En realidad, no hacía falta gastar los 663.000 euros que ha desembolsado una persona por la tabla en la que sobrevive Rose, en 'Titanic': sí, Jack también cabía. Pero el fetichismo cinéfilo es lo que tiene. Y el icónico tablón ha superado de largo a otros objetos igual de memorables que la casa Heritage Auctions, de Dallas (Texas) sacó a subasta esta misma semana: el látigo de 'Indiana Jones y el templo maldito' o el hacha de Jack Nicholson en 'El resplandor'.
Y si te parece mucho pagar por un trozo de madera, que sepas que el precio inicial de la puja eran 36.000 euros pero la cosa escaló rápidamente hasta superar el medio millón. La sempiterna fiebre por 'Titanic' no parece tener fin: uno de los vestidos que usó Kate Winslet, el de la escena final, también ha sido vendido por 115.00 euros.
Lo que se hunde cuando se hunde un barco
17 millones de litros de agua. Eso es lo que cabía en el tanque que mandó construir un desbocado James Cameron para rodar con comodidad su superproducción sobre el hundimiento más célebre de la historia. Decidido a convertir en éxito el desastre, el director canadiense ejecutaba así una de sus más memorables empresas rayanas en la megalomanía. Todavía estaban por llegar las cinco películas de 'Avatar' que siguen en curso y con las que pretende cambiar la manera de hacer cine.
¿Por qué nos fascina tanto la historia del Titanic? Tal vez porque el estrepitoso y trágico 'fracaso' del llamado 'Buque de los sueños' apelaba a una de las más clásicas bajas pasiones de la clase media: comprobar que los ricos también lloran. Parte de la maestría de Cameron consistió, precisamente, en convertir el hundimiento del Titanic no solo en una historia de amor sino en una historia de la lucha de clases, bastante maniquea, es cierto, en la que tenemos a un rico muy malo, a un pobre muy bueno, y a una joven libertaria en proceso de desclasamiento. Uno con el fondo musical de 'My heart will go on', pero desclasamiento al fin.
Y por supuesto, la pregunta final que, voluntariamente o no, dejaba sembrada en el espectador el final de la cinta: ¿por qué no se subió Jack (Leonardo di Caprio) en la maldita tabla? Finalmente, la respuesta que da el propio director es la más simple, pero también las más honesta: porque no quería tener que hacer otra película. Y porque necesitaba, añadiríamos, que su héroe se hundiera como el proletariado cuando colapsa el mastodóntico sistema al que ha sido funcional. Ergo: Jack cabía en la tabla, pero no cabía en la estructura.
Y que una persona haya pagado casi 700.000 euros por una tabla es la prueba fehaciente de que la nave va.