Herminio Fernández, 65 años, tiene una afición que le entretiene en sus días de asueto: crear inventos sorprendentes que, después, los comparte en redes sociales. Algunos de ellos se han hecho virales, como aquel en el que explicaba cómo construir una pirámide o sobre el método para poner en pie un obelisco.
No son cosas que uno vaya pensando en su día a día, sin embargo, a Herminio estas ideas le vienen de otra época de su vida y decide ejecutarlas en su tiempo libre. "He sido carpintero y siempre me ha gustado trabajar la madera. Ahora, jubilado, me entretengo y hago cosillas que tenía en mente desde hace tiempo o me vienen de repente. Otros hacen barquitos, pero yo hago esto. Me gusta investigar cómo funciona", comenta Herminio para Uppers.
En su casa se pueden ver ballestas, catapultas y otra serie de inventos trabajados con la madera a la antigua usanza: con herramientas técnicas pero, sobre todo, con sus manos. "La gente de ahora no tiene idea de nada. Todo sale automatizado y se está perdiendo el conocimiento del trabajo. Con mi padre movíamos troncos que pesaban 15 toneladas, pero el concepto del tiempo no contaba tanto como ahora", expresa.
El último tuit publicado por Herminio se ha hecho viral. Lleva más de 7500 retuits y 25.000 favoritos. Además, su cuenta ya ha alcanzado los 11.000 seguidores, pero todo esto no le abruma, salvo cuando le tocó ver el lado negativo de las redes sociales. "El vídeo de las pirámides lo publicó un medio y llegó a 25 millones de visualizaciones. Había gente que me insultaba y me hablaba de los extraterrestres. Incluso llegaron a amenazarme. En estos últimos parece que ya me han dejado más tranquilo y me felicitan por mi trabajo", dice.
Herminio no hace dos piezas iguales. Si alguien le pide, por ejemplo, una réplica de su invento de los obeliscos, le dice que no. Él parte de cero, sin mirar si ya hay algo hecho y, sobre todo, sin dejar rastro del proceso de su trabajo. Es prueba y error. Puro y duro. Lo bueno es que tiene tiempo y nadie le agobia para hacer un nuevo invento, salvo, en cierto modo, su hijo.
"Mi hijo se dedica a hacer vídeos, a hacer documentales. Un día me propuso hacer una grabación y empezamos así. La gente se interesó y ahora ya del tirón. A veces me pregunta y me presiona. Llega a casa, me ve tumbado y me anima a hacer cosas", nos cuenta Herminio.
De todo este trabajo, Herminio no saca beneficio económico, pero no le importa, su interés es otro, es volver a sentirse el niño que creció en un pueblo gallego y en donde aprendió a hacerlo todo a base de observar y practicar. "No he ido a la escuela prácticamente, pero la escuela de la vida me lo ha enseñado todo. Todo lo aprendí de la gente mayor, que la veía trabajar", reflexiona.
Su próximo reto es todo un misterio. Puede que Herminio construya un molino de río con maderas y baterías para mover el agua o escriba su segunda teoría sobre los agujeros negros y los núcleos de materia oscura, pero esto, mejor, lo dejamos para otro día.