'Mujeres sin censura': así eran (de verdad) las actrices del destape
Eva Vizcarra reivindica en un documental a las actrices que protagonizaron el subgénero del destape en los 70 y 80
Muchas de ellas fueron olvidadas y estigmatizadas por una industria que las había cosificado hasta el límite
“Estas mujeres sufrieron tanto, fueron tratadas tan mal, con tanta humillación, que yo necesitaba hacerlas este homenaje”, explica la cineasta
En 1975 Franco moría en una cama al mismo tiempo que nacía la Transición. La censura abría el puño que había mantenido férreamente cerrado durante cuarenta años y, fruto de esa recién ganada libertad creativa, en el cine español comenzaron a proliferar películas que por primera vez incluían escenas eróticas de desnudos femeninos. Poco importaba que casi siempre fuesen totalmente gratuitas, lo relevante es que el denominado cine de destape arrastraba a las salas a espectadores ávidos de emociones fuertes. El cuerpo de las actrices se convirtió en moneda de cambio.
Nadiuska, Susana Estrada, Josele Román, María José Goyanes, Agatha Lys, Paca Gabaldón o Victoria Vera fueron algunas de estas intérpretes, jóvenes y bellas, a las que la industria manejó como objetos de usar y tirar. Cualquier excusa era buena para desvestirlas, las convirtieron en estrella deseadas y, cuando la fiebre del destape fue pasando, quedaron marcadas por el estigma del subgénero. Al contrario que ellos, pero esa es otra historia. Muchas no pudieron encontrar trabajo en el cine posterior y fueron condenadas al ostracismo. Se las olvidó. Ahora la cineasta Eva Vizcarra les rinde homenaje en un documental, 'Mujeres sin censura', que también reivindica su importancia como heroínas que sacrificaron su carrera por la libertad de las que vinieron después.
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Víctimas de la represión y el machismo
“Estas mujeres sufrieron tanto, fueron tratadas tan mal, con tanta humillación, que yo necesitaba hacerlas este homenaje”, explica Vizcarra a EFE en el Festival de Málaga, donde la pieza ha sido presentada. Estas actrices de los 70 y los 80 fueron víctimas del machismo imperante y de la herencia de represión y conservadurismo que dejó la Dictadura. Estaban desprotegidas y eran atacadas desde todos los flancos por la doble moral de una sociedad terriblemente hipócrita. Incluso fueron tomadas por prostitutas. La cineasta le da voz a unas cuantas de estas pioneras para reivindicarse, otras se echaron atrás en el último momento, y otras simplemente no querían recordar.
En el documental se cuenta cómo estas mujeres llegaban al rodaje sin saber qué iba a pasar. Se dan nombres y apellidos, como los del director y productor Ignacio Ferrés Iquino, que hoy no habrían pasado, ni de lejos, el filtro del #MeToo. En una de las sórdidas historias que se cuentan alguien le pregunta a Iquino cómo debe conducirse en una escena de cama con una actriz. Y el director se mete en la cama, toquetea y besa a la intérprete y le dice al actor: "Así". "Aquellos directores y productores se comportaban como Harvey Weinstein. Hoy hubieran acabado la mitad en la cárcel”, afirma Vizcarra.
Un símbolo de libertad, pese a todo
Y pese a todo, estas mujeres tan maltratadas fueron un símbolo de libertad. Fueron las primeras en expresar su sexualidad con valentía y reivindicar sus derechos en un país que estaba pasando del blanco y negro a una explosión de colores sin solución de continuidad. Abrieron camino para las que vinieron después. Vizcarra lamenta que se haya "olvidado todo lo que ellas arriesgaron para que luego las actrices de Almodóvar, que me alegro mucho, hayan podido salir desnudas sin que nadie les tirase piedras por la calle”. “No podemos, ni debemos, olvidarnos de este cine”, reclama.