Caos, música y motas de polvo: la película sobre Los Planetas representará a España en los Oscar

  • ‘Segundo premio’, de Isaki Lacuesta, será la representante de España al Oscar a mejor película internacional

  • La cinta sobre una banda indie granadina que está a punto de separarse se impone a 'Marco' y 'La estrella azul'

  • Es la historia de la grabación de 'Una semana en el motor de un autobús', el emblemático tercer disco de Los Planetas

La Academia de Cine ha anunciado que ''Segundo premio', de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, representará a España en la categoría de mejor película internacional en los Oscar. La cinta que cuenta la crisis de una banda de rock a punto de separarse -y que es un trasunto de Los Planetas- se imponía así a las otras candidatas, 'Marco', de Jon Garaño y Aitor Arregi, y 'La estrella azul', de Javier Macipe. 

Por cierto, si alguien se pregunta aún por qué no ha entrado en competición 'La habitación de al lado', de Pedro Almodóvar, la respuesta es simple: para competir como película internacional las cintas tienen que tener al menos el 50% de sus diálogos en una lengua no inglesa -de hecho así se llamaba antes la categoría- y la cinta del manchego está rodada completamente en inglés.

Buenos días

Millennials, Generación Z, Alfa... Te digan lo que digan, eso de la apatía, el desencanto y el vació existencial lo inventamos los Gen X. Bueno, no, lo inventó Baudelaire en el s. XIX, pero esa es otra historia. El caso es que en los 90 estábamos en esas cuando aparecieron Los Planetas con 'Un buen día' (décima posición en su disco del año 2000 'Unidad de desplazamiento') y nos explicaron, bien clarito, que todo aquel dolor, toda esa rutina y ese aburrimiento a mitigar con lo que tuviéramos a mano (tebeos, cocaína, fútbol) no solo podían ser normales sino que también podían ser bellos. Que había vida abriéndose paso en esa lucha constante contra la quietud, como cuando brillan en el aire algunas motas de polvo.

Caos

Digamos que 'Segundo premio', la nueva película de Isaki Lacuesta, relata el caos de la gestación de un disco con nombre propio: 'Una semana en el motor de un autobús', el tercer álbum que publicaron Los Planetas, en 1998. Pero los músicos de la banda no tienen nombre. No 'son' ni Jota, ni Florent, ni Eric. O sí. Ya lo avisaba en su momento Lacuesta, quien tomó el mando del proyecto luego de que Jonás Trueba abandonara después de seis años trabajando con los productores. Las razones por la que decidió dar un paso al costado se desconocen y tampoco hace falta conocerlas. Pero de hecho fue él propio Trueba quien sugirió a Lacuesta como su reemplazo: "No lo dudé -le dijo Lacuesta a Fotogramas-, porque mi vocación frustrada es la de músico, y escribí un guion nuevo con Navarro. La narración parte de la premisa real de que Los Planetas se estaban descomponiendo a final de los años 90, cuando iban a pasar por tercera vez por un estudio de grabación. A partir de ahí nos inventamos una historia, y los hechos reales los llevamos a una dimensión imaginada, a una realidad paralela".

Se trata pues de una ficción pero también de un meta relato... al que se suma el relato real de un rodaje caótico: además del abandono de Trueba, justo antes de comenzar a rodar la hija de Lacuesta enfermó, todo se retrasó, entró Pol Rodríguez a dirigir in situ mientras Lacuesta lo hacía a distancia, etc. De todo esto, además, hay un registro literario (para seguir agregando capas), un diario de rodaje que publicará el escritor Alejandro Simón Partal bajo el título de 'La planta baja' (Plaza & Janés).

¿De qué va entonces la película de Los Planetas que no es sobre los Planetas? Le responde Lacuesta al periodista Luis Martínez, en El Mundo: "En la pantalla ves que 'Segundo premio' trata de cómo sacar adelante un disco con una banda que se desmorona. Y hay que hacerlo con un grupo nuevo. A la propia película le sucedió igual. Hubo que hacerla con un equipo distinto, con una banda nueva, contra todas las dificultades. Y la película acaba por ser una película también sobre mí. Y sobre Luna". Se refiere a su hija. Quizá lo único que importa detrás de todas las construcciones que levantamos como paredes para contener el caos.