Álex de la Iglesia está entusiasmadísimo con su nueva película, 'El cuarto pasajero'. Tras las largas jornadas de trabajo llegaron las largas jornadas de difusión. Dar entrevistas es parte del asunto pero a diferencia de muchos actores con pocas pulgas para atender a la prensa, Álex quiere mucho hablar. Quiere explicarse, quiere hablar de su cine, someterlo a nuevas preguntas, introducirse en los vericuetos del guion a indagar otra vez, aunque la película ya esté en los cines españoles, aunque ya no se pueda cambiar nada.
El cuarto pasajero es una comedia romántica para la que Álex ha metido a sus personajes en un brete. O lo que es lo mismo, en un coche, en una carretera, a toda velocidad, con un hombre enamorado, la mujer que es destinataria de su amor y dos oponentes que resultarán fatídicos. Salvo el protagonista y la chica de sus sueños, los demás no se conocen. Llegaron al coche por una aplicación para compartir viaje. El personaje de Alberto San Juan tenía la intención de aprovechar el tramo desde Madrid al norte del país para conquistar a la chica, interpretada por Blanca Suárez, a quien conoce solo por haber compartido otros viajes en coche.
"La dificultad era cómo contar una comedia romántica ahora que las relaciones interpersonales han cambiado radicalmente en el mundo, ya nada es como era antes. Se le ve a Alberto. Alberto es un personaje trasnochado que está aterrado, que está utilizando de mala manera una app de coches para intentar poder quedar con una chica que tiene un mundo totalmente distinto al suyo. Y de pronto empieza a salirle todo mal", comenta De la Iglesia en una larga charla con Uppers en la que ha montado su propia comedia. Nos ha contado sus planes "para no morir", sus obsesiones como director, su envidia de Hollywood y el secreto del éxito: "manipular, mentir, engañar".
-¿Por qué le sale todo mal al protagonista de tu película?
Alberto no entiende cómo manejar la situación. Y el primer error que comete es decirle a ella 'No, esta mujer no quiere un hombre como este, quiere un hombre sensato, estable' y la otra le dice 'no, no, no, no digas lo que yo tengo o no tengo que querer'. Lo que más me gusta del personaje de Blanca es que no necesita a nadie. Le dicen tú estás sola y ella dice 'yo no estoy sola, yo estoy conmigo, yo estoy bien como estoy. No, no necesito a nadie que me complete' y esa mierda, con perdón. Esa manía de las parejas que completan y no uno en uno mismo.
-¿Qué te parece que le falta a los hombres heterosexuales para terminar de comprender a la mujer moderna?
Nos falta inteligencia. Nos falta, sobre todo, escuchar. Yo creo que lo más importante es escuchar.
-Has dicho que para no perder la pasión por el cine es importante juntarte con gente más joven. ¿Cómo se defiende hasta el final una película?
Una película es como estar en un atasco. Es desesperante. Una película es muy complicada y sobre todo requiere de una cantidad de energía enorme. Cada vez hay más actores implicados, actores, me refiero a financieros, inversores, bancos, plataformas, medios de comunicación, mil cosas. Para mantener el espíritu de una película creo que la única manera es conocer gente joven, rodearte de gente que tenga ese espíritu y esa pasión, y entonces tú las recuerdas, las remueves. Es como remover las brasas. Es como el amor. El amor también es una cosa que se apaga si no la remueves.
-¿Qué crees que se puede tomar de las nuevas generaciones?
Lo que más me gusta es su impaciencia. Lo que más me gusta es su obcecación. Porque es todo lo que construye una película. La película se hace con impaciencia, con obcecación, con un punto burro, porque si no te lo hunden, te lo tumban. Tienes que estar un poco mula, yendo para adelante, porque hay un montón de gente no que te impida seguir sino que te ayudan a no seguir. Hay que establecer un punto burro, con o sin comillas, para tirar hacia un lugar. Entonces, efectivamente, el trabajar con gente joven te empuja, te ayuda, te da alegría, te carga de energía para seguir adelante y no detenerte como te pide todo el mundo.
-¿Qué tipo de liderazgo tienes que ejercer para dirigir cine?
Es que ni siquiera tengo sistema. Depende del día. Desde luego tienes que tener una estrategia y manipular. Manipular mucho. Tienes que convencer con trucos, también con una sinceridad sangrante, a la gente. Hay un momento en el que lloras y hay un momento en el que te entregas. Tienes un objetivo del que no puedes salir, que es sacar la película delante y que se parezca lo máximo a lo que tú quieres. Entonces engañas, mientes, utilizas todos los posibles aparatos que tienes a tu alrededor para que aquello funcione. Eres divertido. Eres un gritón. Te vuelves irritable pero aposta. Y luego, al día siguiente, después de un día de bronca para que todo el mundo levante la cabeza y diga hostia, esto va en serio. Al día siguiente eso es una fiesta.
-¿Cómo adquiriste estas “aptitudes”?
