Edward Norton, el mejor actor de su generación que siempre tenía algo que decir y fue despedido por Marvel
En 'American History X', incluso se metió en la sala de montaje
A menudo se empeña en reescribir los guiones de las películas que protagoniza
Nick Nolte abandonó una película solo por no tener que aguantarle
Él dice que su fama de “actor difícil” es exagerada. Habría que preguntarles a los demás. Edward Norton ha rodado solo cinco películas en la última década y los motivos para explicar esta ausencia van desde su vida familiar (tiene un hijo, Atlas, de nueve años), sus negocios (es accionista de algunas de las empresas más populares del momento, como Uber) o su manía de ponerse a dirigir todas las películas en las que aparece... incluso cuando está el director delante.
A Norton le colgaron la etiqueta de “Mejor actor de su generación” cuando tenía 29 años y seis películas en su filmografía. Pero vaya películas: su debut 'Las dos caras de la verdad', 'El escándalo de Larry Flynt, 'Todos dicen I Love You', 'American History X', 'Rounders' y 'El club de la lucha'. Para entonces, ya tenía otra etiqueta colgada: la de actor imposible. ¿Será un apelativo exagerado, como dice él? Estos son los hechos, suyas las conclusiones.
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Echó al director de su cuarta película de la sala de montaje
'American History X' abordaba la problemática social, que preocupaba mucho en la televisión de los 90, de las pandillas de skin heads que proliferaban en los núcleos urbanos. Norton interpretaba a un cabeza rapada que se reformaba durante su estancia en la cárcel y, al salir, debía proteger a su hermano de cometer sus mismos errores.
El director Tony Kaye presentó un montaje inicial de 95 minutos que Norton encontró demasiado frío. El cineasta se mantuvo firme en su visión (debe de ser el único director que se ha empeñado en hacer un montaje más corto que el que quería el estudio) y entre tanto tira y afloja le acabaron prohibiendo la entrada a la sala de montaje. Kaye dio un puñetazo en la pared y se rompió la mano.
El montaje definitivo que hizo Norton superó las dos horas. “La película que se estrenó estaba trufada de planos de gente llorando y abrazándose. Y, por supuesto, Norton había sido muy generoso consigo mismo dándose más minutos de lucimiento”, criticó el director. En el momento más tenso de las negociaciones, Kaye acudió a una reunión con un sacerdote, un rabino y un monje para tratar de apelar a la fe (fuese cual fuese) de los ejecutivos.
No sirvió de nada. Como tampoco sirvió la demanda por 200 millones que interpuso contra el estudio, o su solicitud de retirar su nombre de los créditos y reemplazarlo por Humpty Dumpty. La mayor consecuencia de todo este embolado, eso sí, fue que la prensa se hizo eco y le endosó a Edward Norton esa fama de estrella egocéntrica y problemática que le perseguiría durante años.
'American History X', eso sí, recibió críticas excelentes y le dio a Norton su segunda nominación al Oscar tan solo dos años después de la primera, que logró con su debut cinematográfico 'Las dos caras de la verdad'. Se convirtió en una película de culto inmediato y confirmó a Norton, que según la crítica de The New Yorker aportaba al personaje “un ambiguo atractivo erótico”, como el alumno más aventajado de su quinta. Él parecía estar de acuerdo.
Siguió metiendo mano en cada guion que protagonizaba
Lejos de tratar de volar bajo para no avivar las llamas de su mala fama, Norton se presentó en el rodaje de 'El dragón rojo', la secuela de 'El silencio de los corderos', con un taco de folios llenos de sugerencias que nadie le había pedido. El guionista Ted Tally, autor también de 'El silencio de los corderos', protestó ante esta invasión y el director Brett Ratner tuvo que capear el conflicto. “El instinto de Edward siempre va a ser 'Tengo que hacerme cargo de esta película'. Él va a intentar salvar la película. Y eso es a la vez una bendición y una maldición”, explicaría después el cineasta.
Ese mismo año Norton se atrevió a enfrentarse a una de las instituciones más poderosas de Hollywood, el sindicato de guionistas. El comité lucha por que prevalezca el crédito del guionista original, para que las inevitables reescrituras (a cargo de directores, productores, más guionistas, actores o incluso guionistas personales contratados por las estrellas para mejorar su personaje) no acaben mermando los beneficios económicos por derechos de autor.
