50 años del secuestro de Patty Hearst: la demencial historia de la heredera y actriz que se convirtió en guerrillera

  • En 1974, la heredera del emporio Hearst de las comunicaciones era secuestrada en su dormitorio de la Universidad de Berckley

  • Tras pedir un millonario rescate no se supo nada de ella ni de sus secuestradores por varias semanas

  • Hearst reapareció poco después convertida al terrorismo y participó en varios asaltos y robos junto a otros 'guerrilleros'

La gente rica hace cosas raras. Aunque también es justo decir que a veces les pasan las cosas más rocambolescas. En febrero de 1974, hace medio siglo ya, la estudiante de Berkeley Patricia Hearst fue despertada a punta de pistola por una chica y dos chicos en su propio dormitorio universitario. Estaba con su novio, pero a este le dejaron ir. A Hearst la ataron, la encapucharon, la metieron en el maletero de un coche (luego cambiarían de auto) y la condujeron varios kilómetros hasta un sótano donde la metieron a una especie de armario que 'olía a humedad', según contaría. Hasta ahí la parte más 'normal' de la historia.

Las razones del secuestro eran más que evidentes: Patty, que tenía tan solo 19 años, era nada menos que la nieta de William Randolph Hearst -sí, el célebre magnate de los medios que había inspirado 'El Ciudadano Kane', de Orson Welles-, y la autoría también fue rápidamente confirmada: se trataba, según reivindicaron ellos mismos, del Ejército Simbionés de Liberación, una autodenominada 'guerrilla urbana' decidida a empezar una revolución 'ala' Che Guevara en EE UU. Lo que siguió sin embargo, es todavía más digno de una película. De hecho se hizo una, muy mala, en 1988 y protagonizada por Natasha Richardson. No la vean.

Millonarios al rescate

“Somos una entidad armónica surgida de entidades y organismos capaces de vivir en profunda y amorosa armonía, así como en compañerismo, en interés de la entidad”, decía la nota de rescate del autodenominado SLA, por sus siglas en inglés. Entre las peticiones de los captores de Patty figuraban la liberación de algunos detenidos y el desembolso de 70 dólares en alimentos por cada persona necesitada en California. El padre de Patty, Randolph Apperson Hearst , hizo cuentas y alimentar a todos los pobre del estado le salía alrededor de 400 millones de dólares (unos 2,500 millones al cambio actual) así que decidió dar dos. Dos millones. Tampoco es tan poco. Alquiló camiones, compró comida e inició la campaña 'Personas necesitadas'. Todo salió mal. El reparto sufrió enormes problemas logísticos y los camiones de Hearst terminaron saqueados por el 'populum'.

Tras estos hechos los secuestradores cortaron comunicación con la familia y mientras el caso se hacía cada vez más mediático, cada vez había menos esperanzas de recuperar a Patty. Nada hacía suponer que dos meses después aparecería de una manera muy distinta.

Síndrome de Estocolmo

El algún momento de su cautiverio Patricia Hearst 'decidió' que comulgaba con las ideas de la guerrilla que la secuestró, se hizo miembro del grupo, se cambió el nombre a Tania, tomó las armas y pasó a la clandestinidad. Más tarde su defensa alegaría que fue una víctima evidente del Síndrome de Estocolmo. Después de todo era una niña rica, sin formación adecuada, sometida, según denunció, a violencia psicológica y sexual y, esto no lo dijeron, pero probablemente con bastante culpa de clase o, incluso, lo que hoy se conoce como 'white guilt' o 'culpa blanca', es decir la culpa que asumen algunas personas blancas por los abusos de todos los blancos de la historia.

Como sea, para cuando Heart fue 'liberada', o más bien, capturada por el FBI, en 1975, había pasado de víctima a terrorista, había participado en al menos dos asaltos a bancos y se había liado a tiros en más de una ocasión al grito de "Patria o muerte. Venceremos".

Reivindicación y perritos

Tres meses después de su secuestro, y un mes después de haberse 'convertido', EE UU fue testigo (via televisión) de cómo la policía asaltaba el cuartel general de los revolucionarios y tras un fuerte intercambio de disparos hacía lo que hace cualquier gobierno civilizado en estos casos: quemarlos vivos. Murieron los seis miembro del SLA que se encontraban dentro de la casa pero entre ellos no estaba Patty, que escapó y siguió prófuga (y cometiendo asaltos) hasta el 15 de septiembre de 1975 cuando fue capturada. Durante el interrogatorio se declaró además 'guerrillera urbana' y la policía tuvo acceso a una cinta en la que declaraba su amor eterno a uno de los camaradas asesinado en el incendio.

El juicio de Patricia Hearst daría, y dio, para ríos de tinta. Basta decir que la defensa alegó el mencionado Síndrome de Estocolmo y que de hecho su caso se estudia como uno de los más claros ejemplos de este trastorno. Lamentablemente sus delitos eran muchos -hubo dos muertos en la corta vida del SLA- y fue condenada a 35 años de cárcel, aunque su sentencia fue reducida a 22 meses por el propio presidente Jimmy Carter, es lo que tiene tener influencias, y quedó en libertad en 1979.

Bill Clinton, también comprensivo con sus circunstancias, terminaría, además, indultándola. Patty aprovechó la segunda oportunidad (y los millones) y se hizo actriz (trabajó en varias películas de John Waters), escribió un libro contando su historia, se casó, tuvo hijos, y vivió la vida que estaba destinada a vivir.

En 2015 participó en el concurso de exposición canina del prestigioso Westminster Kennel Club, con su perrito shih tzu llamado Rocket. Ganó, claro.