Víctima de abusos, dos hijos, y alergia al altar: Juliette Binoche, premio Goya Internacional
Repasamos el entorno de la actriz francesa, con quienes celebrará su próximo Goya
Tiene dos hijos de diferentes relaciones, pero nunca se ha casado con ninguna de sus parejas
A los siete años fue víctima de abusos en la escuela, un suceso que se repitió en sus primeros años de carrera profesional
Acaba de anunciarse: la actriz francesa Juliette Binoche recibirá el segundo Goya Internacional la próxima edición de los premios, que tendrá lugar el próximo 11 de febrero en Sevilla.
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Muy pocos actores y actrices pueden presumir de una carrera tan dinámica, polifacética y prolífica como la de Juliette Binoche. La actriz francesa, de 57 años, ha participado en más de 60 películas, algunas de ellos con los mejores directores del mundo, siguiendo un mantra que también hizo extensivo su vida personal: aceptar solo aquellos proyectos que la conmuevan.
Con ese principio vital, dio tres veces calabazas profesionales a Steven Spielberg y se ha negado a pasar por el altar. "Ninguna pareja me convence tanto como para querer casarme con ella", ha respondido siempre que se le ha preguntado por este tema. Elegir, ya sean proyectos o amores, es lo que se mueve su vida: "Elegir tu vida es elegir tu felicidad", afirmó la también pintora y bailarina en una entrevista para la revista Elle, en 2019.
De estrella en Francia a la fama internacional
Binoche ya era una estrella en el país galo cuando su interpretación en "La insoportable levedad del ser" (1987), de Philip Kaufman, significó para ella el salto a la fama internacional. Años más tarde, en 1993, fue la sensual protagonista de 'Azul', primera de la trilogía 'Tres colores', del director polaco Krzysztof Kieślowski.
El reconocimiento mundial vendría por su interpretación de la enfermera Hanna en 'El paciente inglés' (1996), junto a Ralph Fiennes, por la que obtuvo un Oscar y un Bafta. En 'Chocolate' volvería a seducir al público en el año 2000 y 'Copia certificada', del iraní Abbas Kiarostami, le otorgaría el premio a la mejor interpretación femenina en Cannes, diez años más tarde.
Tras más de 35 años de carrera, la actriz posee la 'triple corona europea’ tras haber logrado los máximos premios en los festivales de cine de Venecia, Cannes y Berlín, pero su vida privada ha conocido las luces y las sombras.
Víctima de abusos
Nacida en París en 1965 de madre directora de cine y padre escultor, Binoche no tuvo una infancia feliz. A los siete años fue víctima de abusos por un profesor de su escuela, algo de lo que hablaría muchos años después en la prensa francesa.
La actriz fue víctima de otra agresión a los 18 años, en esta ocasión por parte de un director de cine que pretendía darle un papel a cambio de favores sexuales. A los 21, ocurrió lo mismo por parte de un productor. En ese momento, acababa de protagonizar su primera película de éxito: 'Yo te saludo, María' (1984).
Años después, la actriz reveló a El País que compartir estos temas no había sido para ella un tema tabú. "No lo fue, quizá, entre otras cosas, porque había hablado de ello mucho antes de que saliera el movimiento #MeToo. No esperé a ese momento para hablar del tema. Cuando me ocurrió el primero, hablé de ello con una amiga y luego con mi madre. Yo estaba aterrada de que ella se lo dijera a alguien, y sobre todo a los profesores. De hecho, nunca supe si lo hizo o no. Empecé a usar siempre pantalón. Y de forma inconsciente empecé a tener una relación mucho más desconfiada con los hombres. Pero, a la vez, sufrir esas tres agresiones sexuales me fortaleció, porque me enseñó a construir mis propias defensas", explicó entonces a ese diario.
Dos hijos y varios amores lejos del altar
Binoche es una mujer misteriosa en lo que respecta a su vida sentimental, aunque sí ha mezclado trabajo y amor. Muchas de sus relaciones sentimentales nacieron en el set de rodaje.
En 1986, durante el rodaje de la película 'Mala sangre', se enamoró del director, el francés Leos Carax, con quien vivió una historia de amor de varios años que acabaría tras el rodaje de la película 'Los amantes de Pont-Neuf', en 1991.
En 1992, durante el rodaje de 'Azul' conoció a un buceador profesional, André Hallé. De esa unión nació Raphael, el primer hijo de la actriz. Tres años más tarde, en 1995, Binoche, cada vez más popular en Estados Unidos, protagonizó 'El jinete sobre el tejado', film en el que conoció al actor Olivier Martínez, hermano del actor Vincent Martínez, con quien vivió en pareja durante dos años.
Durante el rodaje de 'Los niños del siglo', en 1999, película que narra los amores románticos de George Sand y Alfred de Musset, compartió pantalla con Benoît Magimel, de quien se enamora. Los dos actores se convirtieron en padres de Hannah. Años más tarde, la actriz también estuvo vinculada al actor y músico estadounidense Patrick Muldoon.
En 2005, mientras rodaba 'Algunos días de septiembre', Binoche conoció al productor, director y guionista franco-argentino Santiago Amigorena, previamente casado con la actriz Julie Gayet, novia del expresidente francés François Hollande. La historia acabó en 2009.
A gusto en su piel a los 50
“Por nada del mundo quisiera volver a tener 20 años”, afirmó la actriz en 2019 en una entrevista para la revista Le Parisien. “La mayoría de las veces son los hombres quienes, alrededor de los 50 años, se ven tentados a dejar a sus esposas por una más joven. Probablemente por miedo a la andropausia, por miedo a perder potencia”, sumó.
Para la actriz, el amor a la edad madura debe ir unido a la serenidad. “Es el amor el que debe vencer, hacernos amar aún más a la persona, a pesar del tiempo, o más bien gracias al tiempo. Estoy convencida de que si vivieras al 100 por ciento todas las edades de tu vida, entonces no querrías volver a los 50", afirma categórica.
Mantener el alma joven
La Binoche, como se la conoce en Francia (y se trata de la máxima distinción que pueden conceder el público y la crítica), no se ha desprendido de su alma joven: "La sensación de que todo es posible no me ha abandonado, no es algo únicamente propio de la juventud. Creo que es algo que pertenece al ser humano desde el principio hasta el final de su vida. Es nuestro tesoro y depende de nosotros mantenerlo. También es un estado mental”, expresó la actriz en el mismo semanario francés.
Su capacidad para reinventarse llegó, incluso, a los oscuros tiempos de la pandemia. “Debo confesar, aunque lo diga bajito, que me tiene muy feliz. Me alegra estar en casa, sin correr de un lado a otro. Para mí, lo de quedarme en casa es un lujo, estar con mis hijos, leer, tener tiempo propio. Es un lujazo que alimenta mi alma", aseguró en 2021 a El País. Probablemente, su segundo Goya será otra exquisitez para su delicado ánimo, últimamente inmerso en la actividad de varias asociaciones benéficas.