En 2001 Salma Hayek estaba a punto de cumplir el sueño de su vida y levantar el proyecto sobre la vida de Frida Kahlo. Pero el productor Harvey Weinstein, furioso por los rechazos de Hayek ante su acoso sexual, le dio un ultimátum a la actriz y productora: o conseguía una reescritura de guion gratis o la producción se cancelaba. La entonces pareja de Hayek, Edward Norton, se ofreció a trabajar en el texto para añadir humor, contexto histórico y reforzar la personalidad cruda de Kahlo.
“Edward reescribió hermosamente el guion de 'Frida' y, por desgracia, nunca lo acreditaron”, confirmó Hayek en 'The New York Times' en 2017. Norton culpó al sindicado de guionistas, del que él no era miembro, de haberle saboteado e insistió en que la película que se estrenó en cines (y logró seis nominaciones al Oscar) está rodada según su guion. Sin embargo, en aquel momento su gesto de generosidad solo se percibió como el enésimo encontronazo de un actor ególatra con el sistema de Hollywood.
Nick Nolte amenazó con rajarle el cuello
Nada más empezar el rodaje del drama policiaco de 2008 'Cuestión de honor', Nick Nolte, que interpretaba al padre de Norton, chocó con él. “Me sentó mal que en la mesa de lectura de guion nos indicase a los demás actores como debíamos interpretar nuestros personajes”, contó Nolte. “Y después de que yo leyese uno de los monólogos del capitán de policía, Ed anunció 'Oh, no podemos decir algo así. Ningún padre habla así a su hijo'”.
“¿Disculpa?”, respondió Nolte. “He dicho que ningún padre habla así a su hijo”, insistió Norton. “Pues te equivocas, joder”, zanjó Nolte. “Supongo que no tienes padre, porque desde luego el mío me hablaba así”. Norton intentó quedarse con la última palabra limitándose a decir: “Bueno, yo no lo puedo actuar”. Pero Nolte se levantó, exclamó “Y yo no puedo actuar contigo” y abandonó el proyecto. “Es imposible que consiga rodar esta película con Ed Norton”, le explicó al director. “Le rajaría el cuello antes de empezar siquiera”. Nolte fue reemplazado por Jon Voight.
Se negó a promocionar uno de sus mayores éxitos
Paramount apostó por Norton cuando era un desconocido al seleccionarlo entre más de 2000 aspirantes para 'Las dos caras de la verdad'. A cambio, le pidieron que se comprometiese a rodar dos películas más con ellos. Pero en cuestión de meses Norton era el actor de moda y rechazaba todas las propuestas de Paramount mientras trabajaba con todos los demás estudios. Y así se pasó ocho años.
Finalmente Paramount amenazó con demandarle por incumplimiento de contrato. Para evitar ir a juicio, a Norton no le quedó más remedio que protagonizar el thriller de acción 'The Italian Job', pero dejó claro su malestar comportándose de manera desagradable y poco cooperativa con el equipo durante el rodaje.
Tras el estreno de 'The Italian Job', directamente se negó a promocionarla. El productor le envió regalos a todo el equipo para celebrar el éxito de crítica y público. Norton devolvió el suyo acompañado de una nota: “Dale esto a alguien que te caiga bien. O, mejor dicho, a alguien al que le caigas bien”.
Fue despedido de Marvel
La tibia recepción del 'Hulk' de Ang Lee en 2003, con Eric Bana y Jennifer Connelly, llevó a Universal a no renovar los derechos que poseía del personaje para futuras secuelas. Algo similar ocurrió con Iron-Man en 2005. Así que de repente Marvel se vio con un puñado de personajes en su poder: aunque los más famosos pertenecían a otros estudios (Spider-Man a Sony y X-Men a Fox), Marvel tenía suficientes para levantar una saga sobre Los Vengadores. Así que se animó a fundar Marvel Studios, su propia productora cinematográfica. El resto es historia... pero no para Edward Norton.
En 'El increíble Hulk' Marvel quería un drama sombrío como 'Batman Begins'. O eso le dijeron a Norton. “Me encantaban los cómics de Hulk, me parecían muy míticos. Es literalmente el mito de Prometeo”, explicaría el actor años después. “Les propuse un arco en dos películas, en la línea de lo que lo que Chris Nolan había hecho con Batman: largo, oscuro y serio. '¡Eso es lo que queremos!', me dijeron. Resulta que no, eso no era lo que querían”.
