De Mozart a The Beatles, el misterioso auge de los conciertos a la luz de las velas: “Ya son 100 ciudades en 20 países”
Este tipo de experiencia musical ha recibido ya a más de tres millones de espectadores en todo el mundo
Los conciertos son de lo más variados, desde Mozart hasta Taylor Swift, The Beatles, ABBA o La Oreja de Van Gogh
El escenario, desde una cueva hasta el Palau de la Música de Barcelona pasando incluso por cementerios
En una cueva, en un castillo, en un acuario, en una catedral, en una azotea, en un jardín, en una plaza, en una playa, bajo la Torre Eiffel, junto al Atomium, en el Ateneo de Madrid, en el Palau de la Música, en un cementerio, en un anfiteatro griego, en un barco, sobre el césped de un estadio de fútbol… Cualquier escenario es bueno para escuchar música y, si además estás rodeado por miles de velas, la experiencia puede ser inolvidable.
Y cuando decimos música no nos referimos únicamente a la música clásica ‘pura’, que podría ser lo que evoca una atmósfera plagada de velas y en un lugar íntimo. Ni mucho menos. Nos referimos a que en este tipo de experiencias puedes escuchar desde Mozart o Chopin hasta la banda sonora del vídeojuego Zelda pasando por The Beatles, ABBA, Queen, Rosalía, Beyoncé, Ed Sheeran, Taylor Swift o La Oreja de Van Gogh.
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Se trata de Candlelight, una experiencia que surgió en España allá por 2019 y que ha conquistado el mundo entero a base de buenos músicos, buena música y velas, muchas velas. Hasta 10.000 se ha llegado a colocar en alguno de los espectáculos. Obviamente, se trata de velas led, ya que sería imposible (y peligroso) utilizar las de cera en esas cantidades y en lugares que no están preparados para ello.
Desde el departamento de comunicación de Fever, la empresa creadora y organizadora de estos eventos, Laura Gurpegui nos concreta: “Ya han tenido lugar conciertos en más de 100 ciudades de 20 países alrededor de todo el mundo y hemos contabilizado más de tres millones de asistentes. En España estamos presentes en 10 localidades”.
El éxito de esta experiencia queda demostrado en los números anteriormente relatados, pero es que el espectáculo no solo cautiva al público sino también a los propios intérpretes. Buena prueba de ello es Darío Meta, un pianista español que colabora en este tipo de conciertos y cuyo currículo habla de que ha dado conciertos en el Teatro Real, en el Festsaal del Ayuntamiento Rojo de Berlín, en la Laeiszhalle de Hamburgo o la Beethoven Haus de Bonn.
Música y experiencia
Sin duda, una voz autorizada para explicar los contrastes entre un tipo de concierto y otro. “Hay muchas diferencias entre tocar en este set con respecto a otros, pero no por el set sino por cómo afecta al público. Nosotros estamos muy acostumbrados a tocar en cualquier tipo de escenario, pero aquí la gente alucina. Allí van por la experiencia y después descubren la música, mientras que cuando van a un auditorio normalmente es al contrario, ya que van por la música y descubren la experiencia”, comenta Darío.
Obviamente, el ambiente que se genera con miles de velas es singular y llamativo, lo que lleva a la gente a acercarse al mundo de la música por un camino nuevo: “Vivimos en un mundo muy visual, en el que buscamos la experiencia global. A mí me encanta tocar en sitios que no son auditorios. Hay un cierto público no educado en ningún tipo de música que casi nunca va a ir a un auditorio motu proprio, pero esta manera de que se le cruce la música en su camino le lleva a encontrarla. A partir de ahí, se enganchan a algo que no conocían o a lo que no prestaban interés”.
Vivimos en un mundo muy visual, en el que buscamos la experiencia global. A mí me encanta tocar en sitios que no son auditorios
A nivel personal, Darío Meta encara estos conciertos con total convencimiento: “Cuando entro en el set y ya están montando las velas, lo primero que pienso es: ‘Esto va a salir bien’. La primera vez era un poco escéptico, pero enseguida me di cuenta del potencial y de que la gente se iba a transportar a un universo distinto. Las velas hacen que tu atención hacia la música cambie, son un facilitador para disfrutar aún más de la experiencia. No sé si es más impresionante o menos que tocar en el Teatro Real, es simplemente diferente. Los dos ambientes son increíbles”.
Lo más importante para Darío, como para el resto de músicos, es que sus herramientas de trabajo estén en perfectas condiciones y la acústica sea buena. “Mientras el instrumento esté bien y la acústica esté bien, podemos tocar donde sea y a la gente le va a encantar. Además, aquí hay una escenografía muy cuidada que da un extra al concierto, pero que al músico no le condiciona”.
Darío Meta, en cualquier caso, no es el prototipo de pianista clásico. Le gusta innovar, divulgar y dar a conocer la música de otra manera. De hecho tiene un podcast, hace conciertos con comentario y es profesor en el conservatorio. Por eso, tal vez, encaja tan bien en este tipo de experiencias en las que lo mismo toca una pieza de Mozart como Ludovino Einaudi. “Si piensas que has nacido sólo para tocar a Mozart o Chopin, estás en un error desde mi punto de vista. Hay que tocar de todo, no sólo el mainstream de la clásica. La música tiene muchísima variedad y hay que aprovecharse de ello”, explica.
Si piensas que has nacido sólo para tocar a Mozart o Chopin, estás en un error desde mi punto de vista. Hay que tocar de todo, no sólo el mainstream de la clásica
El extremo en este sentido llegó cuando le tocó dar vida al piano a la banda sonora de Zelda, un videojuego creado en 1986, que ha ido generando tramas hasta la actualidad y del que se han vendido más de 130 millones de copias. “Cuando tocas Zelda pasas a ser como un actor y sólo tratas de hacer justicia a esa música y que la gente lo disfrute, que les brillen los ojos. No puedes pensar en el lucimiento personal sino en el disfrute del público”, cuenta Darío.
¿Problemas para tocar algo así? “Ninguno. Si me veo capacitado de hacerlo, digo que sí, pero entiendo que haya colegas más conservadores a los que no les atraiga este tipo de concierto. Nosotros tocamos arreglos, no exactamente la música, pero la gente va deseosa a escuchar determinadas canciones y son muy exigentes, más que los que van a Vivaldi, por ejemplo. Como han pasado tantas horas jugando tienen una conexión especial y muy personal con el juego. Les hace muchísima ilusión escuchar la música del juego en vivo”, dice.
El público de este tipo de conciertos es muy particular, entregado. “La gente que va a ver Zelda se lo sabe todo muy muy bien. La diferencia con otros programas como el de Taylor Swift o Coldplay, que se saben las canciones, es que aquí es al milímetro”.
Y si nos venimos un poco del extremo de Zelda llegamos a los conciertos como los tributos a The Beatles, que también tienen sus particularidades: “Tocar The Beatles no debe suponer un reto para alguien que ha estudiado tantos años de piano, pero sí lo es el hecho de salirte de lo que estás acostumbrado y eso tiene mucho valor. No es una cuestión de dificultad pero sí de adaptación a este otro tipo de piezas. Yo tengo un pensamiento ecléctico y no me importa meterme en determinados jardines. Disfruto con ello”, concluye Darío Meta.