Tuvo que llegar Joan Manuel Serrat hablando de su taburete para reparar en este diminuto asiento sin brazos ni respaldo que, además de existir, ha sido parte importante de nuestras biografías. Lo que dijo el cantautor catalán durante su entrevista en ‘El hormiguero’ fue que conserva un taburete desde hace más de 40 años: "Tengo uno original, que está en una caja fuerte, y dos copias. Alguna vez lo saco para que se oree".
La banqueta en cuestión pertenecía a Bocaccio, la mítica discoteca de Barcelona que cerró en 1985, auténtico templo de los empresarios, intelectuales y artistas que formaron la llamada ‘gauche divine’. Sus elegantes taburetes altos apuntando a la barra de terciopelo son una de las señas de identidad más recordadas del local. "Un día me lo llevé de su lugar y me lo llevé a mi casa", explicó Serrat. Entonces prometió amarlo, cuidarlo y portarlo siempre consigo. A pesar de restaurarlo después de cada gira, el miedo a perderlo le animó a encargar dos réplicas más. Uno lo tiene él y el otro Joaquín Sabina.
La mención del taburete nos traslada inmediatamente a esas generosas cenas y comidas multitudinarias de la generación baby boom y sus grandes familias numerosas. Si en casa había una pila de taburetes, poco importaba el número de comensales que iban sumándose a la mesa. Una vez sentados, los anfitriones aplicaban la fórmula de donde comen cuatro comen ocho.
No es una pieza de primera categoría. Antes de pasar al comedor, aguardan su turno de uso en el trastero, un armario empotrado o cualquier otro espacio lo menos visible posible. Con la pandemia, muchos aún no han sido rescatados. Ni siquiera a Serrat se le permite que su taburete viaje en business. Y si en la actualidad le preguntan a los jóvenes, escribirán Taburete con mayúscula, por el grupo musical de pop rock que fundaron en 2014 Willy Bárcenas y Antón Carreño. Tampoco aquí se puede contar una historia de glamour. El nombre vino después de descartar Guateque, Voltereta y Altramuz.
No cejamos en el intento de sacarle de su aparente insignificancia y nos vamos a su origen. Al parecer, el término taburete resulta de la fusión de tambour (tambor), que en lengua franca se pronunciaba tabor. De ahí pasó a taburete. En el Museo de Artes Decorativas encontramos por fin un ‘pliant’ o taburete de tijera plegable usado en la corte francesa de Luis XIV para amueblar las salas de recepción oficial. Se situaba junto a la pared y sentarse en él era todo un privilegio reservado a aquellas personas de alta alcurnia a las que el rey concedía el honor de estar junto a él.
Los primeros registros son mucho más antiguos. En la tumba de Tutankamon se encontraron doce taburetes y ocho reposapiés individuales, algunos plegables y, excepto uno, con cuatro patas fijas. El faraón pudo usarlos siendo aún un niño. Desde entonces, este asiento ha recorrido todo tipo de oficios por su carácter práctico y versátil. Es el favorito de carpinteros, ebanistas, alfareros, dentistas, percusionistas, etc.
La última parada nos deja en la decoración actual. Los interioristas encuentran mil razones para incorporarlos como piezas del mobiliario que van más allá de su funcionalidad. Existen modelos para todos los gustos, tanto en diseño como en materiales. En las revistas del sector el taburete es tendencia y se adapta a cualquier estilo, desde la decoración romántica al estilo industrial. Su mayor cualidad es la versatilidad. En el hogar pueden ser igual un asiento que una mesita de noche o incluso una mesa auxiliar para el jardín.
El taburete representa la filosofía de la sencillez y la vida cotidiana, la del diseñador británico Jasper Morrison. Este artista minimalista ensalza lo útil y discreto de piezas como el taburete en el que encuentra la máxima expresión de la durabilidad y la posibilidad de una vida mejor sin necesidad de hacer ruido ni llamar la atención. "Lo especial -dice- suele ser menos útil que lo normal".
Será por esto que, cuanto más indagamos, más sube el nivel alcanzado por este objeto. Incluso los pequeños taburetes de ordeño, con toda su rusticidad, marcas del tiempo o defectos, se han colado en exposiciones, colecciones y ventas, pudiendo alcanzar los 600 euros como pieza vintage plenamente funcionales.
Los de Mariscal tienen emociones
Y regresamos a los bares. Igual que en ese Bocaccio de Serrat, el taburete es atalaya, confidente y partícipe de cuanto ocurre. Javier Mariscal ha hecho del taburete su propio sello distintivo con el diseño de su taburete dúplex. Lo ideó en 1980 para un bar valenciano y describió así su simbolismo: "es un taburete para gente que está nerviosa, como se está cuando se quiere charlar con alguien. Es irónico. Es un objeto que ha estado en una pelea, o en el copeo". Tan majestuoso que "se sostiene incluso con las patas torcidas".