Pepe Castro (55), fotógrafo: "No borro las arrugas, son momentos de experiencia en la vida de una persona"
"Nunca he tenido prisa, la vida no se acaba con 40, 50, 60 ni 70"
"Las Redes Sociales son indispensables, las miro a diario y contesto a todo"
Blanco y negro, los dos colores que definen la vida de Pepe Castro. De negro viene vestido a la entrevista y blanco es el color de su mensaje. Así también hace sus retratos, así escucha la música, así ve el mundo. Por su objetivo han pasado cientos de personalidades nacionales e internacionales. Artistas, músicos, políticos, deportistas o periodistas. Y Premios Nobel de la Paz. Ha decidido buscarlos, perseguirlos, contar su historia y mostrársela al mundo. En Latinoamérica, donde ha centrado los últimos años su actividad, le conocen como "The peace shooter" y al final de estas líneas entenderás por qué.
Sosegado y siempre los pies en el suelo, nos cuenta, emocionado, cómo es entrevistar y fotografiar a aquellos que más han hecho porque el mundo siga siendo lo que conocemos. Relata cómo su vida ha cambiado en estos 15 años, por qué decidió dejar el jazz para dedicarse a este otro arte y cómo ha dejado de lado, también, su labor comercial para dedicarse en cuerpo y alma a esta otra, más humana y personal.
Llevas en la fotografía toda la vida, pero realmente de manera profesional no desde hace tanto. ¿Cómo decides dejar la hostelería, tu club de jazz, para ser fotógrafo profesional?
Decidí dar el paso con 40 años, que muchos pueden pensar que es un poco tarde. Fue una noche que casi no pude dormir pensando que quería hacer lo que me gustaba y al amanecer decidí ir a la delegación de Hacienda y darme de alta como fotógrafo. Desde ese día en mi cabeza me dedicaba a esto y podía empezar a facturar y a ganarme la vida en este sector. De eso hace ya 15 años.
¿Qué te llevó a dar el paso?
Era el momento oportuno. Muchas veces he pensado que tenía que haberlo hecho antes para tener más trayectoria, más recorrido, para aprovechar más años, pero realmente si lo hubiera hecho antes no hubieran ocurrido ciertas cosas que me han traído hasta aquí. Siempre he pensado que las cosas suceden por algo y en el momento correcto. El paso lo di cuando debía y he conseguido mi hueco en la fotografía.
Una persona madura te cuenta muchísimo más con la mirada que una joven
¿Cómo ha cambiado tu vida en estos años?
Ha sido una evolución continua. Yo antes estaba bien, regentaba un club de jazz, tenía otro bar y me gustaba lo que hacía, pero estaba metido entre cuatro paredes. Ahora estoy viajando por todo el mundo, el cambio es brutal. Salir, viajar, poder contrastar experiencias y escuchar a personas que han cambiado la historia, abre la mente. Además a nivel personal es una experiencia grandísima.
¿Qué dijo tu familia cuando decidiste poner punto y aparte a tu antigua vida para tirarte a esta piscina?
Cuando yo decidí dar el salto de la hostelería a la fotografía, en realidad no fue un salto al vacío. No podía dejar a mi familia, fue una transición. En ese momento tenía que dedicar muchas horas a mi negocio, otras tantas a la fotografía por lo tanto me quedaba muy poco para dormir. Pero conseguí encontrar el equilibrio. He sabido jugar mis cartas, he tenido visión de futuro. Nunca he tenido prisa. He ido plantando semillas y regando, porque la vida no se acaba con 40 ni 50 ni 60 o 70, la vida es muy larga. Yo empecé con 40 y a partir de ahí miré a largo plazo. Lo he hecho bien, he sabido esperar.
En estos años te has convertido en un referente en los retratos, has fotografiado a las personalidades más importantes del país, ¿por qué en blanco y negro?
