Francesc Orella, de 'Menudas piezas': "Lo del ascensor social es una patraña"
Francesc Orella estrena 'Menudas piezas', donde interpreta a un "hombre con carácter, ciego y experto jugador de ajedrez"
El actor recuerda que jugaba al ajedrez de joven con un amigo "junto a la chimenea y con copita de lo que fuera"
"Trabajar con actores jóvenes te devuelve la frescura y espontaneidad que pierdes con los años", cuenta el intérprete
Francesc Orella lleva más de 30 años dedicándose a la interpretación, más de tres décadas en las que no ha dejado de aprender y de enfrentarse a nuevos retos, algo que asegura que “me pone” en una entrevista con Uppers por el estreno de su nueva película ‘Menudas piezas’, dirigida por Nacho G. Velilla y que protagoniza junto a Alexandra Jiménez, María Adánez, Miguel Rellán o Luis Callejo, además de un grupo de actores jóvenes que debutan en el cine con esta cinta.
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La película, una producción conjunta entre Telecinco Cinema, Felicitas Media, Menudas Piezas AIE y Lightbox Animation Studios, es una comedia que narra como Candela (Alexandra Jiménez) se separa de su marido, teniendo que despedirse de su vida de lujos y bajar un par de peldaños en la escala social, lo que significa volver al barrio en el que nació y buscar nuevas oportunidades donde se reencuentra con Emilio, su padre, “un hombre de carácter, exferroviario, ciego tras un accidente laboral y un experto jugador de ajedrez”, cuenta Orella.
Relación padre e hija
“Emilio es un hombre educado en la lucha obrera y sindical que lo dio todo por la crianza y la educación de sus hijas y no lleva bien que una se fuese de casa para casarse con un alto ejecutivo y convertirse en una pija. Cuando vuelve le reprocha muchas cosas porque considera que ha sido una traidora de clase”, explica el actor sobre la relación entre padre e hija.
A lo largo de ‘Menudas piezas’ la relación entre padre e hija mejora poco a poco, pero al inicio la tensión es constante. “Yo no tengo hijos, pero cuando uno sale díscolo hay que se empáticos y tolerantes, y en estos casos hay que tener inteligencia emocional. Los jóvenes tienen que encontrar su camino y hay que darles libertad y no coartarlos ni reprimirlos”, considera el intérprete.
En la cinta el personaje de Alexandra Jiménez debe cambiar por completo de vida y sustituir su colegio de élite para trabajar en el instituto de barrio en el que estudió, donde le toca hacerse cargo de los alumnos más complicados y conflictivos con los que encuentra en el ajedrez un punto de unión y motivación. Así, las clases sociales son uno de los puntos que trata la película y Orella considera que eso del “ascensor social es una patraña, puede ser de subida o de bajada" y el ajedrez es lo que rompe barreras en la trama. “La frase leitmotiv de mi personaje es que ‘delante de un tablero de ajedrez todos somos iguales”.
Una partida de ajedrez
Un tablero de ajedrez que ha tenido un gran protagonismo en su vida. “Aprendí a jugar de adolescente y de joven me aficioné con algunos amigos. Me gusta y me entusiasma, pero no he seguido. Recuerdo que con un amigo en concreto nos montábamos un set en invierno con la mesa al lado de la chimenea y nuestra copita de lo que fuera. No era solo un juego, implicaba todo un envoltorio”, rememora el actor sobre aquellos años en los que jugaba con frecuencia al ajedrez.
Y aunque venía aprendido, ha tenido que trabajar mucho su interpretación para hacer de un jugador de ajedrez ciego, para lo que contó con la ayuda de una actriz que tiene una pequeña discapacidad visual y una coach para el ajedrez. “Tuve que entrenar los ojos para saber cómo mirar o focalizar, tiene una parte muy técnica, lo malo es que te pierdes la mirada de tus compañeros”, dice sobre su trabajo.
Compartir pantalla con actores noveles
Tras ‘Merlí’, Francesc Orella vuelve a trabajar con actores noveles que prácticamente están empezando en la profesión y de los que asegura “aprender mucho”. “La gente joven tiene mucho talento, y ya hay grandes actores. Es un gusto verlos tan motivados y con tanta energía e ilusión en una profesión tan complicada. Creo que son unos valientes”, cuenta.
Poder trabajar con profesionales de diferentes edades y experiencias asegura que “te dan esa frescura y espontaneidad que a veces los actores con años de experiencia han perdido al volverse todo más automático. El actor debe mejorar con los años, como el buen vino. Nunca terminas de aprender, pero debes tener la voluntad de hacerlo, también de las nuevas generaciones”.