Con esta pandemia hemos perdido los conciertos en directo. Los de siempre, a los que estábamos tan acostumbrados sin dar demasiada importancia a lo que suponían de ritual social y de descarga de energía. Aquellos de los de saltar y sudar apretujados en las primeras filas. Los de tomar una birra un poco separados con la música al fondo a tope. Los de bailar hasta desfallecer con el ritmo retumbando en tu cabeza. Conciertos en vivo que ahora vemos tras una pantalla. Conciertos que volverán. Y a los que volveremos. ¡Larga vida al Rock&Roll!