Cuando empecé en la fotografía yo siempre decía que vivía en blanco y negro. Me gustaban los artistas que fotografiaban en blanco y negro, el cine en blanco y negro e incluso la música en blanco y negro, porque el jazz se puede entender así. Mi retrato no es un retrato amable, no busco la amabilidad ni la sonrisa. Busco el personaje que hay dentro de cada uno, uno no va por la vida siempre sonriendo. Hay momentos de concentración, de risa, de reflexión… Cuando hago un retrato siempre pienso que voy a sacar la mejor fotografía de la persona que pueda hacer ese día, mañana será uno diferente. Yo nunca les pido que sonrían, si la sonrisa sale en mitad de la conversación es bienvenida, pero busco más el gesto de concentración, la mirada serena, la comunicación entre el retratado y el espectador.
Tampoco eliminas de tus retratos las imperfecciones, las arrugas…
Esconder lo que hay es un error. Otra cosa es en publicidad que entiendo que haya que camuflar, pero en un retrato de verdad tienes que mostrar lo que hay, no acentuarlo pero sí enseñarlo. Para qué quiero una cámara tan buena, esas lentes si después voy a ir yo a borrarlo. Aviso siempre en mi retrato que mi interés es mostrar lo que hay, no sacar nada que no esté, pero yo quiero enseñar cada momento, cada expresión de la persona que se va a fotografiar. Si te fijas en mis retratos hay más personas maduras que jóvenes, porque cuentan muchísimo más. Cualquier arruga, cualquier marca no deja de ser un momento de experiencia en la vida de una persona.
Mi retrato no es un retrato amable, no busco la amabilidad ni la sonrisa
¿Qué diferencia hay al fotografiar a alguien de cincuenta y a alguien de veinte?
La gran diferencia no está en las arrugas, está en la mirada. La mirada de las personas jóvenes es más distraída y menos intensa. Una persona madura te cuenta muchísimo más con la mirada y es porque está más acostumbrado a pensar y a mirar.
Actualmente entre tus proyectos está “The Nobel Pax Portaits”, cuéntanos en qué consiste
Hace aproximadamente dos años estaba en San José, en Costa Rica, y acaba de dar una conferencia y estaba con mi asistente y con otro fotógrafo charlando sobre mi trayectoria. Me decían que qué suerte conocer a tanta gente y yo les dije que sí, pero que estaba en un momento en el que quería hacer algo que a nivel personal dejase huella. Mi asistente me dijo "Pepe podías intentar hacer una fotografía a un Premio Nobel de la Paz", y cuando ella dijo eso, yo pensé un par de segundos y le dije "yo no voy a hacer un retrato a un premio Nobel de la paz", - y ella se quedó mirando extrañada- y le dije "vamos a hacer todos y los vamos a hacer juntos", y a partir de ahí el proyecto ha ido creciendo. No son solo premios Nobel sino mucha gente que tiene que ver con proyectos, iniciativas solidarias, músicos, misioneros, incluso gente conocida que ha prestado su apoyo a este proyecto, como Pedro Piqueras. Ese proyecto nació así, de momento hay 5 nobeles entrevistados y mucha más gente. Incluso hay un inicio de proyecto documental que se pretende llamar "The peace shooter".
No hay paz si no hay cultura, no hay paz si no hay democracia, no hay paz si no hay estudios
¿Cuál es el Nobel que tienes pendiente que más te apetece fotografiar y entrevistar?
Ahora mismo vivos hay 32 premios Nobel, la lista es larga. Pero así que me apetezcan mucho por ejemplo Barack Obama y Dalai Lama, que estoy seguro que los conseguiré hacer. La experiencia es brutal, el sentarme a charlar con ellos cerca de una hora antes de fotografiarlos es increíble. Entonces no hay ninguno que no me apetezca.
¿Podrías haberte planteado este proyecto más joven?
Este proyecto si hubiese sido más joven no hubiese sido igual, porque yo no era igual de paciente, ni tenía la misma sabiduría. No de haber estudiado más, sino la que te da la edad, el saber relacionarte con las personas y saber estar con todas las personas. El tener esa capacidad de entablar una conversación con un Premio Nobel o con un presidente. Creo que las cosas pasan cuando tienen que pasar. Yo hice el traslado de profesión a los 40 pero el proyecto este lo ha hecho con 50.
