Íñigo Alfonso, la voz de las mañanas: "Mi ego es contenido, el micrófono no es ningún púlpito"
Entrevistamos al director del programa que se emite en la radio pública de 6:00 a 10:00 horas
Padre de dos niñas, su mayor afán es casar vida personal y el oficio radiofónico. "Un lío, pero un lío fenomenal", reconoce
Es consciente de su necesidad de servir al ciudadano sin partidismos, pero no se apearía nunca de los valores humanos que le definen
Este periodista pamplonés de carácter templado nos va dando cada día la medida del tiempo cuando estamos sumidos en la rutina mañanera. Él es meticuloso con el reloj. Cada segundo es breve pero suficiente para perderse en la magia de la noche de camino a la radio. Le gusta apurar el sabor de ese café que le tonifica a punto de salir al aire, cuando siente el duende de los oyentes que sintonizan 'Las Mañanas de RNE'. Es su programa desde hace cinco años y lo capitanea practicando una gran virtud que cree obligatoria tratándose de una radio pública: la contención.
Es natural, espontáneo y sensible, pero con la sensatez de priorizar la imparcialidad a las emociones, una buena composición al ruido. Lo que para él parece un juego de niños para el resto no deja de ser un rasgo casi místico. Aunque se desvive por la radio, su mayor afán es casar vida familiar y profesión, un reto complicado con dos hijas, de 10 y 13 años.
¿Salir al aire a las 6 de la mañana obliga a ir el resto del día con el paso cambiado?
Me levanto a las 2:30 de la madrugada. Esto significa que, si quiero ajustarme a los ritmos normales, tengo que dormir algo menos y en dos tramos. Uno de hora y media después de comer; el siguiente, a partir de las diez de la noche. Entre medias hay que organizar bien el tiempo en familia y encajar las actividades de mis hijas y otras tareas. La conciliación es mi principal desafío desde que acepté 'Las Mañanas de RNE'. Es un lío, pero un lío sensacional.
¿Cómo describes esa sensación de dirigirte a la emisora atravesando una ciudad casi vacía?
El camino a la radio es extrañamente bonito. La ciudad se transforma y enseña una cara diferente al bullicio diurno
El camino a la radio es extrañamente bonito. La ciudad se transforma y enseña una cara diferente al bullicio diurno. No conduzco yo y me tomo mi tiempo para poner la información en orden mientras aprecio el encanto de las calles aparentemente en calma. Le saco un gran jugo a este momento. Es mi hora, mi escenario natural. A las tres de la madrugada llego a la radio, que es mi pista de aterrizaje. Mi equipo ya tiene todo revisado y un rato después salgo al encuentro del oyente. Tomo el micrófono con gran humildad, consciente del gran privilegio de que el ciudadano me deje entrar en la intimidad del hogar, de su despertar. Me parece que es lo más hermoso que me puede pasar como locutor.
¿Eres de los que piensan que la vida empieza después de un café?
Un café puede arreglarlo todo. Mi primera taza es un café Colombia filtrado, con cuerpo y aroma intenso. Me templa y lo saboreo con gusto. El siguiente es un café rápido y expreso que apenas degusto. El último, en la recta final del programa, me encanta. Reconozco que soy un loco del café del café. Me ayuda a crear atmósfera en la conversación.
¿Cómo es ese diálogo que entablas con el oyente?
De humildad y respeto. Son personas que me han elegido a mí para que les acompañe, para formar parte de su conversación. Es una gran responsabilidad, pero ahí está la magia de la radio. Es lo que explica que sea altamente adictiva para el oyente y para mí. Es un medio insustituible. Soy consciente de que con mis palabras le ayudan a ir ordenando sus ideas. Unas veces les apasiona, otras les enfada. Es una relación humana única, muy próxima e íntima, a pesar de que no sé quiénes son, ni tampoco ellos saben quién soy.
¿Cómo nació la pasión radiofónica?
En mi casa siempre se escuchó radio. A todas horas. Crecí escuchando a los grandes: Luis del Olmo, Gabilondo, Concha García Campoy, Julia Otero y otros muchos profesionales. Me fascinaban sus voces y el ritmo de la radio. Cada generación ha aportado lo suyo y eso ha permitido que el medio haya ido evolucionando. Cuando estudié Periodismo, en Pamplona, lo hice con la intención de dedicarme a escribir, pero me dieron la oportunidad de hacer unas prácticas en una emisora universitaria que nacía y las aproveché. Desde entonces, salvo trabajos esporádicos, la radio me ha acompañado.
¿Qué rasgo te dio confianza en esos inicios?
Me costó acostumbrarme a mi voz. Una vez que la reconocí, me sentí preparado
No sé si tenía alguna cualidad especial que me hiciese destacar. De hecho, me costó acostumbrarme a mi voz. Una vez que la reconocí, me sentí preparado. En RNE he hecho información económica, parlamentaria, social… Todo esto me ha ido curtiendo. En 2018 me ofrecieron 'Las Mañanas' y supe que no me podía negar. Es una de las cosas más grandes que me podían pasar en la profesión. Cinco años después, no me puedo sentir más feliz.
¿Qué tiene la radio que engancha tanto?
Soy consciente de que estoy en la radio pública y esto significa que tengo un compromiso de servicio absoluto. Esa humildad y esa necesidad de servir al ciudadano tiene que estar presente en cada minuto del programa, pero no impide que sea un trabajo sumamente creativo que impregno con mis propios valores. El maridaje es asombroso y altamente adictivo.
Hemos cumplido cinco años y no ha habido dos días iguales. Cada día vamos sumando retos y vida. Es un trabajo con mucho nervio que en cualquier momento te hace sentir ese pellizco por el que sabes que todo esfuerzo merece la pena. El día que no lo sienta así, no tendrá sentido continuar.
El día que no sienta pellizco no tendrá sentido continuar
Es un medio que, igual que la televisión, crea iconos. ¿Te ves en esa condición?
Soy un periodista con el ego contenido y me interesa sobre todo respetar al oyente. Respeto significa no confundir lo que me pueda interesar a mí con lo que realmente interesa al ciudadano. El micrófono no es mi púlpito, sino muchas voces con las que vamos componiendo el día.
¿Es posible informar con independencia?
Trabajo en una empresa pública y plural en la que los accionistas son los ciudadanos, cada uno con su propia ideología. Desde esa perspectiva, 'Las Mañanas' se hacen con absoluta independencia, pero sin apearme de los valores humanos que me definen. Huyo de partidismos porque quiero que me vean como un profesional autónomo. Soy absolutamente libre en el enfoque y la empresa me lo respeta. Como gratitud a ese respeto yo tengo que responder con una conversación civilizada y un estilo elegante, educado e integrador.
¿Es fácil la contención en momentos de alboroto político?
Es fundamental que todo el arco parlamentario tenga aquí su espacio porque es una radio pública
Hago una radio serena y utilizo la empatía como herramienta poderosa para conocer qué razones llevan a mi interlocutor a pensar distinto. Me gusta entender bien su posición. En política es muy importante, sobre todo en tiempos de extrema polarización como este. Es fundamental que todo el arco parlamentario tenga aquí su espacio porque es una radio pública y todos los ciudadanos deben sentirse representados.
¿La presión del EGM (estudio general de medios) pega fuerte?
Nos encanta recibir buenas noticias, pero no es la locura de la televisión. No recibo presión y creo que la función primera de una radio pública es ser útil. En este sentido, le auguro un gran futuro. Es un medio muy intuitivo y con una gran capacidad de transformarse e ir adaptándose a la sociedad.