El día que Mario se jubiló, un pensamiento recorrió su cabeza: "¿Y si me saco el título de piloto privado de avionetas?". Por entonces tenía 65 años y acababa de vender su empresa de logística. No se lo pensó dos veces. Los sueños, en definitiva, son para los valientes. A Darío, por su parte, la decisión le llegó un poco antes, a sus 48, pero llevaba con el runrún desde su infancia. Ahora, con 55, sale a volar dos veces cada mes. Mario y Darío encarnan la filosofía del "volar por placer", de darse el gustazo de irse a tomar una paella a Castellón en avioneta o salir a enseñar los paisajes a hijos y nietos. Pero, para llegar a arrancar motores, encarar la pista y despegar a los mandos, han tenido que pasar un camino no siempre sencillo.
"Lo que más te choca al principio es estar rodeado de gente joven, incluso de 18 años, porque parece que estás dando clase y eres el abuelo, y eso es chocante", empieza explicando Mario. "Te enfrentas a unas asignaturas que no tienen nada que ver con lo que has hecho en tu anterior vida laboral como como factores humanos, principios de vuelo, meteorología, navegación, comunicaciones…", nos cuenta desde el Real Aeroclub de Zaragoza (RACZ). Allí empieza su aventura. Después de firmar la venta de su empresa conoce a Ángel, vicepresidente del aeroclub y con quien forja una intensa amistad que le animaría a terminar de dar el paso más atrevido de su vida.
Para Ángel existen algunas diferencias entre enseñar a una persona joven y a un senior, "aunque la pasión puede con todo", puntualiza. "El de Mario es uno de los casos más bonitos que conozco, porque después de toda la vida trabajando, el ponerte a estudiar, ir a hacer exámenes a Madrid, ponerte como piloto al mando, puede ser más duro y resulta distinto que una persona joven, pero la madurez, la sensatez y la capacidad organizativa que te da el haber vivido es positivo, ese correr despacio que tiene la gente que ya ha vivido tanto versus la gente que empieza con una temprana edad", explica desde su lugar privilegiado de quien ha visto pasar por el aeroclub a jóvenes que después han acabado pilotando grandes aviones comerciales a lo largo y ancho del planeta.
El caso de Darío, nuestro otro protagonista, es algo diferente. Su carnet de piloto le llegó a los 48 años, así que, con siete años de experiencia al mando ya ha podido hacer rutas por sí mismo. Sin embargo, todavía le queda una espinita por llevar a cabo: ir a otra ciudad a comer y volver en el mismo día. "Lo hace gente del Club de Vuelo TAS, en el aeródromo madrileño de Cuatro Vientos, donde yo hice mi curso, y estoy pendiente de participar en alguno de esos vuelos. La gente va sobre todo a Castellón, porque la playa está pegada al aeropuerto así que te das un baño, tomas una paella y te vuelves", nos explica.
Para hacerlo por sí mismo a Mario aún le queden algunas horas de prácticas y un examen antes, pero ya ha experimentado como copiloto el placer de quedar de una manera diferente con los amigos del aeroclub para irse a comer una paella a Castellón y volver para la hora de cenar a casa.
"Con unos compañeros fuimos a Menorca el año pasado, pero puedes ir a Soria, a Castellón… y disfrutar del día al máximo. Para eso hay que hacer el plan de vuelo antes, que cuesta su tiempo sobre todo cuando eres novato. Hay que mirar la meteorología, mirar los aeropuertos alternativos… Luego preparas el avión e inicias el vuelo. Si te vas a comer por ahí pasas un día muy diferente de lo que es habitual. Y luego el retorno con la experiencia y las anécdotas que hayas podido tener", nos cuenta emocionado.
Si nos creemos que los Airbnb o los Blablacar son lo más moderno es porque no conocíamos de antes la labor que llevan a cabo los aeroclubes. Estos son los encargados, entre otras actividades, de alquilar avionetas a sus socios para realizar los vuelos, ya sea para mantener el carnet en activo o para hacerse una excursión cuando el día esté soleado. De este modo, todos ahorran costes operativos.