A parte de este proyecto por el que ya eres conocido como el fotógrafo de la paz, estás trabajando en otro, en "Las caras de la democracia". ¿En qué consiste?
Estoy fotografiando a presidentes y expresidentes de América Latina. Es un proyecto interesantísimo y que se da la mano con el otro. No hay paz si no hay cultura, no hay paz si no hay democracia, no hay paz si no hay estudios. Este proyecto conecta a los presidentes y expresidentes de América Latina para hacerles una sesión de fotos y charlar con ellos sobre la cultura, la sociedad… Hablo de Democracia, hablo de paz, hablo de educación y también de su vida personal. Es increíble escuchar de primera mano los entresijos de su mandato. Escuchar de primera mano cómo a un señor de repente le secuestran y cuando abre los ojos se encuentre frente a frente con Pablo Escobar. Que otro te cuente cómo consigue salvar la vida en un atentado. Hay cosas que parecen películas.
Soy un fotógrafo de corazón y eso me lo ha dado la experiencia
Trasmitir a través de la fotografía la paz, la justicia, la democracia, se ha convertido en tu cruzada, ¿con la edad se aprenden a valorar estas cosas?
Sí, yo hace unos años yo necesitaba hacer algo más, algo que me motivase. Tengo que decir que esto no es gratuito, que esto está directamente reñido con la economía familiar. El dejar a un lado parte de la labor comercial para dedicarme proyectos personales que nadie piense que es una labor fácil, es algo que me cuesta dinero. Son proyectos muy grandes y que no dejan de ser artísticos, que a priori no tienen remuneración. Pero estoy completamente convencido de lo que hago y que los mensajes que lanzamos están llegando a distintos sitios. Que un fotógrafo ponga cara, voz e imagen a la paz, a la democracia y a la justicia no es habitual. El proyecto está reconocido, está recibiendo ayuda de muchos países a través de la fundación Cultura es Paz, que la hemos creado para estos proyectos. Mucha gente nos está echando una mano con su labor artística, personal, poniendo su granito de arena.
¿Te ves dejando la fotografía en algún momento?
Creo que nunca lo voy a dejar. No se debe decir de esta agua no beberé, pero incluso si ganara la primitiva no podría vivir mi vida sin hacer lo que me gusta. Lo bueno en ese caso es que tendría el dinero para hacerlo sin tener que pedir a nadie. Nunca dejaría de hacer lo que hago por la satisfacción personal y el reconocimiento que me está aportando.
¿Crees que determinadas personas te pueden ver como un ídolo?
Yo me considero una persona de a pie, es cierto que la gente joven viene a escucharte y se queda sorprendida, pero yo quiero que me vean como alguien normal que simplemente elegí un camino. No me considero un ídolo, pero para la gente que está empezando en la fotografía sí lo eres, te ven en la cima, pero de verdad que no me considero así. Es cierto que estoy viviendo un momento muy bonito, desde que me estoy dedicando a la labor cultural y personal en lugar de a la comercial.
En mis retratos hay más personas maduras que jóvenes porque cuentan mucho más
¿Cómo ha cambiado Pepe en los últimos 15 años?
Desde que yo empecé hasta ahora hay mucho cambio a nivel técnico, porque uno no deja de aprender. He mejorado mucho pero nunca me he considerado un fotógrafo técnico. Soy un fotógrafo de corazón y eso me lo ha dado la experiencia.
Y en este camino, ¿te has beneficiado de alguna manera del uso de las Redes Sociales?
Las Redes Sociales son una herramienta indispensable para cualquiera que esté en el mundo y que quiera tener una representación. No soy bueno del todo y he empezado tarde, tengo perfil en Instagram desde hace 3 años. Es una manera de convocar y comunicar cuando llego a un sitio. Las Redes Sociales son un mundo increíble. Miro las Redes a diario y contesto a absolutamente todos los mensajes que me mandan.
*Pepe Castro, además, tiene la sección 'Rebelados', con entrevistas exclusivas en Uppers