Hace unos días saltó la noticia: un posible Caravaggio estaba a punto por ser vendido en la casa de subastas de Ansorena en Madrid como obra del círculo de Ribera por solo 1.500 euros, un error de catalogación que nadie se explica. El Prado, haciéndose eco del hecho, que ya se conocía curiosamente entre los historiadores del arte y anticuarios de Europa, dio aviso al Ministerio de Cultura, que paralizó la subasta inmediatamente. El mecanismo de seguridad artística se puso entonces en marcha: el cuadro salió del catálogo de venta y el misterio lo etiquetó como 'inexportable' para evitar su pérdida. Si la pinacoteca madrileña no hubiera alertado al Ministerio, el cuadro se hubiera vendido sin levantar sospechas y seguramente hubiera salido del país para siempre, pues ya habían llegado ofertas desde el extranjero. Sin ir más lejos, una como la que hicieron los anticuarios británicos Robilant+Voena de 20 millones de libras.
Sin embargo, que una pintura pase a ser atribuida a Caravaggio, o a otro gran maestro de la pintura universal, no significa que todos los expertos y conservadores de los grandes museos del mundo, en este caso de Europa, estén de acuerdo de forma unánime. Hay muchos pasos a seguir para determinar que una obra sea adjudicada a un gran maestro. Determinar si el cuadro que se pretendía vender en Ansorena el pasado jueves es un Caravaggio, es como resolver un misterio, casi de película.
No siempre es fácil. En este caso concreto, los primeros indicios que se tienen son los datos de los dos inventarios, tal y como ha apuntado la experta en Caravaggio a nivel mundial, la profesora Maria Cristina Terzagh, de la Universidad Roma. Uno es el del año 1631 de Juan de Lezcano, embajador de España ante la Santa Sede y el otro de 1659 del virrey español, el conde de Castrillo, en el que se asegura que el cuadro viajó a España ese año, junto a 'Salomé con la cabeza del Bautista', conservada hoy en el Palacio Real de Madrid.
Pero a veces estos datos no son pruebas suficientes pasa asegurar la autoría de una obra ya que los inventarios no siempre recogen las medidas exactas de las pinturas y otras veces el título de una obra no se sabe con seguridad si corresponde con la que buscamos, pero no dejan de ser datos decisivos a la hora de una atribución.
Lo primero que se debería hacer es un examen visual de la obra misma, ya que muchas veces es la propia obra la que nos da la solución al problema. Como no siempre se encuentra documentación histórica que ayude en su atribución, el ojo del hastiador del arte experto es muy importante pero no decisivo. El ojo de un historiador de arte se educa con los años y esto solo se puede hacer viendo muchísima pintura.
Si gran cantidad de expertos y conservadores empezaron a hablar de esta obra desde el mes de marzo es porque sus pupilas vieron algo que les hizo sospechar que la tela tenía algo fuera de lo normal. Y por el momento su intuición ocular es lo que hizo que saltar todas las alarmas.
Pero aún quedan los exámenes técnicos, que por cómo van las cosas todo apunta a que se realizarán en el Museo Nacional del Prado. La pinacoteca madrileña es el único museo de España preparado para semejante responsabilidad y trabajo. Allí se tendrían que realizar los estudios más convenientes para poder asentar la paternidad de la obra mediante análisis de pigmentos, radiografías, reflectografías infrarrojas, estudios de la tela y macrofotografías.
Estos estos se podrían comparar con otras obras caravaggescas del mismo periodo artístico o cercanas en el tiempo, y según los expertos, todo apunta que el 'Ecce Homo' fue pintado en su periodo napolitano, el primero fue entre 1606 a 1607 y el segundo de 1609 a 1610, con la casualidad que en el Palacio Real de Madrid se custodia una obra suya de estos años, la 'Salomé con la cabeza de san Juan Bautista', que data de 1609 con la que guarda algún parecido. En resumen, este proceso es largo y complicado.
Habría que decir que en caso de ser esta obra de Caravaggio, que tiene muchas posibilidades de que así lo sea, no sería la única pintura del artista milanés que se conserva actualmente en España. Cinco son las pinturas de Caravaggio que se conservan de manera oficial en nuestro país. 'La santa Catalina de Alejandría' del Museo Thyssen-Bornemiza, el 'San Jerónimo en meditación' del Museo de Montserrat, la 'Salomé con la cabeza de san Juan Bautista' de Patrimonio Nacional, 'David vencedor de Goliat' en el Museo del Prado.
Y, por último, la expuesta en la catedral de Toledo, un 'San Juan Bautista', de la que no toda la crítica del arte esta de acuerdo en que sea de Merisi, sino que hay voces que sospechan que el lienzo sea de Cavarozzi, otro gran pintor italiano que trabajo la estela del caravaggismo.
Con esto hay que pensar que no es algo sencillo que la crítica experta llegue a un consenso sobre la autoría de una obra. Y si nos ponemos a determinar el valor económico es otra historia. Pues una vez que se determine que la obra es de Caravaggio, nuevamente habría que tasar la pieza y darle un valor de mercado que está determinado por muchos factores como las dimensiones de la obra, la temática, por cuanto se vendieron otras obras del artista o el estado de conservación; serían algunos de los puntos que determinarían su precio de salida en una nueva subasta si se realizase. Una nueva restauración, pues ya fue restaurado en el pasado, podría ayudar a incentivar su valor y poner en alza la obra.