¿Cómo las adquirí? Yo no las tengo. Quiero decir, eso es lo que pretendo. Pero yo soy irritable sin consecuencias. Es todo muy complicado. Es la vida. Yo me imagino que en cualquier empresa funciona igual. No estoy descubriendo tampoco nada nuevo y me imagino que en cualquier empresa tienes que jugar estas partidas.
-¿Sueles reconocer cuando te equivocas o te cuesta?
Hombre, sí, como todo el mundo. ‘Hola. Soy idiota. ¡Atención! Soy un imbécil. No sé si os lo he comentado’. Es complicado. Pero sí lo dices. Lo dices porque hay tiempo de todo. Ya te has desnudado dieciocho mil veces. Te han visto el culo veintidós mil. Vas a pelo a la guerra. Entonces puedes decir ‘me he equivocado’ tranquilamente.
-¿Qué de tu infancia o adolescencia ha marcado tu cine?
Hay cosas que recuerdo que quizás hayan sido determinantes. La manera de ver cine, de verlo en la tele, de verlo escondido porque no me dejaban, porque era el pequeño. Siempre vi todo desde el resquicio de la puerta. Veía muchas cosas de mayores que luego me quitaban el sueño porque éramos cinco hermanos y entonces al final no había manera de impedir que ellos vieran lo que querían. Entonces yo me lo tragaba y me parecía maravilloso verlo. Recuerdo un momento, que coincidirá con mucha gente de mi edad, el haber visto "Yo, Claudio". Era una serie hipotéticamente histórica y aquello era sexo y perversión constantes. De pronto veías una de terror, o una película salvaje junto a una de los hermanos Marx. No había orden, no había nadie que te preparara, veías "Sopa de ganso" y luego veías "Freud: the secret passion" de John Houston y luego veías "El imperio de los sentidos" y luego veías una de Paco Martínez Soria. Todo desordenado. No había un criterio jerárquico. Nadie te decía esto es importante y esto no. Esa visión ecléctica se mantiene en mi cabeza. O sea, no hay nada más importante que otra cosa. Eso me mantiene atento o alerta.
-Has dicho que te gustaría dirigir una de Marvel, ¿lo buscas activamente?
Si me dejan disfrutar y me dejan jugar con su guion... No te digo yo con el mío. Si me dejan intervenir, sí. Solamente el hecho de poder yo dirigir un guion de con el texto de Marvel, lo podría hacer y podría disfrutar y podría empujarlo a un terreno en el que me sintiera cómodo. Me encantaría.
-¿Te atrae en general el cine de Hollywood?
Me dan envidia. Me dan mucha envidia esos juguetes. Me da envidia poder tener un decorado inmenso. Me da envidia poder tener todos los aparatos para rodar. ¿Sabes? Me encantaría tener una motion control, cuesta 6000 pavos a media jornada. Entonces yo no la puedo usar. Me gustaría tener una de esas para hacer mil cosas. ¿Sabes? No para robar efectos, sino para ir de un ojo a un pie y cosas así, para utilizar la técnica cinematográfica de una manera mucho más expresiva.
-¿Te atrae particularmente la tecnología?
Me vuelve loco. Por suerte yo tengo los mejores técnicos de España. Vamos, mi cámara, mi segundo cámara, mi steadicam y el maquinista son los mejores del mundo. Los mejores de España, sin duda. Y a pesar de eso, hacer cualquier cosa nos lleva un tiempo de cojones. ¿Quieres hacer una cosa bien? Necesitas dos horas.
-¿Te imaginas metido en el metaverso?
Absolutamente, me vuelve loco. Me imagino todo. Me imagino en cualquier tipo de aventura o cualquier cosa que suponga un cambio, una crisis, un todo. Eso me interesa.
-¿Cómo vives el paso del tiempo? ¿Te preocupa?
¿Que si me preocupa? Obviamente. A ver. Lo decía antes. La muerte es una cosa que hasta los 40 es algo que está ahí y tal y que sí, que efectivamente va a llegar a los 56. Sabes que está ahí. Lo has visto. Le has visto la cara y está ahí y te dice Hola, qué tal. Ya nos vemos. Estoy con lo tuyo. Entonces, evidentemente piensas en ello.
-Pero no te paraliza.
No, no me detiene. Si te refieres a si me detiene y me paraliza, no. Acojona, acojona mucho. Pero al contrario, es un acicate. Desde luego, me encantaría no morirme. Está entre mis planes no morirme, pero parece que… Como que nos va a costar evitarlo.
-¿Una cuenta pendiente para saldar en el corto plazo?
Todo lo que se me ocurre incluye una resaca que no quiero pasar, así que… Te digo la respuesta políticamente correcta. Estar más tiempo con mis hijas, por ejemplo. Pero algo. Algo más, más cabrón y más simpático. Pues no lo sé. Seguir pudiendo hacer entrevistas, seguir, seguir rodando y poder hacer entrevistas y explicarme.
-Pasar más tiempo con tus hijas, ¿es una cuestión de tiempo o de decisión?
Y sí… tendría que abandonar muchas cosas. Es una asignatura pendiente. Y sí, es una decisión.