En el terreno de la mentira no hay excepciones. Se engaña más o menos, con mejor o peor intención, con mayor o menor asiduidad, pero hay una cosa clara: todos, en algún momento de nuestra vida, hemos faltado a la verdad en alguna ocasión. Ese tren averiado que te ha impedido llegar a tiempo al trabajo, que en realidad esconde media hora más de cama tras un fin de semana duro; el 'me voy a estudiar a casa de mi amigo' de tus años de juventud, que no sería mentira si con estudiar te refirieses, en realidad, a salir a beber con amigos; un inesperado dolor de barriga antes de la cena que ya has aplazado cuatro veces, y sí, por falta de ganas...
La cuestión es que la mentira forma parte de nuestra interacción social cotidiana. No se trata solo de una intuición, sino de un hecho constatado a través de estudios científicos. Una investigación de la Universidad de Virginia, Estados Unidos sobre los embustes en la vida diario reveló, en base a los resultados de una muestra de estudiantes universitarios y "miembros de la comunidad", que se dicen entre una y dos mentiras cada día.
Pero no hay que irse tan lejos para constatar que la mentira es una parte intrínseca de las relaciones sociales. La psicóloga María Jesús Álava Reyes, que profundiza en el arte de la patraña en su libro 'La verdad de la mentira', asegura que, en nuestras interacciones sociales, mentimos una de cada cuatro veces. Y va más allá, al establecer las diferencias en la forma de ejecutarlas dependiendo del sexo o el ámbito relacional.
"En nuestras relaciones de pareja no solo mentimos, sino que nos resulta más difícil detectar la mentira de las personas que amamos. Según los estudios, las mujeres son más observadoras, detectan mejor las mentiras, y también les tienen mayor aversión. Por eso, mienten menos que los hombres, pero mienten mejor", explicó en declaraciones a Europa Press. Álava Reyes coincide con el estudio anteriormente comentado al asegurar que las personas -y en especial, los hombres- mienten unas dos veces al día.
¿Cómo puedo saber si alguien está mintiéndome? ¿Existen patrones comunes? ¿Qué rastro dejan las personas cuando mienten? ¿A partir de qué edad se miente mejor? Acudimos a José Luis Martín Ovejero, abogado, experto en comunicación no verbal y autor del libro 'Miénteme... Si te atreves' (Aguilar, 2021) para que nos resuelva estas y otras dudas acerca de las falsedades.
'Si se toca la nariz, está mintiendo'. 'No me fío de quien me habla sin mirarme a los ojos'. Se trata de dos afirmaciones comunes cuando nos referimos al terreno de la mentira. Son, también, las dos afirmaciones que Martín Ovejero rechaza categóricamente. Para el autor, no solo es importante reconocer los indicadores del engaño, sino también analizar bien el comportamiento para "no malinterpretar a quien puede decir la verdad".
"Existen patrones comunes a la mentira, tanto de lenguaje como de comportamiento, pero advertirlos no necesariamente debe llevarnos a la conclusión de que se nos trate de engañar. Eso sí, aprender a identificarlos nos debe alertar, sobre todo, cuando son numerosos", cuenta a Uppers.
Hay que prestar mucha atención a los cambios de patrones de conducta, en tanto que, según el autor, ahí resides la clave para poder dilucidar si una persona está faltando a la verdad. La comunicación no verbal es un aspecto esencial, así como el conocimiento que tengamos sobre la otra persona. ¿Cómo identificar señales concretas? "Hay que estar atento al cambio de patrones de conducta. Por ejemplo, con la mirada; que quien mira más a los ojos, ante una pregunta concreta deje de hacerlo. O quien tiene gestos automanipuladores como tocarse la nariz, la cara el cabello o la ropa como reacción al escuchar una determinada pregunta o contarnos algo".
¿Algo más a tener en cuenta a este respecto? "Resulta importante advertir si se paraliza corporalmente, si su cuerpo se coloca en posición de fuga o defensiva, si habla a un volumen más bajo o si tarda más en responder".
El autor defiende que sí. "Para ello, habrá que contar con el suficiente tiempo, conocer muy bien a la persona y efectuar una magnífica entrevista de investigación". El problema que se advierte, según las tesis de Martín Ovejero, es claro. ¿Qué pasa cuando nos encontramos con alguien que no conocemos? Parece que habrá más posibilidades de que nos la termine colando.
"Los hay peores y mejores mentirosos, encontrándonos a algunos que son muy buenos a la hora de mentir: los psicópatas, dado que tienen un entrenamiento durante toda su vida y, como bien se dice, la práctica hace al maestro".
La mentira es una praxis inherente al ser humano. Mentimos desde que nacemos y mentiremos hasta el día que nos muramos. Pero dentro de las escalas de la vida, parece que el paso del tiempo fortalece la fachada veraz de los embustes. "Según nos hacemos adultos se hace con más frecuencia y de manera más perfecta", aduce el experto. Pillar a un mentiroso de 50 será mucho más difícil que a un joven de 25 o 30 años.