Está en muchas pinturas, pero la mayoría de las veces pasamos por alto que, más allá de su belleza, los cielos pintados que aparecen en las obras de arte pueden ofrecernos una gran información sobre el clima de la época o sobre el estado de ánimo del pintor. Todo eso es lo que el meteorólogo y físico José Miguel Viñas desentraña en su libro ‘Los cielos retratados’, el libro en el que une sus dos grandes pasiones: el clima y el arte.
Su amor por la pintura surgió desde bien joven. “Siempre me ha atraído visitar museos y descubrir las maravillas que atesoran”, nos explica en una entrevista con Uppers. Pero recuerda especialmente como le marcó visitar el Museo del Prado siendo adolescente, donde descubrió que allí se guardan muchas de las pinturas que “hasta ese momento solo había visto reproducidas en los libros del colegio o en la Larousse que tenían y tienen mis padres en casa”.
Su profesión y su pasión por el arte le han hecho prestar atención a los cielos que se han pintado a lo largo de la historia del arte. ¿Quedarse con un cielo pintado? Viñas asegura que le es muy complicado, pero se decanta por ‘El caminante sobre el mar de nubes’, de Fiedrich. “Consigue que sintamos la pequeñez del hombre frente a la majestuosidad del medio rural”, reconoce.
¿Qué nos pueden aportar los cielos pintados por los artistas en sus obras sobre la meteorología?
Por un lado, es importante entender que esos cielos retratados forman parte de las vivencias atmosféricas de los pintores, del tiempo y el clima que les tocó vivir, por lo que tenemos en los paisajes una valiosa fuente de información. Por otro, ofrecen un acercamiento muy interesante a las ciencias atmosféricas. En los análisis de los cuadros se suelen pasar por alto los cielos y las nubes, más allá de comentar su belleza o espectacularidad, se obvian muchos detalles y aspectos que son, justamente, en los que me centro yo en 'Los cielos retratados'.
¿En qué han ayudado a los meteorólogos?
Algunos meteorólogos e investigadores de las ciencias de la atmósfera han investigado las pinturas de paisaje, principalmente como fuente de climatología histórica. En 'Los cielos retratados' doy a conocer algunos de esos estudios, ya que son muy interesantes. Uno de ellos, publicado hace más de un siglo, a partir del análisis de 12.000 obras, demostró científicamente que los pintores, consciente o inconscientemente, dejan plasmada en su obra el tipo de cielo (ligado al comportamiento meteorológico y al clima) que dominaba en las épocas y los lugares donde vivieron.
¿Cómo los artistas retratan el cielo influye en nuestra percepción de la obra?
Los cielos son los telones de fondo de muchos cuadros. Podemos pensar que son un elemento menor, secundario; sin embargo, son usados por muchos artistas para dotar de expresividad o dramatismo a sus obras, así como para dar belleza y armonía a las mismas. Si elimináramos las nubes de todos los cielos retratados, muchas pinturas conocidas perderían su atractivo y nuestra atención e interés.
¿Qué cielos son los que predominan en los cuadros?
La presencia de más o menos nubes está ligada al factor geográfico. Es lógico si lo pensamos. En el sur de Europa -en países como España o Italia- hay muchos más días soleados al año que más al norte, en las Islas Británicas, Países Bajos o Alemania. Dicha circunstancia tiene su reflejo en los cielos retratados. Los cielos con muchas nubes abundan más en la Escuela Inglesa u Holandesa que en la Española. Por otro lado, la nube que con mayor frecuencia aparece en los cuadros es la típica nube de algodón: los cúmulos. Esto es así porque los pintores, históricamente, salían al exterior a tomar sus notas y bocetos cuando el tiempo lo permitía: principalmente en primavera, verano y principios del otoño. Es en esa época del año cuando mayor es la insolación y cuando crecen esos cúmulos, llamados también “nubes de buen tiempo”.
Más que una representación meteorológica, ¿utilizaban los pintores el cielo para mostrar su estado emocional?
Hay una componente emocional en todos los cuadros, que tiene su reflejo en muchos elementos, no solo en el cielo. Es evidente que si un pintor pasa una etapa de su vida triste, deprimido, atormentado…, por ejemplo por una enfermedad, mal de amores, o una guerra (Goya nos serviría como ejemplo), tiene problemas mentales (Van Gogh o Munch, entre otros), o vive con intensa emoción una vivencia, dichas circunstancias quedan plasmadas en la pintura. Si nos fijamos solo en la parte atmosférica de los cuadros, encontraremos en muchos casos un reflejo de su estado emocional.
Los rojos y naranjas de 'El grito' de Munch no son de un atardecer, sino de una erupción volcánica, ¿hay muchos cuadros que, como este, esconden en su cielo secretos más allá de lo evidente a primera vista?
Sí que los hay. Los cielos volcánicos han dejado su huella en muchos cielos retratados. Los encontramos en Turner, por ejemplo. También encontramos ejemplos en los que una obra es testigo de algún episodio meteorológico o circunstancia singular en relación al tiempo. Los cuadros y grabados de las Ferias de Hielo de Londres, o de los paisajes congelados en distintos países europeos, ilustran muy bien la crudeza de los inviernos durante la Pequeña Edad de Hielo, un periodo de varios siglos en los que hacía bastante más frío en que en la actualidad.
¿Qué tienen de especial los cielos que pintaba Velázquez?
Son complejos, bellos, llenos de matices, enmarañados… dan a los cuadros en los que los pintó un mayor atractivo. Llama la atención que apenas hayan sido motivo de análisis por parte de los estudiosos de arte, más allá de que son llamativos y singulares. Cuando se rasca un poco en ellos y sus circunstancias, se llega a entender su razón de ser, o al menos a la que yo he llegado.
Los cielos de Van Gogh se definen como turbulentos, ¿qué esconden sus obras, en especial ‘La noche estrellada’?
Son tan turbulentos como la agitada vida interior del artista. Es un buen ejemplo de lo que comentábamos antes. Los últimos años de Vincent van Gogh pasó periodos ingresado en hospitales psiquiátricos. Su forma de escapar de su agitado estado mental era el mundo exterior, el cielo y la tierra (el campo) que veía a través de la ventana de su habitación. Mientras pintaba era feliz, aunque esa turbulencia denota cómo se encontraba a nivel cerebral.