“Houston, tengo un problema”. Estas pudieron ser las palabras de un astronauta estadounidense de la Misión Espacial Internacional cuando llamó a sus superiores para confirmar que durante un estudio rutinario sobre fluidos corporales en el espacio había sido diagnosticado con una trombosis venosa profunda (TVP) en la yugular. El coágulo, que hasta ese momento no había dado síntomas, estaba alojado en el cuello del astronauta con el riesgo de ‘viajar’ a zonas tan peligrosas como los pulmones. Afortunadamente, si hay algo que la NASA sabe hacer es tratar problemas entre la Tierra y el espacio exterior. Y lo hizo.
Los médicos de la NASA contactaron inmediatamente con el doctor Stephan Moll, de la Universidad de Carolina del Norte, especialista en este tipo de dolencias. Tenían un reto importante porque se trataba de la primera vez que había que disolver un coágulo en el espacio. Esta patología puede tener un tratamiento sencillo en la Tierra, pero entraña dificultades en el espacio porque, entre otros aspectos, no se conoce aún cómo interacciona la gravedad cero con la presión sanguínea.
Moll no lo dudó: quiso llegar hasta la misma misión para tratar al paciente. "¿Puedo subir al espacio?" llegó a preguntar al equipo de la NASA. No, no podía. Ser astronauta requiere de un complejísimo y largo entrenamiento que no superan todos los candidatos. Y Moll no tenía tiempo (y quizá tampoco el perfil necesario).
Asumida la negativa de la NASA, hubo que dirigir la terapia hacia medios más tradicionales, no exentos de dificultades. "Normalmente, el protocolo para tratar a un paciente con TVP sería empezar con anticoagulantes durante al menos tres meses para evitar que el coágulo se agrande y para disminuir el daño que podría causar si se trasladara a una parte diferente del cuerpo, como los pulmones”, explica Moll.
Como con cualquier medicamento, la ingesta de anticoagulantes entraña algún efecto secundario peligroso. “Pueden darse hemorragias internas difíciles de detener", explica este médico, que, pese a los inconvenientes y junto a los especialistas de la NASA, decidió aplicar una terapia anticoagulante. Utilizaron primero lo que había en la nave: 40 unidades de enoxaparina inyectable. En el día 43, una nave espacial de suministro llegó hasta la Misión con más de 50 unidades de apixaban, la pastilla que tenía que complementar el tratamiento.
Durante toda la terapia, que duró más de 90 días, el astronauta realizó ecografías en su propio cuello con los consejos de un equipo de radiología en la Tierra para controlar el coágulo de sangre. El propio Moll, que incluso se planteó viajar hasta el espacio, habló por teléfono móvil con el paciente. Cuatro días antes de realizar el regreso a nuestro planeta, el astronauta dejó de tomar apixaban. Moll y sus homólogos de la NASA tomaron esa decisión debido a lo peligroso que puede ser el proceso de reingreso para los astronautas, una situación que podía agravarse por el uso de anticoagulantes.
El astronauta aterrizó de forma segura en la Tierra y el coágulo de sangre no requirió más tratamiento. Moll sigue trabajando con la NASA, ya que de manera casual se ha descubierto una posible interacción entre la atmósfera cero y el desarrollo de trombos. "¿Esto es algo que es más común en el espacio? ¿Cómo se minimiza el riesgo de trombosis venosa profunda? ¿Debería haber más medicamentos de este tipo en la Misión Espacial Internacional? Todas estas preguntas son relevantes, especialmente cuando se están planteando misiones más largas a la Luna y a Marte", advierte el especialista.
El coágulo que sufría el astronauta de la misión espacial no causa ataques cardiacos ni accidentes cerebrovasculares, pero sí otras patologías relacionadas con la actividad pulmonar. La trombosis venosa profunda (TVP) es una afección que ocurre cuando se forma un coágulo de sangre en una vena. Estos coágulos suelen originarse en la parte inferior de las piernas, los muslos o la pelvis, pero también pueden aparecer en el brazo.
La TVP porque puede afectar a cualquier persona y causarle una enfermedad grave, una discapacidad y, en algunos casos, la muerte. La buena noticia es que se puede prevenir y tratar si se detecta en su etapa inicial.
Después de una cirugía, enfermedad o lesión, lo ideal es empezar a moverse tan pronto como sea posible. Como medidas mayores, si somos personas de riesgo, habría que tomar una medicación de anticoagulantes y usar medias de compresión médica.
Sin embargo, aunque no seamos pacientes de riesgo, hay pautas sencillas que pueden servir para prevenir la enfermedad. Por ejemplo, ante un viaje de más de cuatro horas es recomendable:
La complicación más grave de la TVP ocurre cuando una parte del coágulo se desprende y viaja por el torrente sanguíneo hasta los pulmones, causando un bloqueo llamado embolia pulmonar (EP). Si el coágulo es pequeño, con un tratamiento adecuado la persona se puede recuperar de una EP. Sin embargo, puede dejar secuelas en los pulmones. Si el coágulo es grande, puede impedir que la sangre llegue a los pulmones y en ese caso sí es mortal.
Una tercera parte de las personas con TVP pueden desarrollar síndrome postrombótico. Los síntomas habituales son inflamación, dolor, decoloración y, en los casos graves, descamación o úlceras en la parte del cuerpo afectada. En pacientes sensibilizados, los síntomas pueden ser muy graves y ocasionar discapacidad.
La TVP puede afectar prácticamente a cualquier persona (como hemos visto, también a los astronautas en plena misión espacial). Sin embargo, algunos factores aumentan el riesgo de presentar esta afección. Las posibilidades aumentan todavía más en el caso de quienes tienen más de un factor de riesgo al mismo tiempo.
Los factores que aumentan considerablemente la posibilidad de una trombosis venosa pulmonar son:
Además, tener antecedentes familiares, la edad y la obesidad son también factores coadyuvantes.
La mitad de los pacientes con trombosis venosa profunda no tienen ningún síntoma, aunque hay algunos signos que deben alertarnos:
Respecto a la embolia pulmonar, que puede darse sin ninguno de los síntomas de la trombosis venosa profunda, hay otras señales de alarma que implican llamar de inmediato a los servicios médicos:
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