Cuando Winona Ryder e Ethan Hawke inventaron la Generación X: 30 años de 'Reality Bites'
En 1994, un debutante Ben Stiller firmaba la película que se convertiría en emblema, a su pesar, de una generación
La cinta hizo de sus protagonistas no estrellas juveniles sino verdaderos iconos de la década del videoclip
'Reality bites' comparte con 'Singles' (1992) de Cameron Crowe la virtud de haber captado el pulso de su época
Cuando en 'Reality Bites' el personaje de Troy (Ethan Hawke) le suelta a Lelaina (Winona Ryder) aquello de "Tú, yo y cinco pavos. Es todo lo que necesitamos", más que un enunciar alegato conformista sobre la crisis económica que aquejaba a EE UU desde principios de los 90, estaba ejecutando un mecanismo típico de la Generación X que podríamos definir como la 'romantización de la nada'.
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Tres décadas después, esta comedia ligera con vocación de profundidad -el verdadero logro de la cinta es su propia impronta autoparódica- en aguas tan hondas como las de una piscina hinchable de color rosa, mantiene el tipo como 'película de culto' pero resulta demasiado anclada a 'su tiempo': cualquier intento de sacarla de sus propios confines puede desintegrarla. Vamos, que la película ha envejecido mal. Y sin embargo...
Not a GenX movie
Habían pasado 13 años desde la aparición de MTV, nueve desde la publicación de 'Menos que cero', de Brett Easton Ellis, y siete desde que Douglas Coupland escribiera su famoso artículo titulado 'Generación X'. Pero en 1994, la cosa aquella del existencialismo grunge estaba aún en pleno apogeo y se notaba. Así, más que una reflexión que articulara todos esos elementos, 'Realite bites' fue el pastiche que necesitaban los veinteañeros que habían pasado su adolescencia a punta de videoclips y empezaban a estar (seriamente) hartos de ellos.
No es que la aspereza entre, digamos, apocalípticos e integrados, fuera precisamente nueva, pero 'Reality Bites' sí introdujo un elemento bastante significativo: la confrontación entre el mainstream -el propio Stiller haciendo de ejecutivo de una cadena de televisión por cable- y los outsiders encarnados por el cuarteto de amigos que completan Jeneane Garofalo y Steve Zahn, ocurre en el mismo universo de veinteañeros sabelotodo. Un reflejo bastante claro del narcisismo de los primeros jóvenes capaces de documentarse a sí mismos de manera relativamente casera y barata. Faltaban veinte años para la llegada del smartphone pero se hacía lo que se podía.
'Reality Bites' fue, pues, una película generacional casi por obligación y prueba de ello es la reticencia que sus creadores, tanto la guionista como el estudio o el director, tuvieron siempre a identificarla con la Generación X. Y como se sabe, no había en ese entonces nada que definiera más a un Gen X que no querer ser un Gen X.
My Winona
Hubo otros elementos que hicieron de la película un relativo éxito comercial y de crítica. Winona Ryder fue uno de ellos, sin duda. En 1994 todos nos hubiéramos tatuado el 'Winona forever' sin el más mínimo reparo. Y lo sabes. Otro acierto fue Ethan Hawke, que parecía contener en su interior las dosis exactas de galán indie, poeta de la calle o sabe dios qué héroe de la locuacidad naif. Vaya manera de rajar sin parar pamplinada pseudofilosófica tras otra. Una característica que, por cierto, pulió con esmero en las películas de Linklater.
Como casi cualquier obra de culto, 'Reality Bites' sería algo completamente distinto sin 'su' música. O no sería, directamente. En este caso, hablamos más concretamente de dos temas. El primero es 'Stay (I Missed You)', una canción y un video que han sido tan parodiados que ya parecen una parodia en sí mismos. Y el segundo es, por supuesto, el 'My Sharona' de The Knack. Nunca tantas ganas de bailar en una gasolinera, nunca tantas ganas de dejar atrás los veinte pero solo de mentirijillas, nunca tantas ganas de insuflarle un poquito de vida a ese vacío gringo de billetes de un dólar arrugados en el bolsillo.
Por cierto, la película va de una piba que quiere hacer un documental sobre sus amigos (de uno de los cuales está enamorada con pasión e imposibilidad) pero su novio, un ejecutivo con sus propias aspiraciones artísticas, le roba sus personajes (es decir a ella misma y a sus colegas) para convertirlos en protagonistas de un audiovisual efectista y barato. ¿Hay final feliz? No lo sabemos. ¿Tuvieron los 90 un final feliz?