Una sala vacía. Obras eternas pero perdidas, sin nadie que las observe. Silencio. Ni un flash, ni un móvil, ni un murmullo. Es el día a día en cualquier sala de museo durante la cuarentena. ¿Cómo se están cuidado las obras de arte en pleno estado de alarma? ¿Quién cuida de esos personajes huérfanos de admiradores?
La implantación de las medidas contra el coronavirus provocaron el cierre temporal de todos los museos abiertos al público y la marcha de sus trabajadores a sus casas para, en el mejor de los casos, teletrabajar. En los espacios museísticos únicamente quedan "templarios" protegiendo los "santos griales".
"El museo sigue vivo, pero está en hibernación; la conservación de las colecciones no corre ningún peligro", nos cuenta al teléfono Carmen Jiménez, subdirectora general de Museos Estatales. "Ahora mismo estamos en manos de las contratas de seguridad, mantenimiento y limpieza, que son los que están allí físicamente y nuestros técnicos son los que van valorando que todo va bien y los parámetros de conservación son los adecuados", explica.
En los museos pertenecientes al Estado como el Museo Sorolla, Museo de América o el Museo Arqueológico Nacional, las condiciones ambientales de las salas (temperatura, humedad e iluminación) se pueden controlar de forma remota. "Seguimos trabajando con tanto mimo como a museo abierto, pero con las salas y almacenes cerrados", dice Jiménez.
"Tenemos 760 personas en plantilla y muchas de ellas siguen teletrabajando para garantizar el pago a proveedores o mantener los contratos. Tenemos una responsabilidad con nuestros trabajadores pero también con parte de la sociedad que depende de nuestros trabajos para vivir", arguye Jiménez.
Además, este tiempo de 'stand by' también está sirviendo para hacer estudios de público, avanzar con la explotación de datos, o trabajar en los planes de salvaguarda. "Nuestros técnicos están en casa trabajando los que pueden, porque hay algunos cuidando enfermos o niños, pero la gente ha respondido genial. Somos 300 conectados. Nadie está en su casa mirando el techo", concluye la subdirectora de Museos Estatales.
Si en los museos se hace, sobre todo, conservación preventiva, desde el Instituto de Patrimonio Cultural de España, del Ministerio de Cultura, se responsabilizan de los grandes proyectos de restauración. Ahora, en pleno estado de alarma, las obras también han quedado paralizadas y sus restauradores sumidos en un ERTE.
Javier Rivera, subdirector del Instituto, nos explica que, a pesar de la protección de los ERTE y de que se van a conceder préstamos extraordinarios "hay un sentimiento de desolación total en los sectores implicados, tanto en los empresarios como en los restauradores autónomos".
Con el decreto del estado de alarma las obras más importantes que se han quedado paralizadas van desde la restauración de la Catedral de Jaén, la Catedral de León, el castillo de Morella y el de Figueras hasta la obra del Albaicín de Granada.
"En el Instituto ha quedado un Rivera a medio restaurar y numerosas obras, por ejemplo, el Retablo de la Concepción y el Crucifijo de la Capilla de los Conchillos o retablos de la Catedral de Toledo. Ahora estamos teletrabajando haciendo estudios y papeles", explica Javier Rivera, a la espera de poder volver a los talleres para cuidar y mejorar las obras que se han quedado a medio hacer.
Lo que está claro es que cuando las miradas, las fotos, los pasos, los murmullos vuelvan a ocupar las salas de los museos, ya nada será igual. Las medidas de 'desescalada' que tomará el Gobierno probablemente dejen la apertura de los espacios con afluencia masiva de gente para lo último, y eso obliga a reinventarse.
"Esto nos ha obligado a replantearnos las fechas de las exposiciones temporales, por ejemplo, pero hay que ser realistas y dar un mensaje de normalidad dentro de la anormalidad. Cuando esto pase seguiremos aquí, con las puertas abiertas", explican desde los Museos Estatales.
Dentro de un tiempo, las pinturas de Altamira, las piezas de arte romano, los recuerdos de Cervantes o de El Greco, las esculturas del Museo Nacional o las vestimentas del Museo del Traje estarán ahí esperándonos con los brazos abiertos y preguntándonos: "¿Dónde os habéis metido durante todo este tiempo de silencio y soledad?".