ESA), están desarrollando para volver a la Luna. Y no hacerlo como en 1969. En Uppers hemos hablado con Bernardo Patti, director de Vuelos Espaciales y Exploración Robótica de la ESA, quien nos ha confirmado que esta misión será bien distinta a las anteriores: "1969 fue un 'toque y listo', esta vez nuestro objetivo es una exploración lunar sostenible con una mayor duración de la estadía y el despliegue de infraestructuras en la superficie lunar".
Para lograr el objetivo, Artemis se ha dividido en tres fases. La primera de ellas, que está prevista que sea lanzada en 2021, será de testeo. Con Artemis II ya habrá astronautas dentro de la nave Orión y se pondrán las primeras piezas de Gateway, la nueva estación espacial. Por último, Artemis III, prevista para 2024, será la encargada de devolver al ser humano a la Luna.
Una de las principales peculiaridades del programa Apollo fue que únicamente había un tipo de cohete capaz de llegar hasta la Luna, el Saturno V, el más grande construido por la NASA. Sin embargo, ahora la historia es distinta.
Desde 2011 la Agencia Espacial de los Estados Unidos se encuentra fabricando el 'Sistema de lanzamiento espacial' (SLS) un cohete gigantesco que será el más potente de todos los que se han construido jamás. Será capaz de poner en órbita hasta 140 toneladas en su versión más avanzada, el Block 4, que pretende hacer llegar a los humanos hasta Marte.
Para ir a la Luna, por el momento, está previsto que en diciembre de este año se lance la primera versión de este cohete, el Block 1, con una nave Orión no tripulada que irá hasta las proximidades de la Luna, entrará en órbita y volverá en los 25 días que se prevé que dure la misión, la primera del tándem Orión-SLS.
De manera independiente, China también se encuentra inmersa en la carrera por llegar a la Luna y establecer allí bases permanentes. Su programa de exploración lunar incluye un alunizaje para 2024 en una nave tripulada impulsada mediante su cohete 'Larga Marcha 7'.
En el Centro Espacial Kennedy (Florida), los técnicos de Lockheed Martin se encuentran trabajando sin descanso en lo que será la nueva nave que se pose sobre la Luna. Impulsada fuera de la atmósfera de la Tierra sobre el SLS, esta nave será capaz de transportar a cuatro tripulantes, proporcionándoles un hábitat seguro desde su lanzamiento hasta la vuelta a la Tierra.
Pero, además, de manera paralela a la fabricación de la NASA, también hay empresas privadas construyendo sus propios vehículos a la Luna. Es el caso de Space X y su Starship, una nave espacial con la que pretende participar en el programa Artemisa como parte de la flota de vehículos que transporten humanos al satélite. Por el momento los de Elon Musk ya han hecho alguna prueba satisfactoria a baja altura con esta nave, aunque aún le quedan años de desarrollo para ser operativa.
Otras compañías privadas, como Blue Origin (del dueño de Amazon) o Boeing también han presentado prototipos de posibles futuras naves a la Luna, aunque están en un estado más embrionario que los de la NASA o Space X.
La idea general en todo el sector es hacer naves que no solamente sean capaces de llegar a la Luna, sino que también puedan alcanzar Marte, el próximo reto en la exploración espacial para la próxima década.
Estos cohetes y naves espaciales podrán, a partir de 2028, hacer una parada en Gateway, una nueva estación espacial que orbitará alrededor de la Luna y que será construida por la NASA, la ESA, la agencia rusa Roscosmos y la japonesa Jaxa.
Esta puerta de entrada a la Luna servirá como zona de descanso para misiones futuras que se dirijan a Marte, así como para repostar las naves. Además, será un apoyo indispensable para las bases permanentes que se establezcan en nuestro satélite, pudiendo las tripulaciones hacer viajes de ida y vuelta a la superficie lunar.
"Decir que subir y bajar a la Luna desde Gateway será como una rutina son palabras mayores", nos cuenta Bernardo Patti, director de Vuelos Espaciales y Exploración Robótica de la ESA. "Sería más correcto decir que podrá haber un acceso sostenible. Primero servirá como puerta de enlace, luego como acceso sostenible y después para las infraestructuras que se instalen allí. Esa es la sucesión lógica".
Que exista Gateway y sea un proyecto colaborativo internacional abre la puerta a que Europa pueda poner a algún astronauta en la Luna. Actualmente no existe ningún cohete europeo capaz de llegar a la superficie lunar, pero el Ariane sí tendría capacidad para llevar suministros y astronautas a Gateway y, desde ahí, "dar el salto" a la Luna. Además, esta estación también permitiría que pudieran probarse tecnologías como la propulsión eléctrica, que en la Tierra es más difícil debido a la gravedad.
En cuanto al comienzo de su construcción, está previsto que el primer módulo de Gateway sea lanzado con Artemisa II, en 2023, en el primer vuelo de pruebas tripulado de la nave Orión.
Si todo sale como está previsto y no hay más retrasos, la Humanidad podría volver a pisar la Luna en 2024 y, esta vez, no para ganar ninguna carrera espacial sino para montar una base de forma permanente y utilizar nuestro satélite como trampolín para el verdadero objetivo: colonizar Marte.