El precio que alcanza una pintura en una subasta, y más cuando hablamos de grandes maestros, es algo relativo. Pasó con el 'Salvator Mundi' del taller de Leonardo da Vinci, vendido como obra de la mano de Leonardo y alcanzando un precio de 380 millones de euros el 15 de noviembre de 2017. Sin embargo, esta tabla se presentó al mundo en 2011 avalada en la exposición 'Leonardo da Vinci: Pintor en la corte de Milán' de la National Gallery de Londres como obra de Leonardo. Siete años después, en 2018, el Musée del Louvre, máxima entidad en el mundo leonardesco, dictamina que la tabla es del taller del maestro, lo que haría que si hoy día la pintura saliera a subasta el valor sería muy diferente siendo la misma obra.
Tampoco habría que olvidar que una obra tan polémica como esta se vendió por esa cifra astronómica mientras que el 'retrato de Olimpia Pamphili' de Velázquez, perdido durante casi 300 años, algo similar al supuesto 'Ecce Homo' de Caravaggio, fue vendido en la delegación de la casa de subastas Sotheby's en Ámsterdam por solo 2,8 millones de euros, y no había ninguna duda de que fuera del maestro sevillano.
No es la primera vez que aparece un Caravaggio en el mercado del arte, ni esperemos que sea la última. Que los propietarios hayan olvidado o que no sepan que tiene en sus casas un Caravaggio auténtico es algo que puede resultar sorprendente pero sucede, incluso en la misma colección real inglesa.
Por hacer una referencia cronológica de otras pinturas descubiertas del maestro italiano empezaríamos en 1912, cuando salió a subasta en Edimburgo, sin que nadie pujase por él, 'El prendimiento de Cristo', que tras un legado terminó en la Casa Madre de los Jesuitas de la capital irlandesa hasta que en el año 1990, gracias al conservador Sergio Benedetti de la National Gallery de Dublín, y a las investigaciones de las historiadoras del arte, Francesca Cappelletti y Laura Testa, se dieron cuenta que la obra era un Caravaggio y terminó finalmente expuesta en el museo nacional.
Otro caso, esta vez en España, fue la pérdida en 1976 de 'La crucifixión de San Andrés' para terminar en el Cleveland Museum of Art. Otro ejemplo, pero en esta caso fue de cambio de atribución, con lo que el cuadro se revalorizo sustanciosamente y su valor económico alcanzó los 50 millones de libras esterlinas, fue en 2006 cuando 'La vocación de los santos Pedro y Pablo' pasó a ser de mano de Caravaggio en la colección privada (la Royal Collection) de la reina Isabel II.
Un caso más reciente es el de 'la Magdalena en éxtasis' en manos de coleccionistas no expertos y atribuido al pintor maldito por la historiadora del arte Mina Gregori, experta en el mundo caravaggesco. Y por último, hace unos años, concretamente en 2014, se encontró en un desván de la ciudad francesa de Toulouse, la segunda versión de 'Judith y Holofernes', conservada hoy día en manos privadas.
Lo que pasará con este cuadro cuando se esclarezca su autoría, en el caso de ser favorable a que sea un Caravaggio, seguramente el Estado español por una cuestión de salvaguardar y proteger el patrimonio, intentará comprarlo, si los dueños quieren venderlo en una subasta, el Estado aplicaría su derecho de tanteo en el plazo de dos meses para adquirirla, como ya ha pasado con otras grandes pinturas descubiertas en el pasado.
Ejemplo de ello fue la compra en 2010 por 7 millones de euros de la sarga 'El vino en la fiesta de San Martín de Pieter Brueghel 'El Viejo', conservado hoy en el Prado. Pero no siempre el Estado puede comprar una obra, ya sea por una cuestión de dinero o porque al declararla "inexportable", es decir, ya no puede salir de España, se asegura que aunque no esté en un museo estatal por lo menos está en territorio nacional y controlada.
Esto ocurrió en 2004 con la pintura de Velázquez 'Las lágrimas de san Pedro' no encontró comprador en la subasta y el Estado tampoco la compró. Si encima esta obra es declarada BIC (bien de interés cultual), en este caso esta decisión la tiene la Comunidad de Madrid, exige a los propietarios a cumplir con una serie de obligaciones como permitir el examen de la pintura, a cederla para exposiciones cuando sea necesario para el disfrute de todos, a conservarla en buenas condiciones, solicitar autorización a la Dirección General de Patrimonio Cultural para cualquier tipo de intervención o manipulación, ya sea una restauración como un cambio del marco.
Si diéramos un posible final a esta historia caravaggesca, y no de caballería, es que si la pintura es un Caravaggio casi todos saldremos ganando. Si al final la administración no lo comprara por lo menos tendremos la oportunidad de verlo en alguna exposición; si lo comprasen las colecciones estatales se enriquecerían con una gran obra. Los únicos que perderían en esta historia serían los propietarios que no podrían vender la pieza en el extranjero donde de seguro en una subasta alcanzaría una cifra astronómica que no llegaría nunca a alcanzar en territorio español.
* Ignacio G. Panicello es historiador del arte y restaurador. Ha trabajado en Italia, en los Museos Vaticanos, y el Museo Nacional del Prado.