Dime en qué parte de 'El jardín de las delicias' te fijas más y te diré quién eres
Un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad Miguel Hernández demuestra que el tiempo que dedicamos al Infierno es casi el doble que el que dedicamos al Paraíso
El tríptico más célebre de la historia del Arte se exhibe desde 1939 en el Museo del Prado, donde es observado cada año por miles de visitantes
Jheronimus van Aken, El Bosco, pintó su obra maestra entre 1490 y 1500 y fue adquirida por Felipe II en 1593, cuando fue llevada El Escorial.
Un reciente estudio conducido por el Grupo de Neuroingeniería Biomédica de la Universidad Miguel Hernández, de Alicante y el propio Museo del Prado, le propuso a 52 personas, visitantes del Museo, usar unas gafas con sensores especiales y lectores de pupilas mientras observaban la célebre obra del maestro holandés conocido como El Bosco (1450-15169. A partir de los resultados se extrae que nos detenemos casi el doble de tiempo en El Infierno que el que pasamos en El Paraíso. Qué diría Freud.
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"La mayor parte de los sujetos empiezan por el panel de la derecha, el 46%, un 35% por el panel central y un 20% por la izquierda», explican. Además, el estudio revela que dedicamos un total cuatro minutos a observar el cuadro al completo; 16 segundos por metro cuadrado para la tabla de la izquierda, 26 para la central y casi 34 para la de la derecha" han dicho los autores del estudio.
Las delicias
Aunque se considera el tríptico de El Bosco como una obra 'moralizante', es decir, parte de un discurso ejemplificador sobre los peligros del pecado, no es menos cierto que sus tres paneles abiertos (cuando se cierra el tríptico muestra el tercer día de la creación) tienen una narrativa que se presta a múltiples interpretaciones. En principio nos enfrentamos al Paraíso (izquierda), La tierra representada sobre todo en el acto sexual (el panel central y el más amplio) y el Infierno, en el que se ejemplifican los tormentos a los que nos lleva el pecado de la carne (a la derecha). Pero una observación detallada del cuadro nos muestra elementos perturbadores en todas las secciones lo cual desbarataría esta lectura moralizante o por lo menos cuestionaría la pureza del propio Paraíso.
Tal vez eso tenga que ver con el hecho de que, como revela este estudio, sea en el panel derecho que se detienen nuestros ojos más habitualmente. La auténticas delicias de este jardín parecen ser pues, para nosotros, el caos, las torturas medievales, la naturaleza aberrante, los animales antropomorfizados y carroñeros, la lujuria escatológica, la crítica al clero, la sátira, la sodomía y, en general, la deformación de casi cualquier placer (la música, el sexo, el juego, la comida) que podamos proporcionarnos.
El infierno tan querido
¿Por qué esta fijación por la oscuridad? Para el escritor y ensayista Jorge Carrión, autor de 'Todos los museos son novelas de ciencia ficción' (Galaxia Gutenberg) , se trata de "una atracción natural. Hace poco estuve con mis hijos y ellos también se fijaron sobre todo en el Infierno. Es donde hay la aberración y conflicto. Por eso en el 80% de las series vemos crímenes, política abyecta, distopía, por su fuerza narrativa, pero quizá también porque nuestra época se inclina hacia esa visión colectiva, de signo negativo".
El estudio realizado sobre 'El Jardín de las delicias' abre el camino a una nueva manera de analizar nuestra relación con el arte. Según ha dicho Javier Solana, presidente del patronato de la pinacoteca, "esto es el principio de algo que estamos desarrollando y que es qué vemos cuando vemos un cuadro".