Ellas toman la ópera del Liceu: así fue el emotivo encuentro entre Abramovic y Marta Pazos
La directora Raquel García-Tomás y la directora de escena Marta Pazos estrenan este sábado 18 de marzo la ópera ‘Alexina B’
Cogen el relevo de Marina Abramovic, que ha interpretado hasta la semana pasada su imponente ‘Las siete muertes de Calas’ en Barcelona
La dama de la performance mundial y Marta Pazos, una de las artistas más relevantes de la vanguardia escénica española, se encontraron entre bambalinas
En 175 años de historia del Liceu, solo en 1974 otra mujer estrenó en la sala grande. Un dato que da idea de la importancia de lo que nos ocupa: el relevo entre la ópera de Abramovic, que ha interpretado hasta la semana pasada su imponente ‘Las siete muertes de Calas’, y la de Raquel García-Tomás y la directora de escena Marta Pazos, ‘Alexina B’, que se estrena este sábado. Todo el equipo de esta última está además formado por mujeres, que abordan la vida de Adélaïde Barbin, la primera intersexual de la que se guarda testimonio escrito. Hablamos con la gallega Pazos sobre el encuentro con Abramovich, la dama de la performance, entre bambalinas. “Fue muy emocionante que nos cediese el testigo con ese cariño”, explica.
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Tres años de trabajo para este estreno mundial, ¿no?
Mucho trabajo, sí. Alexina B es una más para nosotras. Ella nace siendo Alexina B en 1848 y se suicida ya siendo Abel Barban en París a finales del siglo XXI. Cuando sucede, se encuentra un diario que se llama ‘Mis recuerdos’. Dice ya: “Sé que los médicos estudiarán mi cuerpo como lo ha sido toda mi vida”. Foucault años después encuentra este manuscrito y escribe el conocido ‘El verdadero sexo’. El día de la visibilidad intersex es de hecho el día que nació esta persona. La composición de la música es de Raquel García Tomás, el libreto de Irène Gayraud y yo en la escena lo que hemos hecho es convertir su dolor y su amor en ópera.
¿Toda su vida?
Sí, ella describe cómo nace como mujer, va a colegios e internados femeninos, cuenta en la adolescencia que no le viene la regla y no saben por qué, saca la carrera de profesora y la contratan una escuela de prestigio. Todavía no sabe lo que le pasa, no tenía información ni había visto otras personas desnudas. Allí se enamora de Sara, otra profesora, la hija de la dueña del internado, se acuestan y es cuando se da cuenta de que tiene los dos genitales a la vez.
Ahí despega todo el drama
Sí, se quieren casar y comienzan un periplo para conseguir que se le reconozca como Abel. Pasa por tribunales, curas, etc. Consigue ese documento que la libera y se va a París. Pero no se adapta al mundo masculino con sus 29 años y se suicida.
¿Y la puesta en escena?
En su diario no se guarda nada de su dolor. Está muy conectada con él. La escena la hemos planteado como un cruce de dimensiones en escena en el que se mezclan presente y pasado, como nos pasa en el vida. También hay un personaje extra, un coro de niñas, que juegan con dimensiones diferentes: el público ve gracias a ellas lo que está pensando Alexina en vez de lo que pasa.
¿Y el color, que siempre es tu punto fuerte?
La gran apuesta. Todo verde liquen, el que aparece en las escuelas (las sillas y las mesas de EGB) y en los hospitales, también en las cárceles y juzgados. Para mi representa el sistema, la institución. Hemos construido un especio abstracto que va mutando. Todos los personajes que pertenecen al sistema van de este verde.
¿Alexina de qué color va?
Se un verde bosque con flores en color rosa, sus relatos están muy conectados con la naturaleza. Los personajes conectados con su cuerpo emocional, van a de colores de la naturaleza. Su amada va de naranja y óxido, como una pincelada en un cuadro de hoja de otoño.
¿Cómo fue el encuentro con Abramovic?
Ella acabó el sábado pasado ‘Las siete muertes de María Calas’ y estrenamos este nosotras. Empezaron su desmontaje para montar nuestra obra, pero llevábamos tres semanas de vecinas de sala arriba y abajo. Me llevaron a su camerino. Fue precioso, muy cariñosa dándonos la alternativa. ‘Ya verás cómo lo vas a disfrutar’, me decía. Para mí ella es un gran referente de mi juventud, en mis inicios como estudiante de Bellas Artes. Encontrarme con ella en ese contexto históricamente reservado a los hombres fue muy emocionante. Un momento muy fuerte a nivel emocional. Me impresionó mucho.
¿Detectas algo que hayas aprendido de sus performances?
De su manera de estar sí. Primero su rotundidad. Cuando empezó a hacer sus cosas de ese modo tan radical, exponiendo su propio cuerpo. Es un icono que ha abierto muchas puertas y ha reventado muchos estamentos: y sigue haciéndolo, tras la performance se ha puesto a dirigir óperas. La conexión que tiene con el legado también me interesa mucho: a través de su Fundación tiene siempre contacto con jóvenes y está muy preocupada de pasarles el testigo de su forma de trabajar.
El siguiente paso es que le propongas algo
(Risas) Bueno, ya lo pensaremos. Ahora es todo muy loco y muy intenso y tenemos que estrenar esta ópera increíble que está haciendo historia.