"Se paga por horas de uso", nos cuenta Ángel, del RACZ. "Tiene todas las ventajas, porque cuando el avión no vuela también gasta. De este modo, compartiendo el coste y la afición se divulga más la aeronáutica y hay más asociacionismo. El combustible que gasta una avioneta está entre 30 y 35 litros a la hora y suele costar unos 200 euros a la hora. Parece que se han inventado ahora los gastos compartidos en coches, motos… pero aquí ya se hacía antes. Nos podíamos ir a Mallorca unos días cuatro personas pagando unos 150 euros cada uno sin colas, sin esperas y siendo tú quien decide los tiempos. Es más una cuestión de pasión, de ganas, de priorizar", explica.
En términos prácticos, nuestro piloto Darío nos cuenta lo que se gasta cada mes en seguir cumpliendo su sueño. "Ahora como media me estoy dejando 330 euros, con dos horas de vuelo y la cuota del club. No es una fortuna pero ya te duele", nos explica.
"La aeronáutica de afición tiene un coste, pero tenemos compañeros desde chóferes de autobús, panaderos… Un ejemplo: la gente que es fumadora acérrima con lo que fuma en un mes puede salir a volar una hora, y con una hora al mes un piloto privado mantiene su licencia. No es lo que la gente pueda pensar de clasismo o elitismo, sino de algo que te guste", comenta Ángel desde Zaragoza.
Al coste por hora de volar la avioneta hay que sumarle lo que cuesta sacarse el carnet de piloto. El precio varía en función de las horas de vuelo que finalmente necesites para aprobar, las convocatorias de exámenes teóricos, etc., y a veces es uno de los mayores frenos para empezar a cumplir el sueño de volar.
Así le pasó a Darío, por ejemplo, hasta que decidió dar el paso adelante. "Siempre te retiene un poco el tema económico, por si vas a necesitarlo para tu casa o tus hijas, pero con 48 tomé la decisión y fui hasta el final con ella. Tardé un año en sacármelo y me costó unos 7000 euros, y ahí ya te cuentan el número de horas de vuelo mínimo, que son 45 horas, pero si luego te atascas te sale más caro".
El día que Mario entró en el Real Aeroclub de Zaragoza no sabía que dentro se iba a encontrar a una gran familia dispuesta a enseñarle y a guiarle para poder cumplir su sueño. Y la sensación, como nos cuenta Ángel, su vicepresidente, es recíproca.
"Hay gente que viene porque quiere labrarse una carrera con esto y después cuando se sacan el piloto se van fuera, pero cuando viene una persona como Mario, que viene a volar por pasión, que sabes que luego va a hacerse socio y vamos a compartir vuelos, anécdotas, información, que vamos a visitar museos, que vas a hacer un amigo… Para nosotros como aeroclub es doble gratificante formar un piloto y que además se quede. También te enorgullece que luego te manden fotos con los galones y grandes aviones, claro. Desde la parte del aeroclub necesitamos gente que vuele por pasión".
La misma sensación es compartida por Darío en Madrid. En su caso, de casta le viene al galgo. "Hace como 10 o 12 años me empecé a involucrar en la Asociación Amigos del Museo del Aire y la Fundación Infante Orleans (FIO), que es un museo de aviones antiguos que aún vuelan. Entré como voluntario y es como tocar y oler aquello que me ha gustado de pequeño. Ya estás en contacto con el vicio y decides que es el momento. Lo bueno de este club donde estoy es que te dan mucho apoyo, promueven la cultura aeronáutica con charlas, fomentan la cultura, y es bonito. Es como pertenecer a una familia", nos cuenta.
Para Mario, lo más difícil ya está hecho: "Después de 40 años sin exámenes no sabes a lo que te enfrentas y las cosas han cambiado bastante. Ves que la gente te mira, pero lo vas pasando, lo vas aprobando y así estamos iniciando la puesta final". Su sueño lo tiene bien claro: "en cuatro o cinco meses máximo conseguir la licencia, coger más experiencia y volar como piloto al mando con familia, amigos… con quien se atreva a volar conmigo", se ríe.
En el caso de Darío, con seis años ya de experiencia a los mandos, el reto va un poco más allá. "Como trabajo en la FIO mi sueño sería llevar un biplano, un avión histórico. Ya he volado en alguno pero me gustaría pilotarlo. Necesitaría habilitarme para volar aviones con rueda de cola, porque este tipo de aviones antiguos tenían una ruedita pequeña debajo de la cola y en tierra es más complicado de manejar, por eso hace falta una habilitación especial". Nunca es tarde para empezar a volar.