Norton firmó su participación cuando el guion de Zack Penn, responsable de 'X-Men 2', todavía no estaba finalizado (una práctica habitual en Hollywood, donde las fechas de estreno se deciden en función de si McDonald's tiene la semana libre de promociones), pero le garantizaron que tendrían en cuenta todas sus propuestas de cambios. Cuando lo leyó por fin, por supuesto, escribió varias páginas de sugerencias.
A pesar de los esfuerzos del director Louis Leterrier por incorporar sus ideas (que, según el cineasta, aportaban gravedad a la historia), la producción no podía modificarse y el sindicato de guionistas, un viejo conocido de Norton, intercedió de nuevo para proteger el trabajo de Zack Penn.
El resultado fue una película que intentaba ser dos películas a la vez. Tras el primer pase, a Marvel le preocupó la ausencia de escenas de acción. Demasiados diálogos, demasiadas emociones, demasiado conflicto de personajes. Demasiado intelectual. Norton accedió a rodar escenas de acción extra porque estaba obligado contractualmente, pero una vez estrenada la película se negó a promocionarla y, en su lugar, viajó a África para participar en iniciativas humanitarias.
Dos años después Marvel presentó su ambicioso proyecto, entonces sin precedentes, de construir un universo cinematográfico expandido. Su presidente, el productor de 'El increíble Hulk' Kevin Feige, se tomó la molestia de publicar un comunicado con un recadito para Norton. “Hemos decidido no traer a Ed Norton de vuelta para el papel de Bruce Banner en 'Los vengadores'. Nuestra decisión no está basada en factores económicos, sino en nuestra necesidad de un actor que comparta la creatividad y el espíritu colaborativo del resto del reparto”.
Norton tachó este comunicado como “cutre”. “Estaba defendiendo su marca. Al final no querían películas largas, oscuras y serias. Pero no importa. Viendo la cantidad de tiempo que me habría implicado, no habría estado dispuesto a aceptarlo”, zanjó el actor. Años después, durante un programa de comedia, Norton bromeó sobre su fama de actor metomentodo y de paso lanzó una pulla a los de Marvel: “¿Sabéis lo que salió mal en aquel proyecto? Que yo quería un guión mejor. Pensé que deberíamos intentar hacer una película de Marvel que fuese tan buena como la peor película de Christopher Nolan, ¿pero en qué demonios estaba pensando?”.
Ha bajado el ritmo de trabajo desde que fue padre
Edward Norton siempre ha dejado claro que sus pasiones van más allá del cine. Se graduó en Historia por la Universidad de Yale, estudió japonés durante años y practica artes marciales como el aikido o el krav manga. “No creo que seas mejor actor por trabajar más. Cada vez que Daniel Day-Lewis o Sean Penn reaparecen en una película es un evento, precisamente, por su escasez de papeles. Prefiero esperar a proyectos originales que cuenten historias únicas, como los de Wes Anderson, Alejandro Iñárritu o Spike Lee”.
Iñárritu le dio su tercera nominación al Oscar, hace ocho años, por 'Birdman'. En aquella Norton parecía parodiar todos los estereotipos del “actor volátil”. Pero Edward Norton es mucho más que un cliché. Su exnovia Courtney Love, a la que conoció en 'El escándalo de Larry Flynt', lo describió como “una fuerza del bien” que intercedió entre ella y su hija Frances Cobain y ayudó a salvar la relación. Salma Hayek no deja de repetir que su amor y generosidad salvaron 'Frida' de una cancelación segura. Y hasta Tony Kaye, el director de 'American History X', sigue proponiéndole proyectos.
No parece que él vaya a aceptar ninguno. En los últimos años solo ha trabajado con su director fetiche Wes Anderson o con su director favorito, él mismo (Norton produjo, escribió, dirigió y protagonizó 'Huérfanos de Brooklyn'). Y cuando no, se dedica a apostar por nuevas empresas que en cuestión de años le vuelven millonario: él fue el primer viajero de Uber, una start-up que él apoyó desde sus inicios, aparte de los padres de los creadores de la app. “Puedo ejercer mi impulso de actuar en el más alto nivel con los mejores cuando quiera. Pero tengo una vida rica más allá de eso. No quiero mirar atrás y darme cuenta de que me pasé la mayoría de mi vida fingiendo ser otras personas en vez de haciendo cosas reales".