Muere el gran Jean-Luc Godard por suicidio asistido: "No estaba enfermo, simplemente agotado"
Fallecido a los 91 años, fue el padrino del cine moderno, figura clave de la 'Nouvelle Vague' de los 50-60
Según los últimos datos, eligió morir por suicidio asistido: "Si estoy demasiado enfermo, no quiero que me arrastren en una carretilla"
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El mundo del cine hoy pierde a una de sus grandes figuras, el director franco-suizo Jean-Luc Godard. El cineasta recurrió al suicidio asistido, práctica autorizada y supervisada en Suiza. A lo largo de sus 91 años, dejó un extenso legado a los amantes del séptimo arte y ha sido una gran influencia para otros directores. Son muchos, como el propio Quentin Tarantino, los que han bebido del alma mater del cineasta. "Godard no es el cine en sí mismo pero es el ser humano que más cerca está de conseguirlo", se ha dicho de él.
Firme defensor del suicidio asistido, parece que fue el modo en el que se fue de este mundo: "Si estoy demasiado enfermo, no quiero que me arrastren en una carretilla… En absoluto", reflexionó ya en el 2014 en el programa Pardonnez-moi , de la Radio y Televisión Suiza (RTS). Aun así reconoció que no era una decisión fácil. Con todo, fue su decisión y para él era importante que se supiera, como han explicado su propia esposa Anne-Marie Miéville: "Ha muerto en paz en su casa rodeado de sus seres queridos. No estaba enfermo, simplemente estaba agotado", ha confirmado un familiar a 'Liberation'.
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Un rompedor
Nacido en París en 1930, formó el núcleo de directores de la 'Nouvelle Vague' del cine francés en la década de los 50. Junto a André Bazin, François Truffaut, Jacques Rivette, Éric Rohmer y Claude Chabrol, pusieron en pie el movimiento de jóvenes cineastas francófonos para remover los cimientos de su arte, con un pie siempre puesto en los maestros de toda la vida.
Nueve años más tarde llegaría su primer largometraje, 'Al final de la escapada' (1959), protagonizado por Jean-Paul Belmondo y la actriz estadounidense Jean Seberg. Desde entonces, su impronta ha enaltecido a la crítica. Sin embargo, hay una parte de público para el que Godard es un auténtico desconocido.
Su principal seña
En las películas Godard todo puede pasar. Darle una vuelta de tuerca a cada escena o explorar diferentes planos o secuencias fue, en parte, lo que hizo que se convirtiese en un maestro del objetivo. Eternos silencios de un minuto o puestas en escenas de impacto.
La filosofía Godard
Todo su empeño era conocer la realidad, de lo que le rodeaba y del propio ser humano: “El cine es verdad 24 veces por segundo. No es una evasión, un entretenimiento o una fantasía, es la mejor forma de conocer verdaderamente la realidad", dijo en una ocasión.
Una escena para el recuerdo
La escena de Anna Karina (su pareja entonces) en 'Vivir su vida', 1962, llorando en el cine mientras ve ‘La pasión de Juana de Arco’ es valorada como el primer plano más bello de la historia del cine. La conjunción de la verdadera intérprete de Juana de Arco, María Falconetti, junto a las lágrimas de Anna Karina, una prostituta de vida trágica, la convierte en una de las joyas del cine francés. Karina se convirtió en la musa de las películas de esa época.
Sus estudios de etnología
Hijo de un médico y nieto por parte de madre de banqueros suizos, dejó Suiza en su juventud para estudiar Etnografía en la Sorbona y pintura. No es de extrañar que su interés para conocer la ciencia que estudia los pueblos y sus culturas en todos sus aspectos y relaciones, así como la imagen, sean el sello de todas sus películas.
Cada una de sus cintas es sinónimo de transgresión siempre con una vuelta de tuerca, ya fueran musicales, dramas, o cine bélico en el más puro cine de autor. Godard es el maestro del resumen. Es capaz de sintetizar cualquier película en una frase, aunque duela, en tan son solo unas palabras.
Su 'archienemigo' Truffaut
Unidos en la 'Nouvelle Vague', su gran pelea llegó en 1973. Truffaut recibió una carta de Godard criticando ferozmente su película, 'La Noche Americana', y a su actor fetiche, Jean-Pierre Léaud. Este es uno de los encontronazos más icónicos de la historia del séptimo arte.