Frances McDormand, la (exitosa) antiestrella que ha empezado una cruzada contra el edadismo en Hollywood
La actriz de 63 años protagoniza y coproduce 'Nomadland', la película que dirige Chloé Zhao y se ha llevado el Oscar a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actriz
Al ganar el Oscar, la actriz engrosa su triple corona de estatuillas. Además, cuenta con un Emmy y un Tony
Sin embargo, Frances encarna lo contrario a la imagen tradicional de la superestrella: reivindica las arrugas y las canas en las alfombras rojas y denuncia el vacío sistémico de la industria a las personas de su generación
Frances McDormand es una rara avis en el ecosistema 'hollywodiense'. Se aleja tanto de la encorsetada figura de la estrella hiperpremiada que en realidad es, que en la última película que protagoniza, 'Nomadland' -que se acaba de llevar tres Oscar a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actriz, además de dos Globos de Oro- sus compañeros de reparto pensaban que, como ellos, McDormand no era actriz. Creyeron que era una más entre esos nómadas anónimos de 60 y tantos años que recorren las carreteras estadounidenses con sus furgonetas en busca de trabajos eventuales ante la realidad de una jubilación precaria desencadenada por la crisis económica de 2008, que les empuja al desarraigo.
La actriz interpreta a Fern en un filme dirigido por Chloé Zhao y que ella misma decidió coproducir tras leer el libro de la periodista Jessica Bruder en el que se basa el guion: 'Un país nómada: supervivientes del siglo XXI', que en España edita Capitán Swing. Es la última declaración de intenciones de una actriz que a sus 63 años encarna uno de los discursos más reivindicativos e interesantes de la industria cinematográfica.
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Fue ella misma quien se puso en contacto con Zhao para pedirle que llevara a cabo este proyecto: "Nuestra industria es una industria tan edadista", reconocía la directora en una entrevista con The New York Times. "Alguien como Frances McDormand, que es tan auténticamente ella misma, que no ha intentado borrar esas líneas de su rostro o taparlo para encajar en la industria; para mí, será relevante para siempre".
Contra el edadismo: lo personal es político
McDormand lleva años hablando de la necesidad de un cambio social frente a la percepción del envejecimiento. En 2014 contaba en una entrevista con Frank Bruni: "No hay ningún deseo de ser un adulto maduro. La madurez no es una meta. No se ve como un regalo. Algo sucedió culturalmente: se supone que nadie debe aparentar más de 45 años en cuanto a vestimenta, estética y actitud. Todo el mundo se viste como un adolescente. Todo el mundo se tiñe el pelo. Todo el mundo está preocupado por tener un rostro terso", declaraba.
Este año, a pesar de la pandemia, ha vuelto a hacer una demostración de esa forma cada vez más extendida que tiene de entender el paso del tiempo. Sus apariciones en las alfombras rojas son desde hace años sin maquillaje, enseñando canas y pasando de los tacones -en 2019 subió a entregarle el Oscar a otra actriz totémica de su generación, Olivia Colman, con unas comodísimas sandalias planas de Birkenstock-. Este año ha repetido.
Apariciones que además aprovecha para lanzar mensajes. Cuando recogió su segundo Oscar, por su papel en 'Tres anuncios en las afueras', le dio las gracias a su director, Martin McDonagh, con este alegato feminista por una represantación más amplia diversa de las mujeres: "[Le agradezco] el gran regalo que me hizo al dejarme respirar en este personaje irónicamente tan diferente a todas las mujeres que vemos en la pantalla, la respuesta a todas las injusticias de mi profesión".
Acto seguido entonó un discurso que levantó aplausos sobre la necesidad de hacer un Hollywood más inclusivo que sirviera como espejo al que mirarse a toda la sociedad. En él pedía a todos sus colegas de profesión no firmar ni un solo contrato en el que no se incluya la Inclusion Rider, una cláusula que "exige al menos un 50% de mujeres, un 40% de diversidad de grupos étnicos, un 20% de personas con discapacidad y un 5% de personas LGTBI" tanto en el casting como en el equipo de rodaje, explicó más tarde ante el desconocimiento generalizado del término que ella misma reconocía no haber escuchado antes en sus 35 años de carrera.
Los 'McCoen': una familia de estrellas
Una trayectoria en el cine y no tanto en el teatro, que es donde más disfruta interpretando, de la que culpa recurrentemente a su marido, Joel Coen, y a su cuñado, Ethan. Se conocieron en 1984 cuando su amiga Holly Hunter le recomendó a los cineastas que la llamaran para interpretar el papel que ella no podía hacer en 'Sangre fácil'.
Un encuentro que marcó también su vida personal: con Joel lleva casada desde 1993 y ha formado una familia que, a priori, no se ajusta a los cánones tradicionales; pasando mucho tiempo separados por su trabajo y diversificando su convivencia entre su piso neoyorquino y su casa en una pequeña ciudad de costa cuya localización la actriz se niega a revelar.
Pero como contaba a Rocío Ayuso en una entrevista para El País Semanal, "somos mucho más convencionales de lo que todos se creen". Al menos mucho más que cualquier otra estrella de su envergadura. "Gente madura con estudios y cultura que disfruta leyendo libros, yendo al cine y a museos. Que no nos vemos tanto como parece porque Joel y Ethan se pasan el día trabajando juntos. Pero que nos tenemos el uno al otro".
"Nunca firmamos un acuerdo. Partimos del mismo punto y con las mismas ambiciones. Sabíamos que todo podía cambiar y entre nosotros nunca hubo reglas", continuaba la actriz describiendo la unidad familiar a la que denomina los "McCoen".
A esta se sumó en 1995 su hijo Pedro McDormand Coen, un joven que sigue los pasos de sus padres en el cine desde otra vereda: se prepara para ser doble de acción y colabora como cámara en las películas de los Coen. De origen paraguayo, Frances repetía con él en cierto modo su historia: sus padres, una enfermera y un pastor de los Discípulos de Cristo de origen canadiense, también la adoptaron.
Cuando subió a recibir su primer Oscar por interpretar a la agente Marge Gunderson en 'Fargo' (1996), agradeció a Pedro haber sacado de ella su versión de "verdadera madre". En la entrevista mencionada anteriormente, McDormand se abría para dar una pincelada de esa vida privada que custodia con tanto recelo: "Cuando conocí a mi hijo entendí lo que era el miedo. Ser madre cambió mi perspectiva del universo".
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