Actualmente, a un artista le basta un clic para compartir su opinión sobre el trabajo de otro compañero. Y en cuestión de segundos, toda la audiencia en redes sociales es conocedora de la crítica. En el pasado, sin embargo, los pintores solían contestarse a través de sus propias obras. Un ejemplo lo encontramos en dos figuras del arte austriaco: Gustave Klimt y Egon Schiele, que mantuvieron una relación de amor-odio casi hasta el final de sus días. En este nuevo episodio de 'Vaya cuadro', Antonio García Villarán relata este capítulo de la historia del arte.
Schiele fue discípulo de Klimt. Ambos pertenecieron a la corriente de Secesión Vienesa y los dos compartían el gusto por los desnudos, lo que llevó a que algunas de sus obras fueran consideradas pornográficas. Pero sus estilos eran completamente distintos: mientras que Klimt mostraba a mujeres cuyas posturas eran más amables, con ciertas referencias al arte antiguo; los cuadros de Schiele destilaban tensión erótica y angustia. Las obras de Gustave Klimt siguen batiendo récords en las subastas de arte.