En el último año antes de la pandemia, en 2019, se instalaron en España más de 15.000 marcapasos, sobre todo en personas de más de 75 años y aproximadamente unos 7.000 desfibrilados automáticos implantables. Ahora, un estudio del Centro de Dispositivos y Salud Radiológica (CDRH) de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos ha determinado la relación de riesgo que hay entre los nuevos dispositivos de teléfonos móviles y relojes inteligentes con los marcapasos.
Según la investigación que llevaron a cabo, vieron que había "la posibilidad de que ciertos teléfonos móviles más nuevos, relojes inteligentes y otros productos electrónicos de consumo con imanes de alta intensidad de campo puedan afectar temporalmente al funcionamiento normal de dispositivos médicos electrónicos implantados, como marcapasos y desfibriladores implantables".
Los dispositivos electrónicos implantados en el corazón están destinados a ayudar en los trastornos del ritmo cardíaco, como la frecuencia cardíaca lenta o rápida. Los marcapasos y desfibriladores cardioversores implantables incluyen un "modo imán" diseñado para ser utilizado cuando un paciente se somete a un procedimiento en el que es posible que se produzcan interferencias electromagnéticas, o cuando la suspensión del dispositivo es necesaria para el tratamiento médico.
Sin embargo, esta función también puede activarse accidentalmente a partir de fuertes campos magnéticos superiores a 10G, lo que puede cambiar el funcionamiento del dispositivo y podría provocar graves daños al paciente.
Históricamente, los imanes suficientemente fuertes para activar este modo magnético eran muy grandes e identificables, como los altavoces estéreo o los motores electrónicos de las herramientas inalámbricas. Sin embargo, con la llegada de los pequeños imanes de tierras raras, se pueden encontrar fuertes campos magnéticos en auriculares, cerraduras de puertas o pequeños altavoces de teléfonos.
Los investigadores probaron la salida del campo magnético de todos los modelos de iPhone 12 y Apple Watch 6 a diferentes distancias de los dispositivos. Descubrieron que todos los dispositivos tienen campos magnéticos estáticos significativamente superiores a 10G en la proximidad, lo suficientemente altos como para poner los dispositivos cardíacos implantados en modo imán. Sin embargo, cuando se mantiene una distancia de separación de 15 centímetros o más, los teléfonos y relojes no activan el modo imán.
Por eso, los investigadores aconsejan a las personas que tienen este tipo de dispositivos implantados que mantengan ciertos teléfonos móviles o relojes inteligentes a 15 centímetros de distancia, y no llevarlos metidos en bolsillos sobre el dispositivo médico.
"Aunque creemos que el riesgo para los pacientes es bajo, se espera que el número de aparatos electrónicos de consumo con imanes potentes aumente con el tiempo. Por lo tanto, recomendamos a las personas con dispositivos médicos implantados que hablen con sus proveedores de atención médica para asegurarse de que entienden este riesgo potencial y las técnicas adecuadas para un uso seguro", concluyen en el estudio.