La película 'El Padre', que le valió el Oscar recientemente a Antohony Hopkins (83), pone sobre la mesa la cruda y angustiosa realidad de vivir con demencia. En el drama dirigido por Florian Zeller, el punto de partida es el siguiente: su hija, interpretada por Olivia Colman, se va a vivir a otra ciudad y no puede seguir encargándose de los cuidados de un padre cuya situación es cada vez de mayor dependencia. Una situación que, en España, experimentan un 34% de las personas mayores de 65 años en mayor o menor nivel.
Es por eso que, además de la forma brillante de exponer la confusión que atraviesa quien padece la demencia y quienes le acompañan, la película lleva también a la reflexión de de una dificultad tangente que acusan muchos de los familiares de personas en ese estado de dependencia: tomar la decisión de hacerse cargo (o no) de esos cuidados -siempre que la situación económica y los recursos administrativos acompañen-. Culpa, responsabilidad o sobrecarga. Hablamos con una psicóloga sobre cómo plantearse la cuestión. ¿Cómo elegir cuidar y no agotarse en el intento? ¿Y si decido no hacerlo pero la sociedad me tilda de egoísta?
"El cuidado de una persona dependiente requiere de una preparación física y psicológica porque implica una dedicación y una demanda constante", explica la psicóloga Syra Balanzat, de El Prado psicólogos. "Si la persona a la que hay que cuidar es un padre o a una madre, esto puede ocasionar conflictos internos. En especial si requieren de cuidados médicos y una dependencia total", apunta en referencia a situaciones en las que se requiere una institucionalización o la contratación de un cuidador o cuidadora profesional, como ocurre en la película.
Antes de tomar la decisión, la recomendación de la experta pasa por un análisis previo de las circunstancias particulares y el tipo de demanda "para luego poder hacer una valoración y mantener un equilibrio entre la atención al ser querido y el autocuidado. Si esto no es posible, sería recomendable pedir ayuda".
"La culpa es un sentimiento habitual en estos casos. Sobre todo si el nivel de demanda es superior a los recursos para poder atenderle, y es cuando hay que tener cuidado de no caer en el síndrome del cuidador quemado que puede llevar a distorsionar la realidad y exigirse más", explica la psicóloga. Eso implica haber tomado una decisión previa: "Esa decisión debería ser tomada de forma voluntaria, de lo contrario la adecuación de los cuidados puede peligrar y poner en riesgo la propia salud. El autocuidado es fundamental para poder aportar una ayuda responsable, si no es posible conseguirlo, es recomendable pedir ayuda y poder así disfrutar de la compañía cuando sea posible".
La presión social y la propia culpa pueden ser condicionantes a la hora de decidir si hacerse cargo o no de los cuidados de la persona dependiente. "El estigma social se basa en emitir juicios de valor acerca del comportamiento de los familiares sin conocer las circunstancias particulares, la conciencia del valor del cuidado personal para poder atender al familiar dependiente desde un punto de vista positivo, disfrutando de su compañía, sería principal", recomienda Balanzat.