Esta época tan extraña que nos ha tocado vivir ha tenido también cosas buenas. Han vuelto muchas cosas bonitas que dábamos por concluidas, o habíamos dejado en segundo plano. Cosas que creíamos "normales" y no les dábamos importancia porque nos eran transparentes. De repente echamos de menos a nuestros amigos, nos faltaron las conversaciones reposadas, lejos del filtro tecnológico del móvil o el ordenador, nos faltó el brindis en grupo o las risas con los nuestros… Cosas que eran normales y ya no nos acordábamos. Como el cine de verano, con la brisa acariciándote la cara, rodeado de tu familia o tu amor. Ese cine de verano, el mismo de 1980 pero con el sabor de la nueva libertad de 2020.